lunes, 19 de octubre de 2009

Olga Bilbao Cuevas: “La de antes”

Delfina Acosta

El libro La de antes es un resumen de vida, de existencia llena de alegrías y despertares a la saludable naturaleza del mundo, pero de caídas en abismos y oscuridades después.

Puede decirse —además— que es una biografía; no es la clase de biografía que acostumbramos leer, donde el biografiado aparece con todas las galas de su historial literario, científico o artístico.

Olga Bilbao Cuevas es, antes que nada, una mujer de honda sensibilidad, que expone, que deja constancia en las páginas del texto ahora comentado, el hondo sentimentalismo de su naturaleza espontánea.

La autora del libro vivió una niñez privilegiada, en perfecta comunicación con el verde de su pago, de su pueblo natal, donde los más hermosos tiempos de su existencia alumbraron su conciencia. Su relato gira, mayormente, sobre la picardía de la peonada que trabajaba en la hacienda Duarte-cué, que pertenecía a una administración inglesa, y era administrada por su padre, un inglés de pura cepa.

El capítulo I arranca con sus travesuras, con su imaginación encendida de niña curiosa y vital. Y de esa imaginación diamantina, nacen las páginas que ennoblecen la espontaneidad y la sencillez de la gente del campo.

Gran observadora de aquellas situaciones que mueven a la risa o a la sorpresa, Olga nos va contando, con un estilo sencillo y un lenguaje límpido, libre de todo retoricismo, aquellas situaciones y hechos más disparatados protagonizados por los peones, por la gente miedosa de la comarca, y por ella misma.

Se huele un perfume a pueblo hondo y verdoso, a gente simple y laboriosa, no contaminada por la pasteurización de los tiempos actuales.

En el II capítulo: La protagonista cae enferma, víctima de la temible bipolaridad. La meten en el neuropsiquiátrico. Los relatos de su permanencia en ese sitio, que bien podría llamarse un depósito de seres humanos, son espeluznantes. Ella, sin perder —totalmente— el juicio, ni ser desplazada del tiempo y espacio en que vivía, se horroriza ante los vejámenes a los que son sometidos sus compañeros de desdichas. La alimentación en esa casa de enfermos mentales, que debería ser un lugar de rehabilitación, es —básicamente— comida para perros. La falta de higiene la lleva a constantes vómitos, por otra parte.
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Cuenta la protagonista, que la mayoría de las veces las asiladas se alimentaban comiendo mangos, y que el ocio, la carencia de una actividad que pudiera servir de motivación, dificultaba grandemente el progreso mental de algunas pacientes. Muchas internas estaban en condiciones de salir del infierno, pero se quedaban en él, pues aquel lugar dantesco no ofrecía ni las más mínimas posibilidades de recuperación. Antes bien, quien entraba allí, debía olvidar toda ilusión de reinsertarse en la sociedad.

Lo que cuenta Olga sobre las sesiones de electroshock nos lleva a ver la realidad patética que les toca en suerte a quienes viven apiñados o deambulando desnudos por el neuropsiquiátrico.

Pero si bien 28 años de permanencia (con permisos esporádicos de salida) en el manicomio puede considerarse un tiempo más que infinito para quebrar cualquier destino, ella se recupera, y escribe este libro valiente.

“La de antes” es un texto que toca las fibras más íntimas del lector, pues muestra que una persona, viviendo en las condiciones más crueles y absurdas, es capaz de resucitar y de levantarse de entre las cenizas, para saborear la libertad.

Reseña biográfica de la autora : Nació en Bella Vista Norte, Amambay. Cursó parte de sus estudios primarios en el Colegio María Auxiliadora de Concepción. Hizo la secundaria en el Colegio Internacional de Asunción. Estudió dos años la carrera de Química Industrial. En la actualidad, sigue la carrera de la Licenciatura en Lengua y Cultura Guaraní en la Facultad de Filosofía. Ha participado en diversos congresos nacionales e internacionales sobre cultura indígena y bilingüismo paraguayo.


ABC Digital, 19 – 10 – 09

La Quinta Pata

2 comentarios :

Unknown dijo...

interesante el marco en el que vivio de niña.....y simpitica son las anecdotas...

Gladys Servián.- dijo...

Importante refrescar la memoria con semejante libro, a pesar del pasar de los años atendiendo a las fechas de los relatos de Olga las cosas no han cambiado mucho por aquel lugar, lo humano sigue perdido... Y lo peor es que estamos mal acostumbrados a negar y creernos exentos de tal realidad..

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