domingo, 13 de marzo de 2011

Gerónimo: el lobo del desierto (II)

Mary Ruiz de Zárate

Gerónimo
Este nombre se lo dieron a Gokliya los rancheros mexicanos, que tanto temían al indio apache que les atacaba sus haciendas, que les llevaba sus mejores caballos y desaparecía luego, como un duende, tras las dunas del desierto.

Mientras esto se producía, grandes cambios ocurrían en los inmenso y ricos territorios de California, Nuevo México y Arizona que pertenecían a México, y que por la “fuerza persuasiva” de las armas norteamericanas eran anexados a la Unión.

En su viaje a la frontera mexicana, el ejército del general Kearny pasó por territorio apache llevando de guía a Kit Carson, buen amigo y compinche de Mangas Coloradas, el sucesor del jefe Juan José. Kearny se entrevistó con el jefe piel roja y explicó a Mangas Coloradas que ya ellos no pertenecían a México, sino que eran “propiedad” de los Estados Unidos de América y que por tanto eran “hijos del Gran Padre Blanco” – el presidente de los EEUU – Mangas Coloradas entendía, según su religión, que el padre de todos los apaches era Usen – el Gran Espíritu – pero ante los argumentos de su buen amigo y cómplice de otros tiempos, Kit Carson, prometió no hostilizar la marcha de los soldados y cooperar con Kearny.

Al explicar Mangas Coloradas lo pactado con Kearney el consejo de guerreros de la tribu, muchos jefes protestaron enérgicamente, destacándose Gerónimo, el que increpó duramente a mangas Coloradas, llamándole “cobarde coyote”.

La actitud de Gerónimo, de oposición contra el jefe máximo de su tribu le costó la expulsión de ella y fue desde entonces considerado un “renegado”. Doce guerreros le siguieron.

Con su pequeño grupo, comienza Gerónimo su singular epopeya luchando contra los corrompidos jefes tribales, contra los mexicanos y contra el ejército de los Estados Unidos.
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Tras el ejército llegó un alud de aventureros que comenzaron a negociar con los apaches, prostituyendo a los jóvenes guerreros con dádivas y ofreciéndoles ron a cambio de valiosas piezas de caza y carne de bisonte.

Gerónimo se aprovisionó de buenas armas, cambiándolas a traficantes inescrupulosos por corceles que él les arrebataba a los mexicanos.

Acostumbraba a probar el alcance de los rifles antes de comprarlos, por eso no pudieron darle armas en desuso, que hubiesen resultado inocuas contra el ejército yanqui.

Pronto el nombre de Gerónimo se hizo famoso en toda la nación apache, llegando los más valientes y jóvenes guerreros a unirse por la gloria de combatir a su lado.

Así llegaron junto a Gerónimo, Natché, el hijo del Gran Cochise, que había librado una guerra extraordinaria contra los norteamericanos, y Chihuahua, jefe apache del territorio fronterizo con California. La rebelión acaudillada por Gerónimo llegó a alcanzar dimensiones tales que el presidente Grover Cleveland pidió autorización al congreso para efectuar una leva de soldados que fueron luego llamados “voluntarios” para pelear contra el peligro apache.

En 1823, Gerónimo declaró la guerra a Estados Unidos de América, en su propio nombre, pues es preciso destacar que él nunca fue jefe tribal, sino líder de su pueblo.

Después de esta declaración de guerra se le unieron varias tribus apaches y la del jefe Hoo, que era la antigua tribu de Maco, famosa por su agresividad.

Extraordinariamente inteligente, para ser un indio incivilizado, Gerónimo había comprendido que por alguna razón, los soldados mexicanos que lo perseguían se detenían en determinado punto, y que a la inversa, cuando eran soldados norteamericanos los que les seguían, sucedía lo mismo. El obstáculo era la línea fronteriza internacional, establecida al término de las hostilidades con México.

Gerónimo usó entonces la línea, cruzándola, para evadir el acoso de uno u otro bando, a su conveniencia.

Estériles habían resultado los esfuerzos del general Crook para liquidar a Gerónimo. Por eso se determinó por Cleveland el envío del general Nerson Miles al frente de cinco mil soldados que se internaron en las cordilleras de la Sierra Madre, en la que se refugió Gerónimo.

Junto a los soldados de Miles, marchaban, como exploradores, 193 apaches pertenecientes a tribus enemigas de Gerónimo. En la ofensiva final fueron cayendo los más valiosos compañeros del jefe rebelde hasta quedar reducidos a treinta y cinco guerreros, ocho niños, ciento una mujeres, los que, carentes de alimentos en las áridas montañas de la Sierra Madre, se encontraban a punto de morir de hambre cuando Gerónimo determinó rendirse, para salvar a Natché, que había caído preso.

Miles quería liquidarlo físicamente, pero Cleveland opinó que, dada la notoriedad alcanzada por el jefe apache, lo mejor era pasar por benévolo y confinarlo a una reserva en Fort Still, en Oklahoma. En ese lugar Gerónimo, ya viejo, se dedicó a la siembra de maíz, en compañía de su mujer y los nietos que le quedaban; pues casi todos sus hijos habían perecido en la larga contienda contra los Estados Unidos, la que duró cuarenta años.

En febrero siete de 1909 murió de neumonía el más bravo de los guerreros apaches, el que más pérdidas económicas y en vidas costó a la Unión Americana, y el primer jefe no tribal que declaraba la guerra frontal.

En la historia de los Estados Unidos, Gerónimo figura como un indio bandido de extrema crueldad, tal como para los apaches resultaban asesinos y bandidos los Kit Carson, los Crook y los Kearny; en la misma medida que Mangas Coloradas representa al traidor nacional.

Juventud Rebelde, 15 – 06 – 70

La Quinta Pata

1 comentario :

Geronimito2012 dijo...

Muy buena explicación de esta parte de la historia, de este indígena que vio las cosas desde su enfoque y actuó en concordancia, gracias.

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