Darío Wainer
Andrea me dijo: voy a editar un libro que te va a gustar mucho, y le creí inmediatamente. La Alemana entró en mi área de atención inédita, en formato pdf, y viajó directamente al Sony Reader.
Era un viernes a la noche muy frío y me intrigaba esa nouvelle con la gran ventaja de saber que me iba a gustar mucho.
Las diez primeras páginas me abrieron el apetito, me reí con el lunfardo de un narrador distante e inmediato, con gran dominio de la historia, pero abrí el paraguas porque esa intensidad, pensé, no se mantiene así nomás, excepto que el escritor sea muy bueno.
Me encantaba sentir la calle montevideana, la sombra porteña, el reviente barrial narrado con una mínima y económica elegancia. Y cuando volví a retomar la lectura, una semana después, fue un sólo tramo: sin escalas, contundente.
Un lector hedonista y complacido puede convertirse en un virus recomendador o un meme.
Me quedé con ganas de conocer al autor de La Alemana. Y gracias a Andrea, le escribí, le mandé unas preguntas por e-mail y, desde Montevideo, Gustavo Escanlar me respondió lo que a continuación transcribo.
- Mientras leía La Alemana, muy enganchado con el tono, pensaba si se sostendría hasta el final. ¿Fue un problema mantener el tono, encontrarlo, recuperarlo ?
GE : Fue un problema, sobre todo por mi método de trabajo, bastante anárquico y desordenado. Cada vez que volvía sobre lo escrito, empezaba siempre e inevitablemente desde el principio. Con lo cual tenía miedo que el principio del relato quedara 'sobreescrito' y el final más descuidado. Así que tuve que generar sesiones de corrección larguísimas, que incluyeran la corrección de un solo tiro desde el principio hasta el final del relato. Por suerte es bastante corto. En cuanto al tono general no, eso no fue tan problemático. Conozco a esos personajes desde hace mucho tiempo, sé quiénes son, cómo se visten, cómo hablan y cómo reaccionan. Y conozco muy bien las calles que transitan, las calles en que se desarrolla el relato. Me resulta fácil, por lo tanto, hablar de ellos y de sus peripecias. Son parte de mi código genético.
- ¿Te gusta pensar en los géneros, y especialmente en la nouvelle, como desafíos formales con reglas y restricciones así como un poeta encara un soneto? ¿Y las obras maestras de nouvelle, Los Adioses de Onetti, Otra vuelta de Tuerca de Henry James, te enseñaron algo?
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