
Emilio Marín
Hasta ahora, con el beneplácito de la mayoría de los medios, la oposición venía cargando sobre los candidatos del gobierno. Pero en estos días fueron los hombres y mujeres de la oposición los que tuvieron sus salpicaduras.
La interminable escudería de medios de comunicación opositores venía pegando con un hacha al gobierno. Las candidaturas testimoniales de Néstor Kirchner y Daniel Scioli eran el motivo preferente de esa campaña durante las pasadas dos semanas. El breve congreso del justicialismo bonaerense, amañado como el de casi todos los partidos tradicionales, al confirmar de hecho esas candidaturas, se prestaba para echar más leña al fuego. El titular del PJ bonaerense, Alberto Balestrini, informó que mañana o pasado se reunirán con Kirchner y Scioli para "empezar a delinear el frente".
Sin embargo, las previsibles críticas que continuarán por la táctica oficialista de poner al tope de listas a personas que optarían por no asumir los cargos, debieron compartir cartel con algunos desaguisados que tienen por protagonistas a políticos de la oposición.
El más grave viene pegando hace varios días sobre los flancos de Francisco De Narváez y habla de una posible relación, negada por el candidato de Unión Pro, con el llamado "rey de la efedrina" detenido en Rosario. Horacio Verbitsky había publicado el domingo en Página/12 el facsímil de la sábana de Nextel con tres llamadas telefónicas desde el celular de De Narváez a ese personaje.
El representante del peronismo duhaldista y ex dueño de Casa Tía se presentó ante el juzgado que investiga esa causa y afirmó que no conoce al delincuente preso. Ahora la Aduana, que investiga contrabando y otros delitos cometidos, ha pedido a ese juzgado que cite a De Narváez a declarar como testigo.
En comparación con esa contrariedad, el control de alcoholemia que le dio positivo a Patricia Bullrich, dirigente de la Coalición Cívica, parece una cuestión leve de irresponsabilidad de adolescente. Según la ex de tantos partidos, sólo había tomado medio vaso de vino de mala calidad. La derecha que gobierna la Capital, por medio del secretario de Seguridad, Guillermo Montenegro, aseguró que la prueba de alcohol en sangre había dado un índice elevado y deploró la crítica que la demorada hizo a la fiabilidad de esos controles.
Leer todo el artículoMauricio Macri tampoco pudo esquivar algunas esquirlas de la lucha política, luego de las decisiones que adoptó personalmente. Al ordenar que su vicejefa de gobierno abandonara a menos de la mitad de su mandato para encabezar una lista de diputados nacionales, demostró que le interesa más su kiosco político que los vecinos que decía venerar. Gabriela Michetti confesó: "no es lo ideal no terminar el mandato". Dicho correctamente: es deplorable. Y algún costo político puede depararles a "Mauricio y Gabriela", porque en dos años no se vio el "va estar bueno Buenos Aires".
Pero el que llevó la peor parte de las noticias fue Luis Patti, que albergaba ilusiones de colarse en la campaña y zafar del penal. El juez federal de San Martín, Juan Manuel Yalj, elevó a juicio oral la causa contra él, Santiago Omar Riveros y Reynaldo Bignone, tras acusarlos de tormentos, privación de la libertad y homicidio en una de las tantas causas que componen la acusación por los delitos cometidos en el I Cuerpo de Ejército. En vez de sentarse en una banca, el torturador deberá seguir despuntando el vicio en el pabellón "de lesa humanidad" de Marcos Paz.
Rol de la prensa
Empecinada en una mirada opositora al gobierno, la mayoría de los medios minimiza o no evalúa esos tropiezos de Unión Pro, la Coalición Cívica, Paufe y otras agrupaciones. Lo único o fundamental para ese sector del periodismo es aumentar sus mazazos a la presidenta, sobre todo a medida que se aproxima el 28 de junio.
Aunque lo piensan, no se atreven por ahora a proclamarlo en los términos apocalípticos que lo hizo The Economist, que no se anduvo con remilgos. "Una derrota dura de los candidatos del Frente para la Victoria y de sus aliados podría bien precipitar el final del poder (del matrimonio presidencial), aumentaría el riesgo de que la Presidenta no termine su mandato y presagiaría una transición política agitada", auguró la revista británica.
Esa afirmación de que Cristina Fernández no va a terminar su mandato ya había corrido por cuenta de Carlos Menem, quien declaró que el gobierno tiene olor a cala. Eduardo Duhalde, otro inocente de prosa elevada, lo comparó con la fecha de vencimiento de un sachet de leche.
En ese marco no extrañó que Adepa publicara solicitadas y diera amplia publicidad al dictamen del titular de su Comisión de Libertad de prensa e Información, Carlos Gamond. Según ese informe, los argentinos estarían viviendo en el peor de los mundos pues asegura: "en sintonía con el serio debilitamiento institucional que se observa en varios aspectos de la democracia argentina, en los últimos seis meses la situación de la libertad de prensa se ha deteriorado gravemente".
Además de las habituales protestas de los dueños de medios agrupados en ADEPA por lo que consideran injusta distribución de la pauta oficial, en esta ocasión denunciaron una presunta persecución fiscal de la AFIP.
Como lo suyo es plenamente político, cuestionaron la iniciativa oficial, largamente demorada en casi 26 años democracia, relativa a una nueva ley de comunicación audiovisual.
El pronunciamiento empresario Adepa plantea cuatro exigencias tajantes: "a) la no regulación de contenidos periodísticos; b) el respeto a la situación actual de los medios, sin legislar retroactivamente, preservando el pluralismo y la diversidad existentes; c) evitar la discrecionalidad en la autoridad de aplicación; d) garantizar seguridad jurídica". Es llamativa esta toma de posición, tan beligerante y taxativa, de empresarios gráficos que supuestamente no estarían tan directamente afectados por un proyecto referido a radios y TV. ¿O será que Clarín, dueño de varias radios y señales televisivas, tiene tanto poder en Adepa?
Joaquín Morales Solá, Ricardo Kirschbaum, Nelson Castro y otros cotizados representantes del establisment mediático salieron a reforzar aquella postura, haciendo gala de notoria parcialidad política.
Contradictoria relación
Hace unos días detonó otra polémica entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional. El prólogo de esta discusión fue escrito por el secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner, quien cuestionó los planes económicos del gobierno argentino porque supuestamente lo reblandecían ante los embates de la crisis internacional. Eso motivó que la presidenta le planteara a Barack Obama en la V Cumbre de las Américas que sus funcionarios no se inmiscuyeran con opiniones públicas sobre la marcha de los asuntos en otros países (Cristina debería saber que, como en la fábula del escorpión, eso está en la naturaleza del imperio).
Luego fue el FMI el que, en un informe sobre las perspectivas económicas internacionales, juzgó que el producto bruto argentino caería 1,5 por ciento en 2009.
Eso fue refutado por el ministerio de Economía en un documento titulado "Los errores del FMI", incluso antes que Carlos Fernández viajara a Washington a la Asamblea anual del aquella entidad y el Banco Mundial. Ya en el lugar de esa reunión, el ministro cuestionó que el Fondo no preste a los países que lo necesitan y tenga un trato discriminatorio.
El director gerente, Dominique Strauss Khan y el director para América Latina, el chileno Nicolás Eyzaguirre, negaron tales imputaciones. Ambos contragolpearon con que, en todo caso, sus inexactitudes de pronóstico podían tener que ver con que en Buenos Aires no se les deja auditar sus cuentas.
El informe-réplica de Economía había hecho un prolijo inventario de las inexactitudes del Fondo en lo tocante al PBI y el superávit fiscal. Concluyó que si esos vaticinios hubieran sido correctos, el producto argentino sería 15 por ciento inferior al que es.
Lástima que esta postura digna de las autoridades argentinas frente al FMI no se corresponda con la que tienen ante el Banco Mundial y el BID. Tanto el ministro Fernández en la asamblea de la capital estadounidense como la presidenta en la Cumbre de Trinidad y Tobago, tuvieron elogios desmedidos a ese par de entidades. Pamela Cox, vicepresidenta del Banco para la región, y el colombiano Luis A. Moreno, del BID, fueron pintados casi como dos almas caricativas, quizás solo porque están analizando posibles préstamos.
En el caso del BID sería por 1.500 millones de dólares para sanear la cuenca de dos ríos bonaerenses y encarar obras públicas. ¿Tan diferente ve el kirchnerismo al Banco Mundial, siendo un gemelo del FMI? ¿Por qué no emprende con más consecuencia su sumatoria al Banco del Sur fundado por Hugo Chávez y mandatarios del ALBA?
Las concesiones y buena letra que parece estar dispuesto a hacer el gobierno K con el Banco Mundial y el Interamericano, pueden explicar las respuestas magras que se llevó Hugo Moyano y la CGT de la reunión con la presidenta. A lo sumo prosperaría el pedido de aumentar las asignaciones familiares, no así la duplicación del subsidio por desempleo ni la baja del IVA a productos de la canasta familiar. Pertenecer al "Grupo de los 20" tiene sus privilegios pero también muchas obligaciones.
La Arena, 26 – 04 – 09
La Quinta Pata
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