lunes, 7 de septiembre de 2009

Bertolt Brecht: un artista muy humano

Delfina Acosta

Esta vez quiero referirme a Bertolt Brecht. Sí, casi fue un hombre como tú, sólo que él conocía tus pesares de hombre pobre, de individuo tragado por las poderosas empresas, y escribió sobre ti. Y acaso tú no lo sabías. ¿Qué se gana escribiendo? Pues levantar la conciencia de la humanidad.

Bertolt Brecht era un gran dramaturgo. Nació en 1898 en Augsburg y falleció en Berlín Oriental en 1956.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial comenzó a escribir y publicar sus primeras obras. Es que la guerra, esa tarántula, ese edificio lleno de insectos que se derrumba y aplasta a la mitad de la población del mundo, tiene el poder de despertar la ira, la rabia, la bronca de los intelectuales y artistas como Bertolt, que reniegan de tanto abuso de misiles.

Conciencia crítica como elemento de lucha fue la espada de su lenguaje.

El poeta (escribió poemas y canciones) se acordaba con dolor de los de abajo, de que los que caminan a nuestro lado, pero están en condiciones inferiores, pues no gastan el dinero sino en pan y en algunas otras pocas necesidades, las básicas, las mínimas.

Se dedicó activamente al marxismo. Dentro del contexto histórico que le tocó vivir, se comprende que fuera un activo, un declarado defensor de la igualdad social.

Claro que su posición política asumida le valió varios destierros.

En el año 1933, un día después de la quema del Parlamento alemán, comenzó su camino al exilio.

Bertolt me recuerda a Walt Whitman, por aquello de que la voz de ambos era poderosa; hacía un llamado no solamente a la naturaleza, sino a la humanidad, para que diera un salto de desobediencia ante la opresión ejercida por los poderosos burgueses sobre los débiles.

Walt Whitman tenía una voz poderosa, animada, llena de fibra humana, y Bertolt contaba la historia de los pobres, de los marineros que debían sobrevivir con una paga ínfima, y había en su manera de contar la necesidad del prójimo, tanta entrega, tanto convencimiento, que sí, que muchos lo creyeron; terminó convirtiéndose en el referente natural del arte que reivindica los grandes cambios sociales. Su voz, aun desde el exilio, inició un peregrinaje y tocó las puertas de ricos y pobres.

¿Por qué hasta hoy se lo lee?
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Pues porque era no sólo un excelente dramaturgo, sino además un poeta tocado por la gracia de Dios. Cuántos querrían haber escrito como él. Pero no. No pudieron. Para él fue la voz clara, rotunda, ingeniosa.

Narró su época.

Cantó a la desperanza y a la esperanza…

Tuvo una etapa anárquica. Ay, pobrecillo de aquel poeta que no haya tenido una etapa anárquica. Tuvo una etapa plena de anarquía, decía yo, pero luego su fibra poética maduró y se levantó como una ola, para ser la bandera de los desplazados y de los marginales.

1
Los poemas épicos nos dan noticia
de los grandes de este mundo:
suben como astros,
como astros caen.
Resulta consolador y conviene saberlo.
Pero para nosotros, los que tenemos que alimentarlos,
siempre ha sido, ay, más o menos igual.
Suben y bajan, pero ¿a costa de quién?
Sigue la rueda girando.
Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba.
Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa
que hay que seguir empujando la rueda.

2
Tuvimos muchos señores,
tuvimos hienas y tigres,
tuvimos águilas y cerdos.
Y a todos los alimentamos.
Mejores o peores, era lo mismo:
la bota que nos pisa es siempre una bota.
Ya comprendéis lo que quiero decir:
no cambiar de señores, sino no tener ninguno.
Sigue la rueda girando.
Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba.
Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa
que hay que seguir empujando la rueda.

3
Se embisten brutalmente,
pelean por el botín.
Los demás, para ellos, son tipos avariciosos
y a sí mismos se consideran buena gente.
Sin cesar los vemos enfurecerse
y combatirse entre sí. Tan sólo
cuando ya no queremos seguir alimentándolos
se ponen de pronto de acuerdo.
Ya no sigue la rueda girando,
y se acaba la farsa divertida
cuando el agua, por fin, libre su fuerza,
se entrega a trabajar para ella sola.

Bertolt Brech

ABC Digital, 07 – 09 – 09

La Quinta Pata

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