sábado, 3 de julio de 2010

Denuncias de Sadous buscan dañar al gobierno pero también la relación con Caracas

Emilio Marín

El ex embajador en Venezuela declaró en Diputados. De allí extrajo munición gruesa el grupo Clarín para atacar al gobierno. Lo lógico es que luego su declaración se hiciera pública. Pero el "Grupo A" se opuso.

El embajador Eduardo Sadous había declarado hace dos meses ante el juez federal Julián Ercolini, quien había resuelto abrir una causa ante su denuncia sobre supuestas coimas cobradas a empresas argentinas intervinientes en el comercio con Venezuela.

Según el declarante, varios empresarios le habían confesado que debían oblar entre un 15 y 20 por ciento de coimas para "calificar" y ser autorizadas por el ministerio de Planificación para ser parte de aquél comercio.

Sadous fue designado en la embajada argentina en la capital venezolana por Eduardo Duhalde y estuvo allí durante dos años y siete meses. En 2004 fue suplantado por Nilda Garré, hasta que ésta fue designada ministra de Defensa y en su lugar recaló la ex sindicalista y ex diputada, Alicia Castro.

Lo primero que salta a la vista es que, como diría Maradona, a Sadous "se le escapó la tortuga". Su denuncia ante Ercolini llega con una demora de cinco años. Y no es justificación alegar que en aquellos años envió cables al entonces canciller, Rafael Bielsa, sobre las presuntas irregularidades.

Es que si estaba tan convencido de que se trataba de delitos de corrupción, debió hacer la correspondiente denuncia judicial. Y no lo hizo.

¿Por qué lo hace ahora? No hay que ser muy listo para advertir que su comparendo ante el juez y el 23 de junio ante la Comisión de Relaciones Exteriores de Diputados, fue parte de una operación política y mediática de la oposición y el grupo dominante en los medios.
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Toda esa runfla se puso de acuerdo para que el testimonio del diplomático, que supuestamente iba a ser secreto, se ventilara por todos los medios. La primicia, como correspondía, la tuvo Clarín, quien tituló que aquél había apuntado en directo contra Néstor Kirchner y Julio de Vido.

Del texto divulgado extraoficialmente por varios medios, entre ellos Tiempo Argentino, no surgiría nítida aquella acusación. La diputada kirchnerista Juliana Di Tullio, presente en la audiencia en la Comisión, desmintió tajantemente que Sadous hubiera dicho lo que Héctor Magnetto ponía en su boca.

¿Cómo saber cuál era la verdad? El canciller Héctor Timerman, por orden de la presidenta, quiso buscarla y envió una carta al titular de la cámara baja, Eduardo Fellner, solicitando que se hiciera conocer la versión taquigráfica de las polémicas declaraciones. El pedido era razonable, pues así se pondría claridad donde había mucho ruido y sonaban varias campanas.

El asunto debía aclararse porque de lo contrario afectaría el comercio y las relaciones de Argentina con muchas naciones del mundo; éstas podrían recelar de la transparencia y procedimientos del país en sus acuerdos comerciales.

Lejos de la verdad
Lamentablemente el pedido del canciller no fue aceptado por Diputados, pese a que Fellner lo incluyó en la agenda. La Comisión de Exteriores, presidida por el duhaldista Alfredo Atanasof -jefe de gabinete al momento de la masacre del Puente Pueyrredón, en junio de 2002- resistió dar las cosas a publicidad.

La discusión se reiteró en el plenario de la Cámara, donde duhaldistas, lilitos, radicales, macristas, socialistas y otras bancadas se atrincheraron en que el testimonio quedara secreto. Es una manera de decir, porque los medios, alimentados por esos legisladores, habían dado su sesgada versión.

Por 123 contra 105, el asunto fue girado a la Comisión de Atanasof para que resuelva qué hacer. Y como en esa y todas las demás comisiones la oposición se atribuyó mayoría en su integración y la presidencia en la mayoría de éstas, es previsible que se saldrá con la suya. Los dichos textuales del ex embajador quedarán vedados al conocimiento del público.

Unas líneas más arriba se cuestionó la demora de Sadous en denunciar. Ahora se completa la crítica: tampoco quiso que a su testimonio se le levantara el velo, pese a que había dos o más versiones sobre lo que había dicho. Era imprescindible conocer de primera mano su testimonio.

El argumento del diplomático y de Atanasof fue que debía resguardarse el secreto para que los futuros declarantes no se sientan presionados. Queda muy claro que la oposición quiere seguir politizando el expediente judicial en manos de Ercolini. Piensa citar a Eduardo Mondino, ex Defensor del Pueblo de la Nación, otro duhaldista de pura cepa que dice contar con 23 testimonios de empresarios quejosos de las condiciones en que debían comerciar con la república bolivariana. Y después irán otros declarantes, hasta que el "Grupo A", de oposición, considere que han madurado las condiciones para crear una Comisión Bicameral Investigadora de las relaciones de Argentina con Venezuela.

Por otro lado, el "secreto" no luce como un acicate para que los declarantes digan toda la verdad pero ateniéndose a pruebas, etc. Si esas personas saben que sus dichos serán públicos, tendrían que esforzarse por ser muy objetivos y concretos, alejados de chismes, dimes y diretes y subjetividades.

En el debate parlamentario, el "Grupo A" ganó ajustadamente la votación pero perdió la discusión política. En efecto, si en primera instancia a muchos les parecía razonable que la declaración ante la Comisión fuera reservada, luego de los titulares de Clarín y las declaraciones de los legisladores de la oposición, lo justo habría sido la publicidad del testimonio. Así cada uno podría formarse su opinión, en base a lo que realmente el ex embajador había dicho.

Tiren contra Cristina y Chávez
Hasta aquí un somero análisis del caso desde el punto de vista de su inmediatez: lo que dijo o no, la promoción que hizo de su testimonio la oposición y los monopolios mediáticos, etc.

Habría que completar este capítulo con los descargos del oficialismo, que llegaron por boca de De Vido y de Aníbal Fernández. Ellos pidieron que hablen los empresarios supuestamente coimeados. Hasta ahora, los fabricantes de maquinaria agrícola como Pauny, lejos de convalidar las acusaciones de la oposición, han asegurado que todo fue correcto. Que el 15 por ciento abonado a las "traders" (intermediarias) es un método habitual en los negocios internacionales y su pago no significa ninguna coima.

Los funcionarios también precisaron que el Fondo Fiduciario era venezolano, originado en Pdvsa y que las autoridades de esa empresa y del gobierno venezolano eran los responsables de su movimiento. No Argentina. La denuncia del ex embajador aseguraba que de ese Fondo habrían faltado 13 millones de dólares.

Lo más importante es otra cosa. La oposición conservadora en Argentina (y en Venezuela), en alianza con los medios privados monopólicos de uno y otro país, pero sobre todo en sintonía con el Departamento de Estado norteamericano, están obsesionados en romper la unidad entre los dos países sudamericanos.

Esa campaña busca desprestigiar los acuerdos binacionales desde 2004 a la fecha y que han sido muy positivos para las dos partes. Argentina le vendió títulos públicos por varios miles de millones de dólares al gobierno de Hugo Chávez, cuando nadie los compraba ni prestaba, invocando el default y el canje de la deuda de 2005. La derecha vernácula, como Doña Flora, criticaba que Caracas cobraba altos intereses.

Nuestro país también acudió a la compra de fuel oil venezolano para alimentar centrales eléctricas, cuando podían producirse apagones por falta de inversión de las privatizadas y por aumento de la actividad económica.

Cuando arreció la crisis, fue clave la exportación de maquinaria agrícola como hicieron Roque Vassali, de Firmat, y Pauny (ex Zanello) de Las Varillas. Así este sector pudo mantenerse y aumentar en 4.000 los puestos de trabajo.

Esos tractores y cosechadoras desfilaron el 19 de abril pasado en Caracas, en el festejo venezolano del Bicentenario de su primer gobierno patrio, en el marco de una parada militar y cívica. Muchos presidentes habían sido invitados, entre ellos Cristina Fernández, seleccionada como única oradora extranjera en la conmemoración política de la Asamblea Nacional.

Al día siguiente, los dos mandatarios firmaron 14 acuerdos binacionales nuevos, sumados a otros 11 entre sectores privados, redondeando 25 nuevos compromisos. Los dos países se complementan en lo económico (Venezuela con la energía y divisas, Argentina con los alimentos, equipos de salud, autos, barcos y maquinaria agrícola). Y tienen buena sintonía en lo político -que no es total como se aprecia en la diferente actitud hacia Irán-, por lo que desgastar y arruinar los vínculos de Caracas y Buenos Aires es el objetivo de quienes son funcionales a Washington.


La Arena, 03 – 07 – 10

La Quinta Pata

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