domingo, 6 de junio de 2010

Un día sin Los Andes

Matías Perdomo Larrea

Mucho se han discutido, analizado e incluso valorado los actos de celebración por nuestro Bicentenario patrio. Casi unánimemente se ha concluido que resultó notoriamente significativo (y gratificante) el viraje del relato, la ponderación de ciertos principios, ideas y valores. Cien años atrás, la visión era muy diferente. Aunque tampoco hace falta alejarse tanto para rastrear el sesgo ideológico de aquella época. Aún reverberan las palabras del presidente de la Unión Cívica Radical, Ernesto Sanz, acerca de la Asignación Universal. El pueblo, los pobres, como estigma. Como en 1910.

Un festejo con la mirada en Europa aquel. A diferencia de este, compartido por la Latinoamérica tendiente a la unión que soñaron nuestros libertadores y que vaticinara tan lúcidamente el General siglo y medio después.

Dentro de esta batalla de convicciones, da la sensación de que el clima Todo Negativo parece ceder. Que muchos están cansados de esa obstinación por el fracaso y el que nos vaya mal. Que comenzamos a creer que podemos, entre todos, progresar desde la igualdad. Sin más, eso se infiere de millones de seres pegados, disfrutando como amigos, como pares. Como argentinos, como iguales.

Qué mejor ejemplo del fenomenal cambio de época, que el hecho de que un artista que nos contaba de mariposas de colores mientras nos hacían el amor (y) después el amor en la década infame más cercana, terminara los festejos devenido en rocK star, cantando el himno nacional junto a dos millones de almas y otros tantos millones que seguían atentos la transmisión televisiva.

Ahora bien, tras tanto orgullo, emoción y alegría, ¿hasta cuándo mendocinos ayudaremos a solventar al Grupo Clarín (pronto sonará la reja carcelera para Ernestina) con la compra de la “bendita” edición dominical del Los Andes?

Esos 5$ rostro San Martín para leer, por ejemplo y al voleo, que un vomitivo empleado porteño editorializa “Historias de cinismos y persecuciones”, cuatro días después de los festejos. Recién terminamos de vivir y disfrutar un suceso cultural histórico (en el más amplio sentido de la definición de cultura) y este garca nos quiere convencer de que una apropiadora de bebés de la dictadura (que obviamente, defendió y defiende) es víctima de una persecución. Pero señor, ¿usted cree que tiene el derecho de subestimar y maltratar así al pueblo argentino? ¿Por qué no se va un poquito a la mierda?

¡Basta Los Andes! Un poco de respeto. Soportar a La Rosa ya es demasiado para el estómago menduco, y en algún momento encontraremos formas más sanas de vender autos, alquilar un departamento o saludar a nuestros muertos.

Río de Palabras, 03 – 06 – 10

La Quinta Pata

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