Ramón Ábalo
Los cantitos xenófobos de algunos marinos chilenos son apenas una mínima expresión de una porción mayor del patrioterismo, densa deformación del patriotismo, que se instala - el patrioterismo - en lo simbólico del genuino amor a la tierra, y no con las raíces en ese pedazo de tierra donde se estudia, se trabaja, se ama y se sufre. Lo simbólico de la escarapela, la bandera, el himno, las marchas patrióticas con ritmo militar y sahumerio clerical. Y algo por el estilo se evidenció en un sector de los cadetes de la escuela de policía de la provincia de Mendoza, expresiones que se suelen repetir en otros ámbitos, pero que se agudizan en tiempos de crisis.
La hecatombe social y económica que resultó el menemismo, al menos aquí en esta provincia, la discriminación xenofóbica se palpaba desde los sectores del trabajo contra los inmigrantes de los países limítrofes. Las largas colas para conseguir por lo menos una changa se erigían, además, en tribunas de insultantes epítetos contra el "bolita" (boliviano), el "paragua" (paraguayo), el "chilote" (chileno). Al linterior mismo del país, el mendocino con el sanjuanino, este con el porteño, y así de seguido.
Hace unas cinco décadas atrás, allá por el 1953, un grupo que empezaba a transitar la escritura y la realidad política, en tiempo en que florecen las utopías, resolvimos editar una revista a la que denominamos Voces, con cierto tufillo sociológico y literario. A alguien se le ocurrió invitar a Sabato, que recién daba a conocer su novela "El Túnel", un éxito literario de entonces. El escritor ya famoso aceptó el convite y entre charla y charla, en un momento nos describió su visita que había realizado a la Alemania que comenzaba su carrera imperial con la férula genocida de Hitler. Y el meollo de sus comentarios fue que el fenómeno colectivo del pueblo alemán, su adhesión incondicional al terrorismo hitleriano, se debía a que del brazo y el poder de la burguesía industrial-militar, el sistema había instalado en el imaginario popular la recuperación del poderío imperial, vencido y fracturado por la derrota en la primera guerra mundial. Y las apelaciones a un patrioterismo que se instalaba por la exaltación de lo simbólico, entre ello lo militar, exaltado diariamente por las continuas columnas militares que marchaban por las calles y al frene las bandas que interpretaban tradicionales himnos y marchas que recuperaban el valor de la germanidad. La música de Wagner y la filosofía de Nietzsche eran usurpadas por el poder para regodeo patriotero de los sectores medios. Las Walkirias de "Los Nibelungos", doncellas guerreras de la mitología nórdica para defender el olimpo germánico del acecho de los nibelungos (el enemigo ancestral) y recoger las almas de los héroes muertos en batalla. Exaltación simbólica del patrioterismo para un mundo en llamas.
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1 comentario :
Estoy totalmente de acuerdo con la opinión de Ramón Ábalos y son, efectivamente, en los momentos de crisis cuando más se fomentan los actos de patrioterismo que no tiene nada que ver con el patriotismo.
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