Verónica De Vita
Los vecinos del loteo Danti viven lejos de la ruta, se unieron para comprar una nueva bomba. El arreglo del camino, transporte, salud y educación, son sus anhelos.
Aunque permanentemente nos llueven datos fríos acerca de las condiciones de pobreza en que viven muchos sectores de nuestra sociedad o alguna que otra historia, quienes vivimos con las comodidades de la ciudad no tenemos noción del esfuerzo cotidiano y las condiciones de vida de aquellos a los que todavía no les llega "el progreso".
¿Cómo será vivir en medio del campo, casi sin transporte, casi sin médicos, casi sin agua? La gente de El Algarrobo, en Tunuyán, así vive, pero al menos organizándose ha resuelto a pulmón el tema del agua; a pesar de sus limitaciones económicas y educativas lograron juntar dinero y reemplazar la bomba que les abastecía desde una surgente.
Hasta el año pasado contaban en sus casas con un hilito de agua que, generoso, se ofrecía a sus habitantes sólo algunas horas de la mañana y otras de la tarde. Cuando la precaria bomba se rompía quedaban sin suministro varios días y debían buscar el preciado líquido en las fincas aledañas que tienen sus propios pozos.
Según explicó Pamela Lizarra (19) de la unión vecinal, la bomba había sido instalada cuando se conformó este caserío llamado Loteo Danti, allá por los '60 para abastecer a las 20 casas originales. El loteo creció y ya cuenta con 100 casas las que, además, están habitadas por numerosas familias, lo que trae aparejado un importante consumo.
Unión vecinalEs así que para resolver el asunto se organizó la unión vecinal a principios de 2008, conformada por seis miembros. La solución: cambiar la bomba; una nueva y su instalación costaría la módica suma de $13.000, un número exorbitante para este vecindario de cosechadores que vive de su trabajo en las fincas que rodean el caserío.
Leer todo el artículoLa unión vecinal comenzó a recaudar lo que se llamó "la cuota del agua", $7 que todos los meses pagó cada familia, comentó Verónica Garín (33), una de las responsables. Al mismo tiempo se organizaron varios eventos como campeonatos de truco o de fútbol.
Los participantes pagaron una inscripción y además allí se habilitó una cantina que también dejó algunos dividendos. Se hicieron también bingos, los jugadores debieron pagar el cartón y además colaborar con alimentos no perecederos que conformaron los premios.
Así, en una muestra de cooperativismo y creatividad lograron sumar un poco más de $ 3.000. La diferencia la aportó la municipalidad tunuyanina y los vecinos lograron tener su nueva bomba.
Pero no todo termina allí. El agua del surgente debe ser desinfectada con cloro de acuerdo a ciertas premisas que el EPAS le ha dado a los vecinos. Ellos realizan turnos rotativos para cumplir con esta tarea indispensable para todo el barrio. Además siguen pagando la cuota del agua, que ahora es de $ 10 y se utiliza para cubrir los costos de electricidad y mantenimiento de la bomba.
Otras dificultades
Uno de los principales inconvenientes que enfrenta el barrio es el de los caminos. Al lugar se accede por precarias calles de tierra, varios kilómetros campo adentro, dejando la ruta atrás. En los días de lluvia llegar al Loteo Danti es imposible, Pamela cuenta que ni siquiera ingresa el micro.
Incluso en muchas oportunidades han quedado sanitariamente aislados ya que los médicos y especialistas que deberían ir deciden dejar el trabajo ya que sus vehículos, expuestos a un tramo complicado de camino, con el tiempo resultan seriamente dañados. Han estado hasta dos meses sin atención médica; lo mismo ha sucedido con psicopedagogos y asistentes de la escuela.
Tienen la opción de ir a la ciudad y atenderse en el Hospital de Tunuyán pero aquí el problema es otro. Dada la frecuencia del colectivo no alcanzan a llegar temprano y no obtienen los turnos. La otra opción es apelar a un "taxiflet" que les cobra alrededor de $ 40.
Ahora se están organizando con el tema médico en el barrio, pero aún es insuficiente, dan diez turnos por día para treinta personas que lo solicitan.
Pamela y Verónica rescatan el apoyo recibido desde el municipio, sin embargo no han obtenido resultados positivos para sus reclamos efectuados a la Dirección Provincial de Vialidad.
La mayoría de los niños, si por casualidad terminan séptimo grado, de allí pasan directamente a las fincas. No hay una escuela secundaria cerca y poder enviar a los niños allí implica un costo que los padres no pueden solventar.
Los Andes, 15 – 02 – 09
La Quinta Pata
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