lunes, 16 de junio de 2008

Con su permiso excelencia

Alberto Atienza

Señor Gobernador:

Como la mecánica de las audiencias para con su persona es larga, críptica, la distancia que el poder impone a las bases de las que emana ese poder, es que opto por esta forma epistolar de comunicación, vía gráfica, internet, volantes, grafitis o lo que venga a mano. Una breve historia Gobernador (linda palabra: Gobernador. La enaltecieron San Martín, los Lencinas, Brisoli, Llaver, Evans) Hoy le toca usted portarla ante nosotros. Muy importante el término y lo que significa. La carga enorme de dignidad y democracia que conlleva, ajada por mandatarios entreguistas del patrimonio del pueblo, por viajeros impenitentes a los que les pagamos paseos por Europa y hasta el perfume de las hetairas que los visitaban en las suites de hoteles 5 estrellas. Hombres comunes que llegaron al gobierno a bordo de un Renault 12, sobre el que hicieron la campaña en ancas de la marchita y ahora son grandes financistas fundacionales. Gobernador, con todo respeto, recuerde que la gente (la evolución es innegable) cada vez es menos crédula, menos tonta. La gente lo mira Gobernador. Ausculta sus actos. Analiza sus muy humanas, contradicciones. Observa, más duramente, a quienes usted instauró en áreas de segunda línea, aparentemente intrascendentes, como Cultura. Y no, gobernador. Cada segmento, grande o chico del Estado tiene tras de sí a muchas personas llenas de sueños, hogares en marcha hacia otros futuros hogares, nuevas familias. Obras de arte. Proyectos de vida.

Usted es el merecedor del máximo de los respetos que la ciudadanía puede brindar a un hombre en una provincia. Fue ungido Gobernador. No se le exigirán milagros, prodigios financieros, obras megalómanas. Le pedirán solamente retribución de lo que le ofrendaron: respeto.

Por ejemplo, impulsar desde el Ejecutivo, gran propulsor de leyes, un texto legal que impida la enajenación de miles de hectáreas de nuestra tierra que pasa dólares o pesos malayos o lo que fuere a manos de extranjeras. No Gobernador. Que sea el Estado provincial con los superávits emergentes de Rentas, de las regalías, quien adquiera esos terrenos que pasan a ser de propiedad de desconocidos. De señores de ojos rasgados, muy pintorescos para un film de TV, pero insoportables como amos de cuencas acuíferas o de lagunas encantadas o pozos de ánimas. Forasteros, con sus cercos y alambradas en nuestra propia tierra. Extraños que de pronto en esas inmensas extensiones, en su terruño, gobernador, y también más allá en el gran sur, construyen aeropuertos, instalan aduanas, edifican estados alienígenas dentro de nuestra Patria. Gobernador, sentemos precedentes, acá en nuestra casa y que el ejemplo cunda. Si un inútil decide vender tierra argentina, mendocina, a poderes extranjeros, págueles usted Gobernador. Usted y nosotros. Ya se le ocurrirá qué hacer con esos grandes latifundios. Seguramente, más allá de aciertos y yerros, será mejor que convertirnos en vasallos, en servidores de asiáticos, yanquis, europeos que ya tienen sus lugares de pertenencia que es donde deben estar. Y no acá...

No es lo mismo comprar en tres millones de dólares la residencia que fue de Humprey Bogart y Laurent Bacall, en Malibú en Bel Air o donde fuere, que adquirir extensiones de acres de una tierra llena de sol, de agua, de vida. Que los amarillos coqueteen, oro mediante, con los inventores de esa liturgia de celuloide, en la que siempre triunfan los buenos, el amor, los boxeadores blancos, los héroes de una guerra perdida (Vietnam) Los perros lassie y los patos mc donalds.

Un tema. Uno solo. Hay más. ¿Se anima Gobernador a poner los productos de gallina arriba de la mesa?

La Quinta Pata

La Quinta Pata

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