Mercedes Ezquiaga
En su nuevo libro La filosofía y el barro de la historia, un voluminoso tomo de 800 páginas, plantea que “hay que volver a la filosofía entendida no como un ámbito cerrado de especialistas, sino a la que responda a los problemas que angustian a los hombres, la que se hunda en el fango de la historia”.
Así lo dijo el escritor y filósofo, durante la presentación de la obra publicada por Planeta, ante un nutrido auditorio que desbordó el segundo piso de la librería El Ateneo Grand Splendid y asintió con la cabeza ante cada una de sus declaraciones, para después hacer una larga fila y conseguir la firma del filósofo en cada uno de sus libros.
“En un momento -dijo el autor- en que la filosofía ha clausurado por completo la posibilidad del hombre de rebelarse, o se agota dentro del análisis del lenguaje, este libro intenta demostrar que los seres humanos, por más que estemos determinados por la historia, el lenguaje, el inconsciente, la trama histórica o lo que sea, todavía tienen que poder ser totalmente libres”.
“Aunque sea muy pequeño ese lugar -continuó-, aunque estemos condicionados por todo, aunque no hablemos una lengua, sino que seamos hablados por esa lengua, aunque el inconsciente esté estructurado como un lenguaje, aunque seamos juguetes de la historia y de nuestras determinaciones históricas”, sostuvo.
“Hay una gran frase de (Jean-Paul) Sartre que dice todo lo que yo podría decir: `uno es lo que hace con lo que hicieron de él´, para mí, una de las frases más geniales de la historia de la filosofía y de la historia de la humanidad”, disparó.
Para Feinmann, “uno tiene que poder ser todavía el sujeto absoluto porque si no, no puede ni siquiera ser responsable de los actos que comete y así todos seríamos inocentes por ser juguetes de la historia. Incluso (Jorge Rafael) Videla sería inocente porque se podría demostrar que estaba determinado a hacer lo que hizo. Tenemos que reivindicar la elección de que nuestros actos son nuestros, y son fruto de nuestra responsabilidad”, destacó.
Leer todo el artículoEn este libro, el autor aborda los nombres de la filosofía occidental “Descartes, Hegel, Marx, Nietzsche, Heidegger, Sartre, Foucault, Adorno y Horkheimer, Derrida” como representantes de cada época en la que les tocó vivir, “con la convicción de que la filosofía tiene que ayudar a comprender la historia, ya que es hija de una época, que a la vez expresa, refleja e ilumina”.
“La propuesta del libro, que ojalá lo logre, es volver a la filosofía que responde a los problemas que angustian a los hombres. La filosofía tiene que volver a pensar la historia y para eso, tiene que hundirse en el fango de esta, salir de la morada del lenguaje. Hay que reconstruir la historia, hasta el último fragmento, para construirla de nuevo y para poder actuar”.
El diálogo, que estuvo coordinado por Nino Ramella, sobrevoló también el capítulo dedicado a Descartes y su declaración de la muerte de Dios: “`Pienso, luego existo´ es la formulación más revolucionaria de la historia del pensamiento de la humanidad, porque está diciendo ‘parto de mi subjetividad como primera verdad establecida’, en un mundo donde la teología medieval establecía que la verdad revelada venía de Dios”, explicó.
“Y luego, Descartes dice `dudo de todo, de lo único que no puedo dudar es de mi duda´, que es el principio de la libertad, dudo del poder, de lo que me quieren dar, dudo de todo aquello que me viene de afuera, de lo único que no voy a dudar es de esta duda, porque es el fundamento de mi pensamiento, entonces lo primero que atacaba su duda era Dios”, aseguró.
“En la Edad Media hubo doce siglos de aburrimiento total, porque el que revelaba la verdad era Dios, entonces yo para que me voy a calentar y al que crea algo distinto, la Inquisición lo mataba, hasta que Descartes publica en 1637 El discurso del método y dice no hay verdad revelada, el hombre tiene que producir su verdad, con lo cual está diciendo, el hombre tiene que hacer la historia, ya no podemos esperar que nos la resuelva Dios”.
¿Ese pensamiento aceleró la historia?, inquirió Ramella. “Si -dijo Feinmann, y la aceleró tanto que entre 1637 y 1789, poco más de cien años, quien le corta la cabeza a Luis XVI es Descartes, porque dudar de todo también es dudar de los reyes. Lo que geográficamente hizo Colón descubriendo América para el capitalismo, en filosofía lo hizo Descartes, descubriendo el sujeto”.
Para Feinmann, el libro tiene un estamento crítico y otro pedagógico, que es “fundamental, cuando un filósofo escribe, su mayor felicidad debería ser la de ser comprendido, la de entender el mundo y ayudar a entender, entender a los seres humanos y ayudar a los seres humanos a que se entiendan, en la medida que uno entienda algo transmitirlo de la manera más clara posible”.
Sobre la actualidad, el intelectual dijo que “el gran relato de la historia volvió a instalarse con el atentado a las Torres Gemelas, un acontecimiento universal. Hay que pensar en totalidad: Occidente, Oriente, terrorismo, el Corán, cómo funciona American Airlines, tantas cosas que poner en juego para poder totalizar, ahí asistimos a un gran relato, murieron las pequeñas historias”.
“A través de los medios de comunicación es como el poder hoy domina, sujetan al sujeto constantemente, entonces las formas alternativas son formas de generar conciencia”. Como dice el autor en las primeras páginas: “En estos tiempos de reinado del sujeto absoluto comunicacional, en los que resulta difícil descifrar los sofisticados métodos del poder para dominar la existencia, es hora de volver a la filosofía, para que su lucidez y su relación crítica nos vuelvan a iluminar”.
Télam, 16 – 10 – 08
La Quinta Pata
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