lunes, 9 de agosto de 2010

El tubo de ensayo

Juan Pablo Rojas

La comprometida situación por la que atraviesa Mauricio Macri es resultado, claro está, de su modo de concebir el mundo. Es un pase de factura a su estilo impetuoso de obrar tal como si fuese desde la cumbre de un despacho donde no hay más ley que la Ley del jefe. Los interrogantes sembrados sobre el destino de la Ciudad de Buenos Aires son también un resultado, son el fruto de su naturaleza como agregado social.

La apuesta por el gerente exitoso, que hizo el electorado del distrito más importante del país, fue una jugada peligrosa en la que se ponían en riesgo muchos más intereses de los que suponían los porteños. El avance de la “política posmoderna” por sobre las tradiciones partidarias no vino solo. Sus promesas de renovación confirmaron mezquindades en toda dirección y sentido como también una ambición inefable por los modos más arcaicos de socavar el patrimonio de un pueblo.

Ciertamente, el triunfo de Mauricio fue eso, un premio a la trayectoria, fue el desprecio por las estructuras partidarias y por la organización política, que tanto molesta a los medios concentrados y tanto pavor causa en los habitantes de las metrópolis. Su posicionamiento como candidato vino de conjuras más complejas. No fue, como se piensa, un salto voluntario y mágico de despacho al búnker, hubo voluntades conjuntas de viejos fantasmas que por su carácter espectral ya no encarnan ni una sombra en los espacios de discusión.

Ahora bien, esta aguda experiencia no debería pasar desapercibida en el imaginario social aunque la práctica demuestra que no hay nada más oculto que lo que está a la vista. El paso por la Ciudad de Buenos Aires, centro de la escena mediática, deja a todo candidato y a todo proyecto partidario diametralmente próximo al sillón de Rivadavia. Jugar en esta liga garpa más allá de la performance. Aquí se empezó a gestar la olvidable Alianza de cuya trayectoria no hace falta hablar. Sin embargo, las tendencias electorales aún se trazan más allá de la General Paz.

Obtener el 60 por ciento significa haber contado con la anuencia de muchos de los sectores que hoy padecen las políticas del ex presidente de Boca. Maestros, médicos, vecinos de clase trabajadora, integrantes de la comunidad judía, por citar los más visibles, fueron artífices de su avance y a la vez cómplices del retroceso de fuerzas más compasivas con los intereses de todos. A pesar del aluvión, Macri conserva, según las encuestas, un lugar envidiable de cara a las elecciones presidenciales. Por ser el centro de las luces Capital Federal debería funcionar como el tubo de ensayo del laboratorio nacional, sin embargo la city sigue comportándose como el resorte de las aspiraciones más desafortunadas.


Río de Palabras, edición aniversario, 29 – 07 – 10

La Quinta Pata

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