sábado, 3 de julio de 2010

Herencia de una tortura

Marcos Meloni

Hagamos un poquito de historia, siempre mirando lo que pasó y tratando de darle sentido al presente que hoy nos convoca, que hoy nos toca vivir. Hacer una evaluación de lo sucedido en nuestro pasado más reciente, lo que fue la llegada de la democracia como último hito desde donde empezar a imaginarnos como sujetos afrontando una herencia de inequidades y uno de los antecedentes más oscuros del terror político y de la debacle económico social.

Porque hablar de la última dictadura militar es también hablar de cómo se gestaron los lineamientos económicos de una sociedad argentina que desde mediados de los setenta hasta los 90 inclusive fueron impulsores de la renovación del liberalismo pos crisis del petróleo en Estados Unidos. El año 1973 sentó las bases de lo que se transformaría en las políticas económicas de ajuste desde la gran potencia hacia los países menos desarrollados, arguyendo como pretexto la amenaza de la expansión socialista en Latinoamérica, sumado a los gobiernos nacionales y populares como el de Argentina, luego de la vuelta de Perón.

Bien conocida es la implementación del plan económico de Martínez de Hoz, inaugurando el último gobierno de facto sufrido en nuestro país. Con el lema de “achicar el Estado es agrandar la Nación”, Argentina se encaminó en un largo sendero de endeudamiento externo y remate de las empresas estatales. Por supuesto que los medios de comunicación no estaban exentos, como tampoco la propiedad de Papel Prensa y otras industrias relacionadas con la transmisión cultural. La modificación de la ley referente a los medios, aplicada en democracia, fue un acto que demostró hasta qué punto un gobierno podía actuar de la manera más inconstitucional conocida en detrimento de las necesidades nacionales. En este caso, como en la mayoría de las decisiones políticas en este período, achicar el Estado era también achicar la Nación, y no solo achicarla sino además desmembrarla y dejar el terreno fértil para todo tipo de experimento económico del Banco Mundial y del FMI. No es de asombrar que la Ley de Convertibilidad haya llegado de la mano de Menem y Cavallo, este último economista que se desempeñó como presidente del Banco Central durante el Proceso. Sería necesario que nuestro país se libere de ese pasado, de esa historia que tanto hemos padecido, relacionada con nuestro presente que se está gestando hace varios años desde otra perspectiva, y es por eso que tenemos que luchar por un país que vuelva a las bases. De abajo hacia arriba construir un país con memoria y conciencia de su lugar.


Río de Palabras, 03 – 07 – 10

La Quinta Pata

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