Matías Perdomo
Se considera al lector capacitado para esta práctica, pero poseer dos dedos de frente resulta imprescindible. Se será llano en el decir, intentando reforzar o si es necesario estimular, la sensatez, cordura y sobre todo la memoria respecto a algunas situaciones inherentes a nuestra sociedad. El recorrido es arbitrario y simula tortuoso. Sin embargo, se brega porque usted lea alejado de prejuicios y haraganerías. Es contemporáneo, y hasta un mayor de 14 lo podría corroborar.
En 2003 se comenzó un proceso político con el 22 % de los sufragios y un país en ascuas. El primer aval social llegó tras cambiar una Corte Suprema de Justicia adicta al poder menemista (y a otras cosas también), por una de mayor prestigio y valía. Se instaló en las primeras esferas del debate nacional el respeto por los derechos humanos, anulando las vergonzosas “leyes del perdón” y los indultos a los responsables de los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura. Se apostó por la generación de empleo, revirtiendo una década de desocupación de dos dígitos. Se ponderó al sistema educativo, otorgándole el 6% del PBI, a diferencia del último gobierno radical, que a la hora del ajuste, eligió a las universidades públicas como primeras víctimas. Se prefirió una alianza con Latinoamérica a las relaciones carnales con Estados Unidos. Se terminó con una de las estafas más flagrantes de los 90’, las AFJP. En medio de un conflicto con un sector privilegiado de los agronegocios, que involucró cortes de rutas y manifestaciones callejeras, se optó por no disparar ni un solo tiro, en oposición a los fugaces pero trágicos gobiernos de De la Rúa y Duhalde.
Por estos días el Senado Nacional debate un excelente proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que de aprobarse, implicará un cambio cultural de dimensiones incalculables.
La política es el arte de transformar la realidad e implica embarrarse los pies. Cosa muy distante a predicar por la paz y el consenso desde la abulia gestada por un no positivo.
Mientras veo por TV, al fin en mi hogar, que a mi desconocida Boca un tal Godoy le hace la Cruz, percibo el exquisito aroma de un porro que un vecino enciende descaradamente entretanto rasga su guitarra sentado en la plazoleta frente a casa y reflexiono que faltan muchas cosas para que este país sea más justo (urge un seguro a la niñez financiado por la renta extraordinaria generada por la explotación de los recursos naturales). Pero que definitivamente prefiero probar por este lado.
Río de Palabras, 01 – 10 – 09
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