domingo, 18 de abril de 2010

Bichito de luz

Sebastián Moro

“A lo social se lo atormenta con destellos de poesía.”
Camilo Blajaquis

“Yo sé que con mi caso, porque todos me tratan como un caso, sé que con mi vida, con mi historia replanteo un montón de cosas a la sociedad, no se trata de orgullo o de un ego mío, ni nada, pero la sociedad no soporta que aparezca un negrito y los desnude ¿entendés? Que diga: che sociedad, ustedes son unos farsantes”. Esto lo decía hace dos semanas el hombre, el visitante en la ciudad de Mendoza (!!) – la misma de la regresión en los juicios a los genocidas y contra la Ley de Medios de la democracia, la misma donde se entresijan los peores poderes e intereses del país – frente a 50 personas en un encuentro impensado. Decía, dice el poeta nacido y criado en Buenos Aires, en la villa Carlos Gardel, que pasó 5 años de su vida preso en institutos y penales argentinos, que es libre desde hace tres meses. Muchas cosas reales dice César González, Camilo Blajaquis desde que encontró las horas, la esperanza en la literatura. Dice el poeta en la entrevista radial en FM La Mosquitera (en jueves santo) o en la charla en la Fundación Vida Joven (al día siguiente), que fue invitado a pasar Semana Santa en Mendoza por la Agrupación Estudiantil Martín Fierro, a través de Víctor Manuel Marino y Nicolás Sanz y el trato fue el siguiente: que Camilo pudiera hablar acerca de la necesidad de cultura en el barrio, criminalización de la pobreza, discriminación y marginalidad, decir sus poemas, expresar su pensamiento y su vida, en la radio y en encuentros con chicos, docentes y trabajadores de la cultura y lo social a cambio de conocer los parques y la montaña, porque hasta caer preso jamás salió de su barrio “viviendo a 5 km del Río de la Plata, no lo conocí hasta que estuve arriba de un patrullero a los 15 años”. Ambas partes cumplieron ampliamente. Camilo “la rompió”.

“Si yo no me hubiese cruzado con la literatura estando preso mi vida hubiese sido lo que estaba preparada para que sea: una muerte temprana, que es la realidad de un montón de pibes de las villas de Buenos Aires y del país entero. El mayor logro que conseguí fue contradecir a mi destino. Porque contradije al destino que nos tienen preparado para los pibes de la villa: la exclusión, la marginación, nosotros siempre los despreciados, nosotros que la cárcel, el cementerio o el balazo policial. Yo estoy día a día orgulloso de contradecir a ese destino”, dice el hombre, dice el niño. Porque César tiene 21 años (clase 1989, para entender mejor las cosas) y abre los ojos a la naturaleza, se entusiasma con el aire claro, fotografía un escarabajo, juega con la tierra casi desconocida escurriéndola entre sus manos, cubriéndose siempre con la capucha de su campera. Escribe entonces el estudiante de filosofía, cosas como:
Los barrios y las villas nunca se van a adaptar al desprecio de las ciudadanías que aman pertenecer al poder, a los que estafan con diplomacia y obedecen a un cargo.
Una manera de saborear una resistencia distinta, sin sangre y con brillo, es no dejarse atrapar por la farsa, es decir, que la trampa de la manipulación de los medios informativos no funcione en nuestro pensamiento.


Operación Resistencia
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“Mi vida tiene sentido desde que escribo. La cárcel me daba motivos todos los días para salir resentidísimo con la sociedad. Y cuando salí me discriminaron, me cerraron la puerta de un montón de diarios. Terminé el secundario en la cárcel, pero yo no leía nada, pensaba en la calle, nada más. Entonces encontré a Arlt, y de la mano de Arlt llegó Walsh. Si bien la lectura de Operación Masacre fue mi clic, flayeé, hay un acto de voluntad mía, fue el decirme: no quiero terminar como terminan todos los pibes de mi barrio, no quiero morir, no loco, yo sentí que quería vivir, tengo 6 balazos de la policía, una pierna con clavos, estuve en coma, tirado en terapia intensiva. Por suerte encontré la poesía, que es mi guía, mi norte, mi búsqueda constante, nada me interesa más que escribir, expresarme.

y me proponen la muerte
y me proponen la muerte


retumban en las paredes de la casa y en la mirada “hechizada” de chicos, mujeres y hombres, el directo tono conurbano y, acompañando el clamar del poema, toda la agitada gestualidad de pibe chorro. Asombra a los oyentes la sabiduría inmensa del marginado, la sabiduría de la resistencia. El violento oficio de sobrevivir.

Reciclar el odio reflejo
“Lo que percibí en la cárcel es que se equivocan los intelectuales, los que saben hablar de la desigualdad, cuando dicen que el sistema penitenciario es la crueldad del servicio carcelario y la crueldad del espacio físico, cuando la verdad es que el sistema carcelario es la sociedad misma, reclamando, exigiendo, aceptando y avalando que exista la cárcel, porque es el lugar donde descarta toda su culpa, es la fuente aquella donde Pilatos se lavaba las manos. Para no hacernos cargo de que aislamos y excluimos al pobre, que le sembramos violencia desde el nacimiento, lo metemos ahí dentro, total lo dejamos encerrado, no lo ve nadie y listo. Allá dentro percibí que el guardia me verdugueaba físicamente, tengo la mitad del diente menos, tengo un tobillo quebrado, todo de las palizas que me dieron. Absuelvo al guardia, no le guardo resentimiento, él es el último eslabón de la cadena de esclavos de un sistema que castiga, pero no a los psicólogos o a las trabajadoras sociales. Hablan de reinsertarnos, de recuperarnos de regenerarnos (porque nosotros venimos siendo una especie de monstruitos) y se olvidan hablar del lugar donde uno nació, para ellos la culpa es de mamá que no te supo criar o del papá ausente. Vos estás acá por un error tuyo, ¿por qué hiciste lo que hiciste?, dicen. ¿Sos drogadicto, chorro y villero? Te corresponde ir al psicólogo, es un ciclo instantáneo, él y solo él puede evaluar si estás apto o no para la sociedad. Intentan ser el remedio y dosis necesaria para hacer cambiar al delincuente y no son más que una policía represora de la psiquis y el deseo humano. Le pasaba a los pibes, colegas en dolor de encierro, cada vez que un pibe decía “a mí me gusta dibujar” recibía un “no importa, porque cuando salgás te tenés que romper el orto laburando para revertir tu error”. No sé si es por Freud o por lo que sus descendientes hicieron con él, pero les cuesta muchísimo ver lo simple: que no es una casualidad que el 95 % de la población carcelaria de este país, y me animo a decir de toda Latinoamérica, provenga de la parte más castigada pobre y despreciada, totalmente castigada desde la cuna (si es que la tuvo) hasta la tumba (si tiene para pagarla) a transitar en la miseria. Entonces, ¿cómo puede ser tan ignorante de no darle importancia al contexto social? Ambas carreras universitarias parten de premisas ficticias, quieren que disminuyan la pobreza y la desigualdad a través de la utilización de armas que son las mismas que generan tales injusticias: a través del respeto de jerarquías y poderes establecidos, o proponiendo un capitalismo humanitario. Claro que esto no lo podía señalar estando adentro, cada vez que lo intentaba, me trasladaban, me quitaban lo que había construido, desarmaban mi ranchada. Poder decirlo ahora es un desahogo para mí.

Lo he hablado siempre con los pibes como yo, tengo muchísimos amigos presos, los llevo a cuando éramos chicos, para que vean la importancia del contexto social. Me animo a decir que determina a una persona. De chico me gustaba ir a la escuela, me gustaban las ciencias sociales, pero llegó un momento que mi mamá no tenía para mandarme a la escuela, para el guardapolvos, para esto o lo otro, y yo me fui a la calle. El contexto me terminó llevando a la cárcel.

La potencia de lo invisible, la importancia de lo falso (el reconocerlo), lo ilegal de la esperanza, son todas buenas herramientas de transformación. No hace falta ninguna teoría, claro que la cultura salva, si inundás de cultura la villa algo vas a sacar. Para dar un ejemplo comercial y pelotudo: ¿Maradona de dónde salió? Son los lugares donde más hacés para explotar, porque mientras más dolor siente una persona más va a explotar a la hora de crear.”

El motivo de las estrellas
Ya sin la angustia del arquero frente al tiro penal (a César le gusta atajar), Camilo escribió acerca de sus días cuyanos: “Sabés que no es desde un lugar soberbio ni egocéntrico, pero lo que pasó en Mendoza no fue un milagro, sino que fue una consecuencia de mi autenticidad y mi falta de miedo a la hora de expresar mi rabia marginal, además porque mi mayor esfuerzo pasa por mantener la coherencia entre el dicho y el hecho cada día de mi vida, eso es la revolución singular: conformarse con el aporte personal y no pretender la gran transformación, ya que geométricamente es imposible, el humano es muy dependiente de la opresión, si alguien no lo guía como a un perrito no le encuentra sentido a la existencia, lo singular significa un lugar para ser libre y ¿qué más bello que la libertad?”

Quedan ya con la necesidad de su poesía [N.d.E.: en la sección Creación] ¿Camilo Blajaquis genera necesidad? Más bien la brinda. Salud Camilo entonces. Antes de eso, los dejo con palabras de mi vieja, que al leerlo dijo: “él es como un bichito de luz que no se apagó en la oscuridad, ya nunca más vivirá en ella”. Había leído: “El motivo de las estrellas para mí, es mostrarnos que la alegría no se compra, ni se trata, ni tiene acciones en la bolsa de comercio y si los pulmones del sol todavía se la bancan de tanto humo, es porque todavía nos quiere demostrar confianza mientras sonríe el mismo mambo que nosotros”.

La Quinta Pata, 18 – 04 – 10

La Quinta Pata

1 comentario :

Anónimo dijo...

Es conmovedor el recorrido que nos muestra Camilo, es simple y lastima. se nos caen bibliotecas y teorías rebuscadas encima. se nos muestra en la cara, nos escupe y nos grita, la verdad, la vida y las sensaciones. nos desnuda aquella realidad abrigada entre diplomas y calma conciencias. Todo un dato su año de nacimiento, todo un dato su conclusión: "el contexto determina a una persona". No tuve el gusto de conocerlo, pero estamos conectados, me siento expresada en las experiencias y en las ganas de expresar lo que uno tiene, siente, sufre y disfruta.
Muy buena nota Seba.

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