Emilio Marín
Todavía falta el Sí de Cristina Fernández a la candidatura mayor, pero se da por descontada. El resto de las listas del oficialismo se va delineando aunque quedan casilleros por llenar y debates por resolver.
Después de marcar la cancha a sus propios jugadores del sindicalismo, la presidenta siguió con su particular manera de encarar la campaña.
El modus operandi es eficaz: se muestra diariamente en la inauguración de alguna obra o anuncio de tal o cual iniciativa. De ese modo capta la atención política nacional y engrosa su capital al publicitar convenios que hasta varios adversarios reconocen como exitosos.
Con todas las cámaras encendidas de la TV, la presidenta no se limita a un tema puntual sino que se permite reflexiones más generales sobre los méritos del "modelo productivo con inclusión social". A veces ese proselitismo suena un poco exagerado, como cuando comentó la crisis de Europa y su juventud marginada, y contrastó que Argentina había resuelto ese problema social.
En el barrio dirían que "está agrandada". Lo mismo dijeron cuando Cristina Fernández reivindicó la paternidad ideológica del peronismo sobre la intervención del Estado en la economía. Fue cuando Barack Obama comenzó con sus paquetes de ayuda económica a empresas y bancos al inicio de la crisis del 2008. La historia del capitalismo indica que el "copyright" de tal intervención estatal no era del general bonapartista.
Más allá de esas exageraciones cristinistas, su gobierno está en época de buenas cosechas, en sentido literal. Hay semanas con poco para reprochar, como cuando promulgó la ley con reformas al sistema de medicina prepaga y estableció controles sobre la trazabilidad de los medicamentos, para conocer su fabricación y comercialización.
Leer todo el artículoSe podrá decir que esta medida llega tarde y en parte para emprolijar los desmanejos e incluso delitos de sindicalistas afines al justicialismo en sus obras sociales. Puede ser. Pero no podrá impugnarse la decisión gubernamental en un asunto tan importante. La pregunta es por qué los partidos de la oposición - que tanto critican - no lo hicieron cuando presidentes salidos de sus riñones habitaban en Balcarce 50. El interrogante y la crítica apuntan a duhaldistas, macristas y radicales con responsabilidades en los tristemente célebres ´90.
Vinculado al tópico de la salud está la reciente ley de cambios en el sistema de la medicina prepaga, que los defensores de estas empresas han querido presentar como una afectación de su rentabilidad. Limitar el rechazo empresario a afiliados que tengan alguna enfermedad y poner topes a los aumentos en las cuotas de mayores de 65 años que lleven cierto tiempo como afiliados, eran demandas de la sociedad.
Cristina, en campaña, puso su rúbrica a esas novedades y tiene todo el derecho de publicitar su autoría. No es su culpa si gobiernos anteriores fueron cómplices con un sistema de prepagas que puso al tope el lucro y en segundo lugar la salud.
Moyano no es el enemigo
El discurso presidencial sobre las prepagas mencionó al pasar un dato que debería ser subrayado: cinco de esas empresas tienen el 80 por ciento del negocio. Dicho en otros términos, hay tanta concentración en este rubro clave para la vida de casi 5 millones de personas, que sobran los dedos de una mano para contarlas.
Eso se llama monopolización del negocio, pese a que los defensores de Clarín afirmaron durante el debate de la ley de medios que en los medios tampoco había monopolio pues había más de un jugador. Lo que no decían es que Magnetto y la viuda de Noble tienen 260 licencias y el 90 por ciento del cable en Buenos Aires. Y que junto con su socio de "La Nación", controlan la provisión de papel para diarios mediante Papel Prensa.
Al menos respecto a compañías de salud privadas y de medios de comunicación, el gobierno nacional ha impulsado normas legales para desalentar la concentración.
En cambio no hay medidas en el mismo sentido para con la banca y el comercio exterior. Peor, la jefa de estado recibió a la plana mayor de las entidades financieras como parte del "diálogo social". El convite podía ser lógico para Mercedes Marcó del Pont (Banco Central), Juan Carlos Fábregas (Nación), y Carlos Heller (Credicoop), pero no para los representantes de bancos extranjeros de ABA y de los privados de Adeba. Las dos últimas categorías de bancos fueron responsables del "crac" argentino de 2001 y no pagaron por ello. Peor aún, se llevan casi el 70 por ciento de los 10.000 millones de pesos de utilidades del año 2010.
Esa situación ameritó el proyecto Heller para una nueva ley federal de crédito, pero el mismo está cajoneado desde abril de 2010 y ni siquiera fue mencionado por el autor en la entrevista del miércoles.
La presidenta tampoco se refirió al tema. Y los banqueros extranjeros y privados "nacionales" menos que menos, pues la iniciativa busca remediar los perjuicios que ellos cometieron y cometen.
CFK se limitó a pedir a los banqueros que dispongan de más líneas de crédito para la producción, porque es una queja que ella recibe de las Pymes. Su solicitud tiene tantas posibilidades de ser escuchada como en su momento la de Juan Carlos Pugliese, quien dijo haberles hablado a los popes empresarios con el corazón y recibir contestación del bolsillo.
Otro dato trascendente, consignado por Horacio Verbitsky en Página/12 (24/4) es la "alarmante extranjerización, en el que cien empresas acumulan el 74 por ciento de todas las exportaciones". Cualquiera que googlee sobre comercio exterior verá que a la cabeza del ranking están Nidera, Cargill, Repsol, Bunge, Techint, Aceitera General Deheza y las automotrices. Estas tienen un récord difícil de igualar: las 10 terminales son extranjeras.
La conclusión política es que se equivoca la presidenta si pone como blanco a Hugo Moyano y la CGT. El enemigo son los monopolios y banqueros.
El Día del Arquero
Cristina se decidió por Daniel Filmus como candidato a jefe de gobierno en la Capital, completando la fórmula Carlos Tomada. Fue la mejor designación, que preanuncia una campaña de centro-izquierda para disputar con Macri. En un principio ella se había inclinado por Amado Boudou, quien no daba ese perfil de progresista para contrastar nítidamente con el jefe del PRO. Se podrá ganar o no, porque hasta ahora las encuestas miden una ventaja del hombre de negocios, pero lo elogiable del kirchnerismo es que se orienta a una confrontación sin medias tintas con quien hasta unas semanas era el presidenciable de la derecha.
Del mismo sesgo político van a ser las candidaturas del PJ en Santa Fe, que hoy se resuelven por primarias abiertas, simultáneas y obligatorias tal como se prevé a nivel nacional para el 14 de agosto.
Sea ganador Agustín Rossi o Rafael Bielsa, habrá afinidad con "el proyecto nacional y popular", con la ventaja de haber zanjado la candidatura con el voto ciudadano y no con la solitaria decisión presidencial.
En otros distritos el gobierno alienta candidaturas de signo conservador, como en Buenos Aires con Daniel Scioli y en Córdoba con un aliado tan poco confiable como José M. de la Sota. Muchas epidermis kirchneristas están brotadas por esas candidaturas; sus tráqueas y esófagos, alarmados, pues creen que no podrán pasar semejantes batracios.
Como sea, con medidas de cal y otras tantas de arena, el oficialismo va levantando su pared de candidatos provinciales, en tanto se demora el Sí de Cristina, que se da por descontado. El panorama reinante en la oposición es de pugnas y retrasos en las candidaturas provinciales y desolación en las fórmulas nacionales.
Macri y Pino Solanas decían tener el mapa nacional en la cabeza pero ahora pontifican sobre los baches de Mataderos. Ricardo Alfonsín, que sigue en carrera presidencial, no logra poner orden en su partido en tanto negocia con Francisco de Narváez, sin llegar al 15 por ciento de los votos, en la mejor de las encuestas. Eduardo Duhalde y Elisa Carrió, para decirlo en términos futbolísticos de final del campeonato, están entre la promoción y el descenso directo.
Pero el kirchnerismo - habría que empezar a nombrar esta corriente como cristinismo - tiene un debate pendiente, sobre "la profundización del modelo". La persistencia de índices de desocupación superiores al 7 por ciento y de informalidad laboral del 40 por ciento, que pueden aumentar al compás de la crisis internacional y los diferendos comerciales con Brasil, ameritan dar esa discusión y perfilar un plan.
El viceministro de Economía, Roberto Feletti, se pronunció por "profundizar el populismo" y "apropiarse de factores de renta importantes". Que salieran a matarlo por los medios los popes de la UIA, era comprensible. Que lo desmintieran Boudou y Florencio Randazzo - por medio de ambos hablaba la presidenta - quiere decir que tal radicalización no figura en Olivos ni como "plan B". La reunión de los ministros de Agricultura del G-20 en Buenos Aires ofreció otra prueba: los delegados argentinos se opusieron a controlar los precios de alimentos y propusieron aumentar la oferta. La idea no es desplazar a las cerealeras sino ser sus mejores socios de las mayores ganancias.
Boudou, Julián Domínguez y Guillermo Moreno quieren que la Junta Nacional de Granos sea el Día del Arquero.
La Arena, 22 – 05 – 11
La Quinta Pata
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