domingo, 8 de marzo de 2009

Decantando, decantando, decantando

En momentos de crisis, las contradicciones afloran, es el resultado dialéctico natural del devenir histórico. Las crisis permiten ver lo más profundo del ser humano, sus esencias y sus miserias, sus potencialidades y falencias. Las cosas se van decantando, y en la vera del camino van quedando los que no son, adelante se van perfilando los que han entendido las contradicciones profundas. No es una selección natural darwiniana donde sólo sobreviven los “mejores”, es sólo que las cosas se van decantando y las miserias afloran, las de aquellos que creen que las cosas cambian sólo porque lo deseamos y las de aquellos que creen que sólo actuando, haciendo y resistiendo cambiamos las cosas.

Atrás quedan los egocentristas, los que se creen llamados por la divina providencia para grandes menesteres, los prohombres de la nada. Aquellos que se parecen al amo, y que siempre han soñado no con matar al amo, sino en parecérsele para tener a su vez vasallos. Son los mismos atados por un cordón umbilical al poder y a sus mieles. Tienen sueños de corto vuelo, no sueñan con transformar la sociedad, sino en la manera cómo esta puede cambiar para beneficiarse ellos, una embajada, una beca, un aplauso, ese es su paradigma.

Se van quedando rezagados aquellos que renunciaron a cambiar la sociedad, aquellos que ya dejaron de indignarse frente a la opresión, de indignarse frente al enemigo de clase, de aquellos que han perdido toda noción de alteridad, de compañerismo, de camaradería, aquellos que se venden por una lagaña, haciendo abstracción de las lealtades mayores, de las utopías soñadas, de la ternura, aquellos que olvidaron dónde queda el sur.

Todos y todas han llegado como a cumplir una cita, ahí están los que son y son los que están, los que se tomaron en serio seguir resistiendo frente a la tiranía, arropados en ese derecho que todo ser humano tiene frente a la tiranía, allí están, yo los veo incólumes frente a la recompensa, altivos frente al tirano, altaneros frente al Estado de sitio, frente a la ley no consultada, en rebeldía frente a un estado de derecho de papel, y altivos frente al guerrero vencido.
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Allí están, nosotros los vemos, en la plaza de mercado en el rebusque, en el semáforo rojo vendiendo sueños, en el cabildo y en la miga, en el sindicato, en la prendería, en las montañas, en el tropel, en la toma callejera, en la pinta. Allí no hay lugar para los neutrales, la neutralidad no existe cuando se pasa hambre y cuando se es víctima. O se está con el verdugo o se le combate, o se está presto a portar las cadenas o se insurrecta para romperlas. La guerra no es una opción escogida, es una imposición de otros para perpetuarse en el poder. A Quintín Lame y muchos otros los obligaron a hacer la guerra, ellos no escogieron. Son los otros, los que escogieron por nosotros, sin preguntarnos nada. Por eso, allí no hay lugar para las ambigüedades, ni para los traidores, ni para los soplones. Las cosas se van decantando.

En medio de su contradicción profunda la oligarquía colombiana mueve sus fichas, cada uno enseña sus colmillos sedientos de sangre.

Del otro lado, una mujer empuña un fusil, ella observa y espera en silencio desde su trinchera el paso del tirano. En la plaza pública otra se dirige a la multitud explicando que no hay que tener miedo, que lo más importante es la organización y la lucha. Otra vende unas flores mientras junto a ella un chino duerme ignorando su mañana. Otra, cuenta los pocos pesos e inventa un almuerzo; en la fábrica, una mira pasar los productos que no detienen su incesante paso de cadena. Otra, finge dormir mientras siente que su compañero lucha en silencio contra el insomnio. Mañana será otro día piensa. Otra está ahí produciendo riqueza para otros, mientras su jefe le toca sus nalgas sin pedir permiso. Otra mira desde su ventana, su mirada se pierde en la distancia, ella es consciente que las cosas se van decantando, luego sonríe. Otra suda en silencio, siguiendo las instrucciones de un hombre vestido de blanco, puja y puja, luego siente que se le desgarra el alma, en un instante eterno. La otra se mira al espejo, se arregla el cabello y se sabe bella. En medio de esa multitud ellas reinventan el mundo y lo sostienen, saben que llegan tiempos difíciles, pero no importa, la resistencia comienza en cada mañana como en un eterno comienzo dialéctico, resistencia siempre mujer.

ANNCOL, 08 – 03 – 09

La Quinta Pata

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