Fidel Castro
Hace poco abordé los planes de Estados Unidos para imponer la superioridad absoluta de sus fuerzas aéreas como instrumento de dominio sobre el resto del mundo. Mencioné el proyecto de contar en el 2020 con más de mil bombarderos y cazas F-22 y F-35 de última generación en su flota de 2 500 aviones militares. En 20 años más, la totalidad de sus aviones de guerra serán operados por autómatas.
Los presupuestos militares cuentan siempre con el apoyo de la inmensa mayoría de los legisladores norteamericanos. Apenas hay Estados de la Unión donde el empleo no dependa en parte de la industria de la defensa.
A nivel mundial y valor constante, los gastos militares se han duplicado en los últimos 10 años como si no existiera peligro alguno de crisis. En estos momentos es la industria más próspera del planeta.
En el 2008, alrededor de 1,5 millones de millones de dólares se invertían ya en los presupuestos dedicados a la defensa. El 42% de los gastos mundiales en esa esfera, 607 mil millones, correspondían a Estados Unidos, sin incluir los gastos de guerra, mientras el número de hambrientos en el mundo alcanza la cifra de 1 000 millones de personas.
Un despacho noticioso occidental informó hace dos días que a mediados de agosto el ejército de Estados Unidos exhibió un helicóptero teledirigido, así como robots capaces de realizar trabajos de zapadores, 2 500 de los cuales han sido enviados a las zonas de combate.
Una firma comercializadora de robots sostuvo que las nuevas tecnologías revolucionarían la forma de comandar la guerra. Se ha publicado que en el 2003 los Estados Unidos apenas poseían robots en su arsenal y “hoy cuenta – según la AFP – con 10 000 vehículos terrestres, así como 7 000 dispositivos aéreos, desde el pequeño Raven, que puede ser lanzado con la mano, hasta el gigante Global Hawk, un avión espía de 13 metros de largo y 35 de envergadura capaz de volar a gran altitud durante 35 horas”. Se enumeran en ese despacho otras armas.
Mientras esos gastos colosales en tecnologías para matar se producen en Estados Unidos, el Presidente de ese país suda la gota gorda para llevar los servicios de salud a 50 millones de norteamericanos que carecen de ellos. Tal es la confusión, que el nuevo Presidente declaró: “estaba más cerca que nunca de lograr la reforma del sistema de salud pero la lucha se está volviendo feroz.”
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