Rolando Lazarte
Hace años que no vivo en Argentina, pero no deja de preocuparme lo poco que se ha avanzado en la construcción de ciudadanía en mi país. La vida sigue no valiendo nada, la gente es como una cosa que se usa y se tira a la basura cuando no sirve. El estado, un feudo de las clases dominantes, divididas en facciones unidas en la única meta común de someter y sacarle el jugo a las personas que trabajan. En la base, movimientos sociales que tratan de construir espacios de autonomía, y que pagan el precio de la vida muchas veces, como en este caso, y en tantos otros casos que se repiten con metódica cronicidad, cuando tratan de afirmar el derecho a la vida. Bolivianos, paraguayos, villeros, sea quien sea, la vida la han recibido y la merecen. Merecen un lugar bajo el sol, no bajo las balas de policías y fuerzas represivas que mataron ya tanta gente, que nadie puede ya dudar de para qué han sido creadas. La cuestión social en Argentina viene siendo tratada como caso de policía y ejército, de fuerzas de represión, desde que el país fue creado. Balas en los obreros, balas en los manifestantes, balas en los trabajadores, balas en los estudiantes, balas en los vecinos, balas en quien ose disputar un lugar bajo el sol amenazando la hegemonía de las clases dominantes. La Argentina no se cansa de matar a su gente. Un día será un país, pero ese día me parece muy lejano.La Quinta Pata, 19 – 12 – 10
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