Adolfo Pérez Esquivel
Asistimos a la verborragia de palabras vaciadas de contenido y expuestas para herir, mentir y denigrar. Y son tan peligrosas como un arma. La palabra es pensamiento y energía, con una palabra podemos amar y con una palabra podemos odiar. La fábula de Esopo sobre la lengua señala lo mejor y lo peor que tiene la palabra.
Nos toca vivir una época de fuertes contrastes, de la aceleración del tiempo, de grandes avances tecnológicos y científicos, donde la palabra tiene un lugar multiplicador que es utilizado por los medios de comunicación. Y, lamentablemente, personeros locales malintencionados, para herir y denigrar al Gobierno, lo hacen hiriendo a personas que siempre fueron solidarias con el pueblo y coherentes en el decir y el hacer, en su compromiso con la vida.
Artistas queridos y respetados como son Mercedes Sosa, Teresa Parodi, León Gieco, Víctor Heredia, que lograron que la palabra camine hecha canción para recrear las conciencias y el espíritu en la resistencia y esperanza del pueblo, son víctimas de ataques de esos personeros que utilizan cualquier medio disponible, semejante a ese diputado que entraba en la Cámara y decía: “No sé de lo que hablan, pero me opongo”. No vacilan en lanzar discursos y ataques para denigrar y generar actitudes de rechazo contra los artistas y acusarlos de convivencia con el Gobierno utilizando los medios de comunicación en una oposición desenfrenada.
Señalan que han recibido dinero del Gobierno por sus recitales y que eso los condiciona a las políticas oficiales. Pretenden hacer creer que “el Gobierno ha comprado la simpatía de reconocidos artistas y su participación en actos políticos. Es el mismo modus operandi con el que seduce a organismos de derechos humanos, medios e intelectuales”.
Leer todo el artículoEsa campaña, acompañada por políticos sin escrúpulos de diversos orígenes, que no reconocen nada positivo, utiliza en sus críticas a los artistas, y de esa forma atacan al Gobierno y desparraman “mierda” por los medios de comunicación, que terminan incomunicando y tergiversando la verdad. Guardan silencio acerca de lo que requiere la organización de un recital: participan otros músicos, equipos de sonido, instrumentos y transporte, la iluminación, los técnicos, entre otras necesidades. Se jerarquiza y mantiene el nivel profesional. Los ataques contra los artistas son una ofensa a ellos y al pueblo al decir que son “comprados por el Gobierno”.
Esos personeros de los medios de comunicación manejan grandes sumas de dinero y mentiras juntas. En su campaña buscan desestabilizar al Gobierno y no miden, ni los detienen los valores ni la ética, porque no los tienen. Han matado la libertad de prensa y privilegiado la libertad de empresa. No son sinónimos.
Disponen de grandes recursos para imponer en la opinión pública sus propios intereses, para fomentar y fogonear a los sectores golpistas que los sostienen. Esto que señalo no es nuevo, lo vienen utilizando de diversas formas. Es el ataque permanente y la consigna “queremos más seguridad”. Culpabilizando a la pobreza diciendo “que todos los chicos pobres son delincuentes”. Lo hicieron en la campaña de Blumberg y continúan hasta el día de hoy, buscando imponer políticas represivas, la mano dura, y reclaman bajar la edad de imputabilidad de los jóvenes. La única solución es construir más cárceles y no buscar soluciones de prevención y contención social.
Lo han hecho durante los cuatro meses en los paros del “campo”, alzado para defender sus intereses sin interesarle el pueblo, que sufrió las consecuencias.
La hipocresía es enorme, y la palabra, al perder su identidad y valor, se transforma en palabra mafiosa. Sería bueno que tengan en cuenta que la palabra sin la acción es el vacío y que la palabra por fuera de la comunidad y el espíritu es la muerte. No se suiciden; hagan respirar la palabra con dignidad.
No soy oficialista, soy crítico del Gobierno y le pido que corrija los errores, que deje su política autista y abra el camino del diálogo, para recuperar la soberanía de nuestro pueblo. Pero no soy golpista. A este Gobierno, con sus aciertos y errores, hay que sostenerlo porque su fracaso es el fracaso del país y eso no lo queremos.
Gracias a Dios hay periodistas que tienen el coraje de defender la verdad y poner en evidencia los valores de los artistas queridos por nuestro pueblo y otros pueblos en el mundo, que honran al país por su solidaridad y dignidad. Hacen caminar la palabra y la acción hecha canción. Nos dan el alimento a la conciencia y al espíritu en la lucha y la resistencia. Nos enseñaron a descubrir la esperanza como en el canto que nos dejó Violeta Parra: “Gracias a la vida, que me ha dado tanto...”. Querida Negra, Tere, León, Víctor, Adriana y tantos otros y otras que luchan por un país mejor, un gran abrazo de Paz y Bien.
Página 12, 10 – 11 – 08
La Quinta Pata
No hay comentarios :
Publicar un comentario