La Provincia no se opone a la venta del teatro Mendoza. No declarará patrimonio cultural al disputado teatro. Al contrario, el Gobierno apoya la iniciativa privatista de Víctor Fayad. Lo confirmó Cazabán: “la relación con el intendente es muy buena, las líneas telefónicas funcionan maravillosamente”. No habría que alarmarse después de todo, porque ¿cómo un conserveta va a ir en contra de una movida de uno del mismo palo, por más que el Viti sea radicheta y el Celso la cara mendocina de lo peor entre los peróneos? Cazabán informó: “. . . aunque un grupo de personas está en contra de esta venta, el pueblo no gobierna ni delibera si no a través de sus representantes”. Cita berreta de la Constitución Nacional, especialmente en tiempos actuales de alegadas profundizaciones democráticas. ¿Qué habrá querido decir?:“- bueno, nos votaron, ahora a joderse”, o quizá: “- quedarse en el molde apreciados díscolos, que nosotros, los votados, sabemos mejor”. Método petrificador de cualquier posibilidad de participación ciudadana, de transparencia institucional y de extensión de nuestra perfeccionable democracia. En fin, no hay que bajar los brazos, pero qué se podía esperar de semejantes pelmazos.
La Quinta Pata
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