Alfredo Saavedra
Creada en la interioridad del hampa, esta nueva folklórica versión de santidad ha crecido en popularidad como un extravagante culto que se ha arraigado en un extenso segmento de la población de México y extendido hacia el norte en el sur de los Estados Unidos y hacia “abajo” en buena parte de Centroamérica, de acuerdo con reportaje de National Geographic.
La Santa Muerte se ha incorporado a fuerza de ser impuesta por sus devotos, como nueva entidad del santoral, venerada inicialmente por la delincuencia en México y otros países del istmo centroamericano donde ya se le erigen altares a su representación encarnada, o descarnada mejor dicho, por un esqueleto, vestido casi siempre con rica indumentaria y la infaltable clásica guadaña. Ni el ex papa, Juan Pablo II, en camino de convertirse en santo, logrará capitalizar la popularidad y el alto grado de adoración que ahora se le dispensa a la Santa Muerte.
El reo convicto, conocido por el alias de El Niño, cuya carrera criminal haría languidecer la de hampones como Al Capone, es uno de los fieles seguidores de la Santa Muerte, a quien atribuye milagros como el de que le hagan llegar a sus manos en la cárcel, armas y drogas que ningún guardia es capaz de interceptar. Como evidencia de la vocación “religiosa” de El Niño, por la Santa Muerte, tiene en uno de sus antebrazos tatuada la efigie de dicha entidad, según lo ilustra el reportaje.
Por su parte el camarada y compinche de El Niño, el también reo identificado solo como Antonio, dice en apoyo de la fe de su amigo: "Después que los amigos te olvidan y no tienes, como se dice, ni perro que te ladre, ella, la Santa Muerte estará a tu lado y no te desamparará aunque seas el peor pecador". El sentimiento de estos individuos refleja la actitud común de un conglomerado que se entrega con devoción al culto de la Santa Muerte.
Con respecto a esa conducta, José Luis González, profesor de la escuela nacional de antropología en México, dice: “Las presiones emocionales, las tensiones de la vida en un tiempo de crisis inducen a la gente a buscar figuras simbólicas que puedan ayudar a enfrentar el peligro”.
Leer todo el artículoPero en el mundo del crimen de México, el paisaje religioso está poblado por un amplio santoral que incluye numerosos personajes de la biblia que suponen, según la creencia, no la salvación sino el éxito. Por tradición, en el pasado, el hampa tuvo a San Judas Tadeo, como uno de sus santos favoritos, sin excluir a figuras seculares en la veneración heredada del culto histórico católico. México tiene santos de efemérides y hasta una media docena de campesinos cristeros, cuyos nombres no han trascendido, sacrificados durante la revolución mexicana, fueron elevados al rango de santos durante el papado de Juan Pablo II, en lo que pudo haber sido respuesta a la inclinación política del pontífice.
De forma oficial la iglesia católica en México desautoriza la asociación de San Judas Tadeo con el narcotráfico, ya que en el pasado, en particular traficantes de Colombia, lo proclamaban protector de sus actividades. El padre Jesús García, párroco de una iglesia donde se venera a San Judas, dice que por una mala interpretación muchos fieles han visto en el santo a una especie de benefactor que puede favorecer solicitudes que tienen que ver con la fortuna y el dinero y en ese sentido le piden que les otorgue premios de la lotería y hasta en una oportunidad reciente el clérigo recibió la petición de un político que ofreció una suma de dinero si San Judas lo hacía ganar las elecciones.
El culto a la Santa Muerte fue precedido por el culto al asaltante Jesús Malverde, quien a finales del siglo XIX era una especie de Robin Hood, según la leyenda, al robar a los ricos para repartir entre los pobres. Malverde fue llevado a la horca pero tras su muerte hubo quienes le atribuyeron milagros y lo consagraron como un santo y eso determinó que en el bajo mundo se le rindiera homenaje como tal. En la década de los años 70 el vendedor callejero Eligio González fue víctima de un asalto en el que fue gravemente atacado con puñales, sobreviviendo, según lo testimoniaría, a una muerte segura, luego de rogarle al difunto Malverde para que le salvara la vida.
Para ello el vendedor había ofrecido al santo delincuente erigirle una capilla, lo cual cumplió pero con el inconveniente de que no le podían hacer una escultura por falta de fotografías del tal Jesús Malverde. Eso quedó resuelto cuando el beneficiario del supuesto milagro sugirió que se tomara como modelo la figura del cantante Pedro Infante, y de esa manera hacer la imagen del santo, venerado por González y por otros seguidores que al convertir en sitio de peregrinación la capilla patrocinada por él, tuvieron en Malverde un santo favorito con la faz simpática del popular cantante, muerto en un accidente de aviación para consternación de sus miles de admiradores.
Mientras tanto, en la actualidad, el culto a la Santa Muerte se ha propagado y aunque está proscrito por la iglesia católica, tiene adoradores incluso en la ciudad de Los Ángeles, donde en una iglesia ad hoc “oficia” un denominado profesor Sysiphus, quien reza oraciones por solicitud de “creyentes” para “curar enfermedades” y ayudar a familiares y amigos a cruzar la frontera entre México y Estados Unidos sin estorbo alguno.
(Datos tomados del reportaje de Alma Guillermoprieto, en National Geographic Vol 217. No. 5)
La Quinta Pata, 10 – 07 – 11
La Quinta Pata
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