Iván Schuliaquer
La escritora entrerriana se llevó la distinción por su relato Lo que nosotras sabíamos, una historia que transcurre en los años de plomo de la Argentina. El jurado estuvo integrado por Guillermo Martínez, Sylvia Iparraguirre y Jorge Fernández Díaz.
“Cada historia tiene un tono para ser narrada”. La frase pertenece a la escritora María Inés Krimer que dedicó años a encontrarlo para llevarlo a su novela Lo que nosotras sabíamos. El hallazgo dio resultado: con ese texto ganó ayer el Premio Emecé de Novela, en su 49ª edición.
El jurado estuvo conformado por los escritores Guillermo Martínez, Sylvia Iparraguirre y Jorge Fernández Díaz, quienes eligieron el trabajo de Krimer entre 206 obras presentadasd. La ganadora recibirá 25 mil pesos más la publicación de su novela, en septiembre, bajo el sello que ya cumplió 70 años de trayectoria.
Lo que nosotras sabíamos está ambientada en un pueblo bonaerense manejado por una poderosa empresa cementera y está narrado desde una voz femenina y plural. Iparraguirre dijo: “La novela va desplegando los sórdidos recovecos de la complicidad y la alianza con el poder. Subordinadas al orden masculino, que las exime de toda responsabilidad, estas voces encuentran, tras el chisme, la maledicencia, y la sospecha condenatoria, una manera inesperada y original de darnos otra versión de los terribles sucesos de la década del setenta”.
–Está narrado desde la actualidad pero a partir de los recuerdos de voces anónimas sobre lo que pasó en esa época. Las alumnas de una facultad llegan al lugar para preguntar, y mujeres que no viven más en ese pueblo se enteran y vuelven para dar su versión –aseguró la ganadora minutos después de recibir el premio, con voz aún temblorosa por la noticia y la exposición.
Krimer nació en Entre Ríos, es maestra y abogada; tiene dos novelas publicadas: La hija de Singer (2002), con la que obtuvo el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes, y El cuerpo de las chicas (2006).
–¿Por qué eligió los años setenta?
–Toda la literatura argentina está cruzada por la violencia. Desde El Matadero de Echeverría, pasando por Sarmiento, Rodolfo Walsh, los folletines, Puig. Como narrador uno no se puede desentender de los setenta: es un dato de la realidad que cruza la literatura y lo que no se puede es mirar para otro lado. Marca un antes y un después en la historia de los pueblos en general y lleva un tiempo incorporarlo desde lo simbólico o lo cultural.
–Los jurados aseguran que en la novela hay un chisme frívolo constante. ¿Buscó eso?
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