martes, 28 de julio de 2009

Mirando por encima de la coyuntura

Humberto Tumini

Para tratar de vislumbrar lo que se viene, es bueno analizar algunas cuestiones de fondo del mundo y del país que jugarán un papel, a nuestro entender determinante.

En una Editorial del 12 de mayo pasado decíamos: “Más allá del resultado electoral, que con sus más y menos mostrará el debilitamiento del gobierno en este terreno, lo cierto es que lo principal que va signando el momento político en nuestro país es que estamos asistiendo a un cambio de época. Como sucedió desde la derrota en Malvinas hasta la retirada dictatorial en 1983; también a partir del revés del alfonsinismo en los comicios de 1987 hasta el triunfo de Menem dos años más tarde; o desde el derrumbe del gobierno de la Alianza el 19 y 20 de diciembre del 2001 hasta la llegada de Néstor Kirchner.

Se está terminando un período signado por el predominio del proyecto del ex presidente, y estamos asistiendo – por desgracia – a su fracaso en cuanto a transformar en profundidad la nación. Ya se ha agotado, más allá de lo que se pregone desde el oficialismo y de alguna que otra medida aislada, la capacidad de seguir adelante con el objetivo inicial de hacer otra Argentina, más industrializada y desarrollada, más justa, más independiente y soberana, con mejores instituciones y democracia”.

El resultado de los comicios del 28/6 confirmó –qué duda cabe ya – que había llegado a su fin el predominio y las posibilidades del kirchnerismo, y entramos así en una etapa de transición hacia otra realidad en nuestro país. ¿Cuál será esta? Dependerá de múltiples factores que trataremos de dilucidar a continuación.

Para tratar de vislumbrar lo que se viene, es bueno analizar algunas cuestiones de fondo del mundo y del país que jugarán un papel, a nuestro entender determinante.
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Por finales de los años ochenta y particularmente en los noventa el avance del neoliberalismo en el orbe era casi incontenible, en particular para países como el nuestro con serias dificultades para insertarse en el mundo a partir de términos del intercambio cada vez mas adversos, en medio de un predominio mundial avasallante de los EEUU, con clases dominantes locales siempre débiles frente a las presiones y exigencias imperiales y de un campo popular que venía de una derrota muy dura. Pero a principios del nuevo siglo esas condiciones comienzan a modificarse en profundidad. Por lo pronto en el ámbito internacional los norteamericanos, administración Bush mediante, se meten en el pantano de Irak y van perdiendo más o menos rápidamente vigor y prestigio político; a lo que se suma en el terreno económico la irrupción de nuevos países muy poblados como China y la India, que traen como consecuencia el aumento de la demanda de commodities de las que exporta Argentina y, al mismo tiempo, la baja de los precios de los productos industriales que importamos. También se produce la aparición de gobiernos soberanistas en la región y el crecimiento del mercado regional. A nivel interno se derrumba el gobierno de De la Rúa en las jornadas del 19 y 20 de diciembre y con ello sobreviene un enorme desprestigio del modelo dominante hasta entonces, y de gran parte de las expresiones políticas y dirigentes que lo encarnaron; quedando así la derecha vernácula – de todo tipo – a la defensiva en la sociedad.

En ese contexto externo e interno llega Néstor Kirchner al gobierno en el 2003, y despliega su proyecto casi con comodidad hasta principios del 2008. A partir de allí cambian las condiciones internacionales en lo económico con la llegada de la tremenda crisis que se extiende hasta la actualidad; y también se modifica la realidad interna donde los errores y limitaciones de la estrategia kirchnerista llevan a un profundo desgaste del gobierno y contribuyen a poner en pie una oposición de peso a su derecha; todo lo cual se blanquea en estas elecciones.

Llegado a este punto ¿qué elementos van signar la Argentina por venir, y qué deberemos tener presente para definir a grandes rasgos la estrategia del campo nacional y popular? En primer lugar hay que tener presente que la actual crisis del capitalismo mundial no tendrá una salida rápida. Es posible que ya haya tocado fondo a partir de la enérgica intervención de los países desarrollados, pero la restricción del crédito para el consumo y la inversión – será fuerte durante varios años. A lo que suma que los enormes déficits fiscales que ha significado la intervención estatal en dichas naciones, las obligará a manejarse con prudencia en la reactivación, ya que los peligros inflacionarios están a la vuelta de la esquina.

Pero en segundo lugar tener en cuenta que, más allá de la forma en que intenten resolver el problema de fondo que llevó a la actual crisis del capitalismo mundial que es la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y la consiguiente superproducción y especulación financiera, es difícil que no continúen en los próximos –digamos – 20 años los rasgos dominantes que tuvimos a partir de principios de este siglo. Es decir: condiciones favorables para la inserción del país en el comercio mundial por el crecimiento de las naciones emergentes y el desarrollo del mercado regional, más allá de los habituales altibajos.

En el terreno político internacional también habrá dos elementos relativamente contrapuestos: por un lado continuará la debilidad de los EEUU para políticas activamente intervencionistas; en parte por la dura derrota republicana y en parte también porque están trabados y sin posibilidades de salida ni de éxito en medio oriente y Afganistán, sin haber resuelto incluso del todo lo de su presencia en Irak. Pero por el otro, la presencia prestigiosa de Obama en la presidencia de los EEUU facilita a los sectores de derecha de nuestras naciones reinstalar la idea de que – ahora sí – tenemos y debemos retomar las relaciones con los EEUU; con lo que todo eso implica.

En lo que respecta al interior de nuestra nación el cambio más importante, que se venía configurando de hace un tiempo, es que la contradicción principal ya no es Modelo Liberal vs. Proyecto Nacional, cuestión que dominó la problemática del país desde 1976 hasta por lo menos el 2005. Esto se ha modificado a partir de que en este nuevo contexto mundial y el por venir, las clases dominantes locales en su mayoría – y más allá de sus lógicas contradicciones – ya no tienen como objetivo volver al modelo de la valorización financiera que inauguró Martínez de Hoz y potenció el menemismo.

Su proyecto al día de hoy se asemeja más en su esencia al de la “Generación del 80”, de la oligarquía del siglo XIX.

No porque aspiren a volver a ser sólo agro exportadores, ya que su idea es también insertarse en el mundo a través de productos agro industriales, de otros, tipo acero, aluminio, etc., de la minería, e incluso de alguna producción puramente industrial competitiva sobre todo – aunque no únicamente, como los tubos sin costura de Techint – en el mercado regional. Podemos compararlos porque lo que sí piensan es en relegar el mercado interno, concentrar más los ingresos y la producción en sus manos, mantener la fractura social actual entre excluidos e incluidos; también en un Estado al servicio de las grandes empresas, chico, débil y que no intervenga en la economía más de la cuenta, reprimir una vez más la protesta social, etc. En eso sí se asemejan al proyecto de los conservadores de hace cien años. Y al respecto, las distintas oposiciones por derecha al kirchnerismo, e incluso una parte importante del PJ que aún apoya al gobierno, no tienen diferencias absolutamente de fondo.

Contrapuesto a esto sigue estando presente el Proyecto Nacional. Ese que sostiene que para construir un país más libre, justo, soberano, desarrollado y democrático, debemos, sin dejar de tener en cuenta –por supuesto – una estrategia exportadora que aproveche a pleno el contexto internacional, desarrollar al mismo tiempo el mercado interno. Elemento indispensable para la reindustrialización de la nación, para generar empleo digno, terminar con la desigualdad social y la pobreza. Remarcando además, que no se puede hacer eso sin un Estado fuerte que intervenga y regule la economía, sin afectar las rentas extraordinarias que redistribuyan la riqueza, y sin un pueblo politizado, organizado y movilizado.

Esa es la gran contradicción que dominará la Argentina de los próximos años, luego de la actual transición: la lucha entre el proyecto de ellos y el nuestro. Ya está agotado el equivocado intento de Néstor Kirchner de seguir uno intermedio, navegando a dos aguas, un poco aquí y otro allá. Ese planteo, que pudo ser justificable en los primeros años de su gobierno acorde a la correlación de fuerzas concretas con que había llegado, fue muy equivocado después como rumbo a largo plazo; y terminó –lamentablemente – en este estrepitoso fracaso de hoy.

Teniendo presente todas estas cosas, la estrategia a futuro del campo popular y progresista, debe empezar a desplegarse desde ahora mismo. Agruparse, unirse mas allá de las diferencias, recuperar iniciativa y fuerzas políticas y sociales, convocar a nuestro pueblo a prepararse para confrontar duro con los planes de esta nueva/vieja derecha, y levantar bien alto las banderas de un proyecto nacional de cambios profundos con una conducción consecuente, anclado en la historia de este pueblo.

¿Dónde está escrito que van a ganar ellos?

Movimiento Libres del Sur, 28 – 07 – 09

La Quinta Pata

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