Jorge Luis Ubertalli
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Invitados de lujoEl 2 y 3 de setiembre de 1980, recibidos por la dictadura militar, llegan desde todas partes: gusanoamericanos de Alpha 66, desde Miami; Manos Blancas y Escuadrones de la Muerte, de Guatemala y El Salvador, respectivamente; el italiano terrorista fascista Stefano Delle Chiaie; somocistas huidos de la Revolución Popular Sandinista; masones vinculados a la logia Propaganda Due; delegados de Pinochet; representantes del reverendo ultraderechista y anticomunista coreano Moon y de los senadores republicanos Jesse Helms y Margo Carlysle, entre otros. El aquelarre que los convoca es el 4ª Congreso de la Conferencia Anticomunista Latinoamericana, sección local de la Liga Anticomunista Mundial. Sus anfitriones, los generales Guillermo Suarez Mason y Ramón Genaro Díaz Bessone, abanderados del anticomunismo visceral argentino y representantes de la ''reserva moral de occidente''.
Luego de las deliberaciones, se destaca entre los presentes el papel que los uniformados argentinos jugarán en la ''guerra anticomunista'' a llevarse a cabo en Centroamérica. Duchos en las artes de perseguir, torturar y aniquilar opositores, los ''argentinos'', en el contexto de la denominada ''Operación Calipso'', entrenarán aquí represores y enviarán emisarios de la muerte a instruirlos en sus propios países de origen.
Del altiplano al trópico Pocos meses antes del encuentro anticomunista llevado a cabo en Buenos Aires, un narco-golpe de Estado, consumado en Bolivia contra la presidenta Lidia Gueiler por el general Luis García Meza y el coronel Luis Arce Gómez, cuenta con la instrucción y el apoyo de militares argentinos. Una cantidad indefinida de oficiales, suboficiales y servicios de inteligencia argentinos, entre ellos los uniformados Carlos Estrada, Benjamín Cristoforetti, Julio César Durand, Julio César Domínguez y Jorge Lynch, del Ejército; los tenientes de navío Miguel Angel Benazzi Berisso y Rodolfo Donda Tigel, de la Armada, y dos instructores de vuelo de la Fuerza Aérea que enseñarán a sus pares bolivianos a pilotear aviones F 86 Sabre, participarán del golpe militar.
Encapuchados, montados en camionetas o ambulancias circulando de contramano, jefeando las escuadras de aniquilamiento de civiles, los ''argentinos'' habrán de contribuir a asesinar a mas de 200 bolivianos, incluidos dirigentes sindicales, sacerdotes, legisladores y del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), civiles y militares, sorprendidos y ultimados a mansalva en una vivienda de la calle Harrington, del paceño barrio de Sopocachi.
Una vez consumado el golpe en Bolivia, el ''barón de la cocaína'', Roberto Suárez Levit, pariente de Hugo Banzer Suárez y principal beneficiario de la nueva situación, pagará con narcodólares a los asesores enviados por la dictadura militar de Videla, Massera y Agosti - que será la primera en reconocer al nuevo gobierno del narcogeneral - por sus servicios prestados. Gran parte de la millonaria suma oblada a los uniformados argentinos le servirá a estos para montar en Miami, a través de los agentes de inteligencia vinculados al Batallón 601, Leandro Sánchez Reisse, y a la SIDE, Raúl Guglielminetti, en complicidad y con conocimiento de la CIA., dos empresas fantasmas: Silver Dollar y Argenshow, mediante las cuales lavarán fondos que servirán para financiar su guerra secreta en Centroamérica.
Leer todo el artículoParalelamente desde Buenos Aires los cruzados anticomunistas enviarán a Centroamérica asesores militares y de inteligencia que utilizarán a Tegucigalpa, como sede principal de sus fechorías injerencistas. En ella montarán su Estado Mayor contrarrevolucionario, a cargo del coronel Osvaldo Ribeiro (''Balita''), como jefe de Operaciones; y del mayor José Ollas u Hoya (''Santiago Villegas''), como jefe de Logística, quien se encargará de trasladar desde Miami a Centroamérica a todos los contrarrevolucionarios nicaragüenses que luego, y principalmente, desde Honduras, agredirán a Nicaragua bajo la supervisión de la CIA y la instrucción de los ''argentinos'' y otros representantes de dictaduras o países vinculados a Estados Unidos.
Más de ciento cincuenta uniformados locales, oficiales, suboficiales y servicios de inteligencia [1] - entre ellos el civil Mario Mingolla - se afincarán en las tierras catrachas para organizar la ''guerra sucia'' contra Nicaragua, y también contra las fuerzas revolucionarias de Honduras, Guatemala y El Salvador. En el marco de esas tareas ayudarán a conformar el Batallón 3-16 de contrainsurgencia que se ocupará de torturar, desaparecer y asesinar opositores. Lo dirigirá el general Gustavo Álvarez, ex director de la policía política (FUSEP) hondureña y ex compañero de promoción del coronel Ribeiro en el Colegio Militar de la Nación.
Hoy como ayer
Desde el golpe de Estado del último 28 de junio en Honduras, la prensa independiente no ha dejado de informar sobre la similitud del comportamiento de los policías, militares y paramilitares hondureños de hoy con aquellos formados en los 80 por los ''argentinos'', la CIA, los chilenos pinochetistas y los derechistas israelíes, entre otros. Represores encapuchados, allanamientos y desapariciones, disparos a la multitud desde camionetas, provocaciones, seguimiento de dirigentes, persecuciones y asesinatos han sido hasta ahora el signo de los que han roto el orden constitucional en el país centroamericano.
El mismo Billy Joya Améndola, conocido en los años ochenta cuando dirigía el Batallón 3-16 como ''Dr. Arranzola'', formado en la Argentina por Guillermo Suárez Mason, ahora es asesor de seguridad de Roberto Micheletti.
Los muertos vivos de aquellos años, hoy vuelven a reaparecer en Honduras, constituyendo un llamado de atención sobre lo que en perspectiva podría suceder en el resto del subcontinente.
Si Micheletti prosigue gobernando de facto con su séquito de tribunos, jueces y obispos corruptos y sus gorilas armados y cebados por una historia inconclusa de vejaciones e impunidades, los gobiernos de la región, incluido el argentino – al cual quieren desplazar los oligarcas sojeros, los empresarios nucleados en la AEA (Asociación Empresaria Argentina), siempre golpista aunque cambie de nombre, los políticos de derecha que los representan, los militares resentidos por la política de Derechos Humanos llevada a cabo por los Kirchner y los tontos y los no tanto que les hacen de comparsa - podrían correr la misma suerte que la de Zelaya.
Por lo menos así lo han planificado los verdaderos dueños del poder de Estados Unidos, sus socios regionales, como el colombiano Álvaro Uribe, y sus voceros mediáticos, los grandes medios de información y la agrupación pro imperialista Uno América, quienes anuncian y auspician los nuevos tiempos golpistas por venir a los cuatro vientos.
[1] El destacamento argentino incluía también, entre otros, al coronel Jorge O'Higgins, agregado militar en Honduras; los coroneles Jorge de la Vega, Humberto Pompilio Ferrucci, Roberto Carmelo Gigante, Emilio Jasón; el teniente coronel Cabrera, los mayores César Guerra, Alfredo Mario Mingolla, García Cano, y los oficiales Héctor Ricardo Francés, Leandro Angel Sánchez Reisse, Carlos Alberto Durich, Carlos Chacón, Julio Jorge Ianantuose, Horacio Capelo, Antonio Rauch, Julio Cèsar Casanova Ferro, Gustavo Guaste, Felix Brenes, Jorge Flores Allende, Carlos Norio, Vìctor Gard, Juan Carlos Galessio, Despeche, Bàez, Alfieri, Juan Martín Ciga Correa (a) ''Mariano Santamaría'', Munrray, Caramagna, López Fáder o Lagares, Luis Stoty y '' Chamamè'' , entre otros.
* Director del Boletín de Noticias de Bolivia, Boliv_ar, Secretario Ejecutivo de la Comisión Argentina de Solidaridad con Bolivia
TeleSUR, 30 – 09 – 09
La Quinta Pata
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