jueves, 6 de agosto de 2009

Amas de casa frívolas en la dictadura

María Inés Krimer

Iván Schuliaquer

La escritora entrerriana se llevó la distinción por su relato Lo que nosotras sabíamos, una historia que transcurre en los años de plomo de la Argentina. El jurado estuvo integrado por Guillermo Martínez, Sylvia Iparraguirre y Jorge Fernández Díaz.
“Cada historia tiene un tono para ser narrada”. La frase pertenece a la escritora María Inés Krimer que dedicó años a encontrarlo para llevarlo a su novela Lo que nosotras sabíamos. El hallazgo dio resultado: con ese texto ganó ayer el Premio Emecé de Novela, en su 49ª edición.

El jurado estuvo conformado por los escritores Guillermo Martínez, Sylvia Iparraguirre y Jorge Fernández Díaz, quienes eligieron el trabajo de Krimer entre 206 obras presentadasd. La ganadora recibirá 25 mil pesos más la publicación de su novela, en septiembre, bajo el sello que ya cumplió 70 años de trayectoria.

Lo que nosotras sabíamos está ambientada en un pueblo bonaerense manejado por una poderosa empresa cementera y está narrado desde una voz femenina y plural. Iparraguirre dijo: “La novela va desplegando los sórdidos recovecos de la complicidad y la alianza con el poder. Subordinadas al orden masculino, que las exime de toda responsabilidad, estas voces encuentran, tras el chisme, la maledicencia, y la sospecha condenatoria, una manera inesperada y original de darnos otra versión de los terribles sucesos de la década del setenta”.

–Está narrado desde la actualidad pero a partir de los recuerdos de voces anónimas sobre lo que pasó en esa época. Las alumnas de una facultad llegan al lugar para preguntar, y mujeres que no viven más en ese pueblo se enteran y vuelven para dar su versión –aseguró la ganadora minutos después de recibir el premio, con voz aún temblorosa por la noticia y la exposición.

Krimer nació en Entre Ríos, es maestra y abogada; tiene dos novelas publicadas: La hija de Singer (2002), con la que obtuvo el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes, y El cuerpo de las chicas (2006).

–¿Por qué eligió los años setenta?
–Toda la literatura argentina está cruzada por la violencia. Desde El Matadero de Echeverría, pasando por Sarmiento, Rodolfo Walsh, los folletines, Puig. Como narrador uno no se puede desentender de los setenta: es un dato de la realidad que cruza la literatura y lo que no se puede es mirar para otro lado. Marca un antes y un después en la historia de los pueblos en general y lleva un tiempo incorporarlo desde lo simbólico o lo cultural.

–Los jurados aseguran que en la novela hay un chisme frívolo constante. ¿Buscó eso?
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–Sí. El estrato social de las mujeres que relatan la historia es alto para el pueblo. Y tienen un discurso que se refiere a sí mismo como la única verdad que existe. Cuando se es tan autorreferencial no se puede no ser frívolo: cuando no hay duda, la frivolidad se dispara sola.

–¿Esa frivolidad está ligada a la complicidad de la sociedad civil?
–Claro, porque las voces que narran la historia nunca dudan de que tienen razón. Y lo que pensaban en los setenta lo siguen pensado hoy.

El Premio Emecé fue creado en 1954. Entre sus ganadores estuvieron Griselda Gambaro, Angélica Gorodischer y Ángela Pradelli. El año pasado, Federico Jeanmaire fue el galardonado. “Una novela que se lee como una sucesión de historias ‘prohibidas’, espiadas desde el ojo de la cerradura, pero que arman por ensamble y contraste, como en una mancha de Rorschach, otra figura monstruosa más difícil de mirar”, aseguró Guillermo Martínez.

Krimer agradeció a Guillermo Saccomano, a quien reconoció como su maestro, y afirmó que para su novela estuvo “leyendo bastante” a Manuel Puig.

–¿De qué le sirvió situar la narración en un pueblo?
–Me permitía un ámbito geográfico mucho más acotado. Y en un pueblo, si hay alguna característica que define la vida y la circulación de relaciones, es que todos espían a todos. Entonces, representaba una mirada sobre la época en que todos espiaban a todos porque uno trabaja con elementos simbólicos: toma datos de la realidad y los transforma en otra cosa. Un pueblo facilita ese tipo de circulación de información. Hay una confusión todo el tiempo entre lo público y lo privado, entre lo de afuera del pueblo y lo del vecino.

“Amas de casa desesperadas en un pueblo de provincias donde el chisme es un deporte y la estupidez, una estrategia de supervivencia, pero donde se intuye que por debajo de la rutina doméstica crece un horrible crimen colectivo”, dijo sobre la novela Jorge Fernández Díaz.

Pasaron varias versiones, con diversas voces, hasta que la autora sintió que había llegado a un terreno donde la narración comenzó a fluir: cuando el relato motorizado por el chisme encontró a sus narradoras mujeres. “Ahí sentí que era como estar en un bar escuchando la historia de la mesa de al lado”, recuerda Krimer, la autora que le encontró el tono a la narración y que, gracias a eso, es la ganadora del Premio Emecé 2009.

Crítica digital, 06 – 08 – 12

La Quinta Pata

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