domingo, 15 de agosto de 2010

Las enseñanzas de UNASUR

Natalia Brite

Tal como lo había previsto la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, el alejamiento del conflictivo Álvaro Uribe del poder en Colombia fue un paso indispensable en la recuperación del diálogo entre Bogotá y Caracas.

El contexto inmediato remite al 22 de julio, cuando el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, anunció el cese de las relaciones diplomáticas entre su país y Colombia. El motivo fue una nueva tanda de denuncias que la administración de Uribe presentó por esos días ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Según las presentaciones del colombiano, Chávez y su Estado admitían y apoyaban a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Esa fue la novena vez que Uribe protagonizó una embestida de ese tipo, siempre ante la OEA, organismo hegemonizado por las líneas políticas de Washington y que excluyó a Cuba tras el asenso de la revolución liderada por Fidel Castro y Ernesto Guevara.

En ese ámbito, las denuncias contra la administración bolivariana siempre fueron escuchadas y aceptadas, aún cuando no avanzaron por lo insustancial de las pruebas.

En el escenario de una América Latina que se encamina a ser “zona libre de dominación estadounidense”, los organismos que representan al bloque toman relevancia económica y política. La Cumbre 39 del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), realizada a comienzos de agosto de 2010, supuso una demostración de fuerzas frente al mundo: por su capacidad de articulación y avance en la integración real; y por el diagnóstico positivo de los países de la región frente a la crisis financiera que hizo temblar a Estados Unidos y azota a Europa.

La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), que nació en abril de 2007 con la Declaración de Margarita, se hizo fuerte frente al conflicto desatado entre Colombia y Venezuela; se asumió como mediador y ámbito pertinente de discusión. De esta manera, la desprestigiada OEA quedó al margen y debió llamarse a silencio.
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Néstor Kirchner, titular de la UNASUR y del Partido Justicialista argentino, implementó un accionar de bajo perfil y sutileza diplomática. Por supuesto, despertó las críticas domésticas, de corporaciones mediáticas y dirigentes de la oposición conservadora.

El cuestionamiento a la figura de Kirchner no emerge de modo aislado. Es parte de una estrategia destituyente que impulsan los principales grupos económicos y las empresas de comunicación más extendidas contra la administración de su sucesora, Cristina Fernández.

Mientras el secretario general de UNASUR llevaba adelante la mediación, uno de los principales empresarios del conglomerado mediático privado, Héctor Magnetto, recibía en su domicilio particular a los más encumbrados dirigentes de la oposición derechista.

El 3 de agosto de 2010, mientras se realizaba la exitosa Cumbre número 39 del MERCOSUR, en San Juan, el diario Clarín publicó que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, “canceló a último momento su viaje (…) en medio de la fuerte tensión de su país con Colombia y de las críticas que recibió Kirchner por su demorada mediación desde la UNASUR”.

En el mismo artículo, se asume como verdad universal que la ausencia del mandatario venezolano “fue interpretada como un manifiesto desaire a Néstor Kirchner en su condición de jefe de la UNASUR”. En la nota se reitera en varias oportunidades el equívoco que, según el monopolio, implicó la ausencia del ex presidente en la reunión de Cancilleres celebrada los últimos días de julio en Quito.

Al día siguiente, 4 de agosto, la periodista enviada por Clarín a San Juan afirmó que “las fuentes consultadas por Clarín dejaron en claro que el faltazo repentino de Chávez a San Juan puso en evidencia que pese a haberse propuesto como mediador, Kirchner no llevó nada al MERCOSUR”. Sin embargo, en el mismo texto agrega que “es claro que hay consensuada una posición entre Brasilia y Buenos Aires para dar por terminada la gestión del saliente presidente Uribe, quien prendió la ira de Chávez y el actual conflicto”.

Pero la munición gruesa la disparó el editorialista del medio, Julio Blank, el domingo 8 de agosto: “Kirchner, a quien las relaciones internacionales nunca le interesaron demasiado, (…) no fue a aquel encuentro delicado en Quito y la mediación nunca existió”. A la sentencia poco feliz agregó “al final, colgado del brazo de Lula, que entiende cómo funciona el mundo y es progresista en serio, Kirchner consiguió colarse en la foto de las gestiones para el acercamiento entre venezolanos y colombianos”.

Las líneas editoriales del grupo Clarín quedaron en ridículo ante los dichos de Lula, quien durante la última cumbre del MERCOSUR reconoció que el afianzamiento de una nueva etapa del bloque obedeció, en gran medida, a la asunción de él mismo y Néstor Kirchner. Ambos mandatarios asumieron la integración regional como política de Estado e impulsaron la ampliación del alcance del organismo.

Otro dato a recordar, en el sentido de los dichos de Lula, es que durante la gestión de Kirchner como presidente de Argentina se realizó en 2005 la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata, más recordada como el encuentro que sepultó el proyecto domesticador propuesto por Washington: el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA).

Se desprende de lo anterior – y de una gruesa observación del escenario político regional de los últimos años – que el secretario general de UNASUR está mucho más cerca del gobierno venezolano que de la administración colombiana. Sin embargo, el tenor de su intervención política ante el conflicto le valió el reconocimiento del gobierno de Santos. Álvaro García Jiménez, embajador colombiano en la Argentina, dijo que "Kirchner hizo una labor silenciosa y seria, con muy buen ánimo. Fue entusiasta y creativo”.

La última semana fue muy activa para el secretario general de UNASUR: logró el importante gesto político de que el canciller venezolano, Nicolás Maduro, asista a la asunción de Santos. También se reunió con el flamante presidente y con Hugo Chávez, por separado, y logró el encuentro entre ambos, que llevó al restablecimiento de las relaciones entre Caracas y Bogotá.

A instancia de las negociaciones encuadradas en la UNASUR se firmó el Acuerdo de Santa Marta entre Venezuela y Colombia. "Ha sido la primera y extraordinaria buena decisión que hemos tomado ambos presidentes para reencontrarnos con Bolívar y en Bolívar", dijo el presidente venezolano en reconocimiento al sitio en el que se llevó a cabo la reunión. La quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, fue el lugar donde falleció Simón Bolívar, el 17 de diciembre de 1830.

Chávez y Santos se reunieron por más de tres horas, del encuentro también participó Kirchner, y decidieron que las relaciones bilaterales se basarán en el "diálogo directo y transparente, se privilegiará la actividad diplomática y se aplicará el principio de no injerencia y respeto a la soberanía de los Estados".

La agenda temática del encuentro incluyó otros temas superadores. Un punto sobresaliente del Acuerdo de Santa Marta es la creación conjunta de cinco comisiones de trabajo que conforman ``una hoja de ruta para que todos los aspectos de la relación puedan progresar, avanzar, profundizarse``, según estimó Santos.

Las instancias de trabajo conjunto serán las comisiones “para el pago de la deuda y reimpulso de la relaciones comerciales; para la complementación económica; para desarrollar un plan de trabajo de inversión social en la zona de frontera; para el desarrollo conjunto de obras de infraestructura; y una comisión de seguridad”.

Este paso importante en la armonización de la región no significa, claro está, el mágico desdibujamiento de las matrices político-estratégicas que asumen los gobiernos de Venezuela y Colombia. Entre la revolución bolivariana y la alianza con Estados Unidos; o, dicho de otro modo, entre la soberanía regional y el neocolonialismo, hay un escenario de conflicto siempre latente.

Sin bien la salida de Uribe era condición para crear una nueva atmósfera entre esas naciones, a ningún dirigente, analista o ciudadano se le escapa el hecho de que Santos haya sido el ministro de defensa de su sucesor. Ese fue un puesto clave en la política militarista que profundizó la violencia interna, violó el territorio ecuatoriano y permitió la instalación de bases norteamericanas.

Santos, un economista graduado en Harvard y miembro de una familia de la alta sociedad colombiana, admitió que con Chávez “hemos tenido tantas y tan frecuentes diferencias” y dejó en claro que la nueva acción se debe a que antepone “el bienestar de nuestros pueblos sobre cualquier conflicto personal". De cualquier modo, respecto de la situación a futuro, el flamante mandatario afirmó durante la asunción de su cargo que “la palabra guerra no está en mi diccionario”.

A su vez, Chávez llamó al cambio en el trato futuro: “A lo hecho pecho”, le dijo a Santos, y siguió “yo estoy aquí para dar vuelta la página como usted la dio”.

Fidel Castro se anticipó a los resultados de la mediación. Horas antes del cónclave en Santa Marta, el comandante de la revolución cubana aseguró que no existe "ni la más remota posibilidad" de que Colombia ataque a Venezuela. “Primero porque no le interesa, segundo porque no puede, tercero porque no quiere y cuarto porque las consecuencias serían desastrosas”, explicó Castro.

Las expresiones del ex presidente cubano no colisionan con las advertencias planteadas por Hugo Chávez. El escenario de conflicto está presente pero adquiere dimensiones más complejas: “Estados Unidos utiliza otra artillería, la mentira, la publicidad”, dijo Castro.


APM, 12 – 08 – 10

La Quinta Pata

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