martes, 14 de abril de 2009

Deporte, dictadura y desaparecidos *

Matías Soria

Gisela Tenenbaum y Ana María Moral, dos buenas nadadoras de YPF y Andes Talleres, forman parte de la triste nómina de 30 mil desaparecidos que dejó la dictadura militar. Aquí, junto a sus familias, recordamos sus logros y sus ideales.

Aunque cubiertos con una leve capa de polvillo, los trofeos deportivos aún siguen ahí, apilados en la repisa de la habitación e inmunes al paso del tiempo, como también los cuadros, las fotos y los recortes periodísticos, que son fiel testimonio del paso por esta vida de dos jóvenes mendocinas apasionadas tanto por el deporte como por su inclaudicable compromiso por los ideales de un mundo mejor.

Se trata de Gisela Tenenbaum y Ana María Moral, dos prometedoras nadadoras del club YPF y Andes Talleres, respectivamente, que forman parte de los miles de jóvenes asesinados y desaparecidos que dejó la última dictadura militar.

Y a 30 años del golpe del 24 de marzo de 1976, es necesario mantener viva la memoria colectiva, un ejercicio que debe hacerse desde todos los ámbitos: en la cultura, la educación, la política, los derechos humanos y también desde el deporte, ya que son muchos los atletas desaparecidos como consecuencia de la acción del terrorismo de Estado, los cuales (por desconocimiento u omisión) no han tenido la difusión que merecían.

En este sentido, y para no caer en el olvido, bien vale la pena sumergirse en la historia de vida de estas dos excelentes nadadoras mendocinas, a través del relato de Guillermo y Helga (los papás de Gisela), y de Alberto, hermano de Ana María.

"De chiquita nomás Gisela se inclinó por el deporte, y a los 3 años ya nadaba en el Gimnasio Nº 1. Al poco tiempo un profesor vio que tenía condiciones y la llevó al club YPF. Allí comenzó a destacarse y a ganar campeonatos", rememora Helga.

"Ella competía en todos los estilos, pero se destacaba más en estilo pecho. Así comenzó a conseguir varios logros deportivos locales y a viajar representando a la provincia en los campeonatos argentinos en Neuquén, San Luis, Buenos Aires, San Juan y también en Chile", agrega el papá, Guillermo.
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En tanto que Alberto Moral rememora también sobre los inicios en el deporte de su hermana, Ana María: "Siempre toda la familia estuvo ligada al deporte. Mi padre, Manuel Moral, fue directivo de Andes Talleres, el club en donde Ana María se inclinó por la natación a partir de los 10 años", cuenta Alberto.

Pero además del deporte, Gisela y Ana María fueron brillantes estudiantes. Gisela fue escolta en la primaria y abanderada en la Química. Después se inscribió en ingeniería electrónica en la UTN. Mientras, Ana María fue abanderada en la primaria Juan Martínez de Rosas y en Filosofía y Letras de la UNCuyo ha dejado un legado de hermosos poemas. Lamentablemente unos asesinos troncharon dos vidas jóvenes cuando ambas tenían sólo 23 años.

Con los ojos brillosos por la evocación de su hija, Helga entrecierra por un momento esos ojos celestes iguales a los que tenía Gisela y comienza a recordarla: "¿Qué puedo decir yo como madre? Ella era una persona excepcional, siempre queriendo ayudar a los demás. Todo es muy doloroso, porque era una chica que tenía una vida por delante. Pero lo que me gratifica es que Gisela tuvo una linda vida. Al fin hizo todo lo que quería y fue exitosa en todo lo que emprendió, en el estudio y en el deporte. Por eso es bueno hacer memoria para las futuras generaciones y reivindicar a los jóvenes que lucharon por un mejor país para todos". *


Gisela


A las 5 del 4 de febrero de 1955, en una clínica privada de Capital, nació Gisela Lidia Tenenbaum, hija del matrimonio formado por Guillermo y Helga.

Sus estudios primarios los realizó en la escuela Ricardo Rojas, en donde fue elegida como mejor compañera y llegó a ser escolta de la Bandera. En la secundaria estudió en la Escuela Química de Las Heras, de la que egresó como abanderada con medalla de honor por su puntaje de 9,38 de promedio.

Desde chiquita Gisela fue muy activa en el deporte y a los 3 años ya nadaba en la pileta del Gimnasio Municipal de la Sexta Sección. Su predilección por la natación se intensificó aún más con el paso del tiempo, hasta que a los 10 años decidió inscribirse en el club YPF, llevada por su profesor de aquel entonces, quien le vio condiciones como para competir en torneos de natación.

A partir de ese momento, Gisela rápidamente comenzó a destacarse y a acumular relevantes logros deportivos en su prometedora carrera, erigiéndose como campeona mendocina y argentina, además de cosechar numerosos títulos en Chile. Lograba imponer su capacidad en todos los estilos, pero su mayor especialidad era el pecho.

A la par de su vocación deportiva, Tenenbaum continuó con sus estudios universitarios al inscribirse en la UTN en la carrera de Electrónica. Pero éstos quedaron truncos, ya que apenas pudo cursar dos años antes de ser secuestrada, en 1976, por la brutal acción de la dictadura militar, cuando apenas tenía 23 años.

Como todo joven de su edad, Gisela era una apasionada por el deporte, tenía valores, sueños y metas de vida por cumplir. Comprometida con la sociedad y el mundo que la rodeaba, decidió involucrase en el movimiento Montoneros. No quiso exiliarse en Viena en la casa de un tío y decidió quedarse en Mendoza, convencida de sus firmes ideales de luchar por un mundo mejor, mucho más digno, con justicia y libertad.

Nunca más se supo de ella y actualmente es parte de los 30 mil desaparecidos que fueron víctimas del gobierno de facto. Gisela Tenenbaum tendría hoy 53 años. *

La Quinta Pata

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