Immanuel Wallerstein
(Traducción: Ramón Vera Herrera)Algo extraño está ocurriendo en América latina. Las fuerzas de derecha en la región están emplazadas de tal modo que pueden desempeñarse mejor durante la presidencia de Barack Obama que durante los ocho años de George W. Bush. Este encabezaba un régimen de extrema derecha que no tenía ninguna simpatía por las fuerzas populares en América latina. Por el contrario, Obama encabeza un régimen centrista que intenta replicar la “política del buen vecino” que proclamara Franklin Roosevelt como forma de anunciar el fin de la intervención militar directa de Estados Unidos en América Latina.
Durante la presidencia de Bush, el único intento serio de golpe de Estado con respaldo de Estados Unidos ocurrió en 2002 contra Hugo Chávez en Venezuela y tal asonada falló. Fue seguida de una serie de elecciones por toda América latina y el Caribe, donde los candidatos de centroizquierda ganaron en casi todos los casos. La culminación fue una reunión en 2008 en Brasil –a la que Estados Unidos no fue invitado y donde el presidente de Cuba, Raúl Castro, recibió trato de héroe virtual—.
Desde que Obama asumió la presidencia, se ha logrado perpetrar un golpe de Estado: en Honduras. Pese a la condena que expresó el mandatario, la política estadounidense ha sido ambigua y los líderes del golpe ganaron su apuesta de mantenerse en el poder hasta las próximas elecciones para presidente. Hace apenas muy poco, en Paraguay, el presidente católico de izquierda Fernando Lugo pudo evitar un golpe militar. Pero su vicepresidente, Federico Franco, de derecha, está maniobrando para obtener de un Parlamento nacional hostil a Lugo un golpe de Estado que asume la forma de un enjuiciamiento. Y los dientes militares se afilan en una serie de otros países.
Para entender esta aparente anomalía debemos mirar la política interna de Estados Unidos, y cómo afecta a su política exterior. El Partido Demócrata es la misma coalición amplia que siempre ha sido, pero el Partido Republicano se ha desplazado más a la derecha. Esto significa que los republicanos tienen una base menor. Lo lógico sería que esto significara bastantes problemas electorales. Pero, como lo estamos viendo, esto no funciona exactamente de ese modo.
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