viernes, 6 de marzo de 2009

Un trueque de verduras para enfrentar la crisis

Trueque de verduras

Verónica Gordillo

Está ubicado en el Mercado Cooperativo Colonia Bombal. En los últimos meses creció el número de vecinos que llevan mercadería y ropa para trocar. Funciona los jueves y sábados.

Yolanda Villegas y un grupo de vecinas alquilan todos los sábados un rastrojero para ir desde El Challao, en Las Heras, hasta Colonia Bombal, en Maipú. El viaje es largo, pero vale la pena. Las mujeres cambian mercadería o ropa por verduras y frutas recién salidas del surco en el único trueque que sigue funcionando en el Gran Mendoza.

Para Yolanda y sus vecinas, el trueque del Mercado Cooperativo Colonia Bombal es la mejor alternativa para enfrentar la crisis. “En el barrio es imposible comprar verdura, de este modo nos ayudamos entre todas”, contó la mujer, mientras regateaba con una de las productoras.

El trueque nació hace cinco años, el mismo día que un grupo de productores dijo basta, y soñó con formar una cooperativa. No querían seguir arando sus cultivos por los bajos precios, ni comercializarlos a través de terceros, que se quedaban con la mejor parte.

Después de muchas luchas, diez chacareros lograron poner en marcha la cooperativa, hoy son 280. Desde el primer momento pensaron en la posibilidad de poner en marcha un trueque en el corazón del mercado. La intención era que al final del día no les quedara ningún producto.

Las frutas y verduras que los campesinos no comercializan a lo largo de la jornada, las trasladan al sector donde funciona el trueque. Eso hace que en el mercado siempre haya productos frescos y que todos ganen.

Tiburcio Coro fue uno de los primeros chacareros que se integró al mercado. Dice que en tiempos de crisis la situación es difícil para todos, aunque destacó el incremento de la cantidad de gente que llega al lugar para canjear productos.

El trueque atrajo a muchas personas que de otro modo no podrían comprar productos frescos. Pero desde hace unos meses – desde que la palabra crisis se repite cada cinco minutos en todos lados – la cantidad de visitantes creció hasta llegar a las 3.000 personas que todos los sábados se reúnen en el enorme predio ubicado en calle Don Bosco.
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Mientras vigila que la gente traiga mercadería de calidad para trocar, la presidenta de la cooperativa, Ana Vanrell de Morales, se encarga de promocionar la entidad. Asegura que venden las frutas y verduras a precios muy bajos, y que si alguien no puede pagarlas, tiene la posibilidad de participar en el trueque. “Lo único que pedimos es que sean honestos, que traigan mercadería y ropa de calidad, porque acá les ofrecemos productos de primera”.

Como para probar la veracidad de sus palabras, Ana convida a quien quiera comer ciruelas y uvas, que dice no se parecen en nada a las congeladas. Estas son puro sabor.

A la fila
El trabajo en el mercado cooperativo comienza cuando todavía no amanece. Los chacareros llegan en camionetas y colocan las verduras frescas en sus puestos.

Los jueves y sábados –a eso de las nueve– analizan cuánta mercadería les queda y envían la mayor parte al sector del trueque ubicado al fondo del predio. Allí mujeres y hombres colocan las verduras en sus rudimentarios puestos –hechos con palos y cañas– para que las puedan apreciar.

A las 9 comienza a juntarse gente en la puerta del trueque, pero nadie entra. Saben que deben formar fila y esperar a que el único vigilante del mercado, Víctor López, les dé el visto bueno. Antes de eso, el hombre les pide a las productoras que también formen fila, porque no quieren que nadie tenga ventaja a la hora de cambiar productos.

En la fila de los que llegan a trocar hay vecinos de distintos departamentos, unos traen ropa, otros mercadería y hasta útiles escolares para cambiar por verdura.

Pasadas las 10, las personas pagan los 50 centavos que cuesta ingresar al trueque –que sirven para pagarle a quien limpia el lugar–. Poco después, Víctor da la orden de ingreso.

Desde ese momento el sector se transforma. Productores y vecinos ofrecen sus productos, se los intercambian, regatean, y al final llegan a un acuerdo.

Hace un año que Analía Astorga llega desde Guaymallén para intercambiar productos. “Acá tienen la mejor verdura”, comenta y a modo de muestra abre su bolsa de donde asoman berenjenas y zapallos.

Lidia Lazarte, que vive en Estación Espejo, contó que el trueque le conviene, porque es la única posibilidad de conseguir verdura a bajo costo.

Para Esther González, que viaja desde Godoy Cruz, el trueque es una bendición porque le permite llenar la heladera de frutas y verduras de primera calidad.

Marta Maigua cree que en el trueque nadie pierde, sino que todos regresan a su casa con lo que necesitan: los productores con mercadería y los vecinos con frutas y verduras.

A veces las transacciones se complican. Una de las chacareras, Genoveva Cruz, comentó que hay gente que no se conforma y quiere mucha verdura por poca mercadería. Pero después de un rato de transacciones, las partes llegan a un acuerdo.

En el trueque del Mercado Cooperativo Colonia Bombal no hay papelitos ni monedas de cambio, sólo hay frutas y verduras frescas y gente con ganas de hacerle frente a la crisis.

El Sol, 06 – 03 – 09

La Quinta Pata

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