Mariano Vázquez
Aquel país que pegó el primer grito de liberación en el continente clama por su definitiva ruptura de las cadenas imperiales, que se representan hoy de la mano de una intervención militar y de la destrucción de su economía, justificados en tratados académicos sobre los supuestos “Estados fallidos”. De esto habló con el profesor de Economía de la Facultad de Ciencias, Camille Chalmers.
Fue el primer país del continente en dar el grito libertario. Fue el 1 de enero de 1809. En una pequeña isla del Caribe que se rebeló contra el colonialismo francés. Esa independencia dio paso a la primera república de negros en el mundo y la primera en abolir la esclavitud en todo el hemisferio occidental. Cuando se repasa la cadena de martirios por las que ha pasado Haití a lo largo de su historia Víctor De Gennaro es contundente: “no le perdonan que haya sido la primera nación que se haya emancipado; no han perdonado su ejemplo revolucionario”. Efectivamente Haití fue hostigada por Francia durante todo el siglo XIX, crispada por la pérdida de esa colonia que en aquellos tiempo producía el 75% de azúcar del mundo y luego por los Estados Unidos quien tomó la posta y la copó militarmente e instaló una de las peores dictaduras de la región encabezada por Francois Duvalier – Papá Doc – que a su muerte fue sucedido por su hijo, Jean-Claude Duvalier que huyó al exilio en 1985. Esta huida parecía poner tope a la represión y saqueo cuando el ex cura católico Jean Bertrand Aristide fue elegido en 1990, pero unos meses después en un golpe de Estado lo derrocó. Estados Unidos invadió militarmente la isla de 10 millones de habitantes y lo devolvió al poder en 1994, quien completó su mandato. Luego regreso en el 2000 pero las elecciones fueron calificadas de fraudulentas.
Justamente acompañado por el secretario de Relaciones Institucionales de la Central, el profesor de economía de la Facultad de Ciencias en Puerto Príncipe, Camille Chalmers, visitó la CTA y contó la situación que vive Haití.
Intervención militar
La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah, por siglas en francés) fue ordenada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y se inició en 2004, después de la intervención militar conjunta de los Estados Unidos, Canadá, Francia y Chile que derrocó al presidente Jean-Bertrand Aristide. Hoy ese contingente cuenta con 8.000 efectivos. Los supuestos objetivos de la misión son “estabilizar al país; pacificar y desarmar grupos guerrilleros y delincuenciales; promover elecciones libres e informadas; y fomentar el desarrollo institucional y económico”. Sin embargo Chalmers denunció que “no se han cumplido ninguno de esos objetivos” y por el contrario “la situación se ha agravado”.
Chalmers, integrante de la organización social internacional Jubileo Sur dijo que se trata de una “intervención tremenda de la Minustah, con 8.000 efectivos, el 95% militar, y 5% policías y con presencia mayoritaria de contingentes de América Latina como Brasil, Argentina, Uruguay, Chile y Guatemala; también de países de África y Medio Oriente. La comandancia es de Brasil”.
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