domingo, 28 de febrero de 2010

Vendimia vs. cultura

Matías Perdomo Larrea

La Fiesta Nacional de la Vendimia ha crecido exponencialmente en cobertura mediática. Por lo tanto se ha convertido en escenario de disputa. No suena descabellado entonces que MDZ, el órgano de prensa electrónico del radicalismo, deslice que Cobos analiza una renuncia magnificada por los flashes y las luces de las cámaras de TV, en pleno acto central. No parece sorprendernos que el SUTE y el Gobierno de Mendoza monten una escena patética tras su transa, aprovechando la debilidad del resto de los sindicatos estatales, cuya dirigencia podría preguntarse qué se está haciendo mal o no se está haciendo para que reiteradamente se repartan la resaca del acuerdo docente. Tampoco aparenta exaltarnos que actores y bailarines presionen con el tiempo como elemento de negociación para mejorar su remuneración. Puestos de acuerdo, ingenuos, escucharon impávidos las promesas del secretario de Cultura, Ricardo Scollo, de realizar paritarias el año próximo. Paritarias que mantiene paralizadas con los empleados de su propia cartera, ya sea ausentándose sistemáticamente o mandando como representantes a asesoras letradas que rompen en llanto al querer explicar lo inexplicable.

La Vendimia, además de fagocitar el presupuesto de la Secretaría de Cultura, paraliza otras actividades independientes a aquella. Funcionarios y empleados repiten, naturalizando, la respuesta: “después de la Vendimia”. Mientras tanto, la Biblioteca atiende solo por la mañana por un problema eléctrico menor para el cual no hay presupuesto; la Orquesta Filarmónica suspende ensayos porque su espacio está ocupado por la Vendimia Gay, un negocio del impúdico Gabriel Canci, del Multimedios Uno, supuestamente divorciado del gobierno; el Teatro Independencia funciona con un tercio del personal que debiera disponer; el Centro de Documentación del Patrimonio Musical de Mendoza feneció; el lugar destinado a utileros y tejedoras de la Fiesta, en la Secretaría de Turismo, presenta calamitosas condiciones laborales y de seguridad; el patrimonio archivado en ese sitio sólo es tenido en cuenta por arañas, polillas y pulgas.

Es necesario que todos los hacedores culturales se unan por un proyecto cultural profundo y serio. Si la relevancia de la Fiesta ha aumentado como fenómeno económico, cultural y político, deviene natural que se refuerce significativa y urgentemente el presupuesto de Cultura. También sería razonable que quien intente encabezar y liderar esa lucha, renuncia en mano, fuera el secretario de Cultura, quien no parece ni dar el piné ni tener los cojones para hacerlo. Al menos no se lo ha escuchado patalear mucho (tampoco poco) por el magro presupuesto que le asignan, que pasó de representar el miserable 0,49% del presupuesto general al inicio de la administración Jaque, al actual y empeorado 0,37%.

Río de Palabras 15, 27 – 02 – 10

La Quinta Pata

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