domingo, 13 de noviembre de 2011

La comisión directiva de un club geriátrico

Alberto Atienza

UCR: El fracaso de un partido de egos desmadrados

Mendoza ya cuenta con un nuevo gobernador. Francisco Pérez, hombre joven, enérgico. Acaso lleguen los “buenos tiempos” anunciados por un candidato tendiente al retornismo, de pésima gestión, que eligió esa frase como si la gente fuera descerebrada, igual que si no recordara los estragos de su paso por la casa de gobierno.

Dicen algunos observadores que los argentinos cada vez están más lejos de los espejitos de colores. Ahora, hoy, son sagaces a la hora de evaluar su voto. Eso se demostró en nuestra provincia con el “no” a un sujeto que ni tan siquiera encontró la forma de comunicarse con sus posibles electores. Los espantó con su prepotencia, la misma que usaba cuando fue gobierno. Tampoco dejó en el llano su cara de milico. Además, nadie olvida el auge de la usura cuando mandaba ese hombre de rostro también mular. Las páginas enteras de diarios, con edictos de remate de pequeñas propiedades rurales. De viviendas familiares. No movió un dedo, pudiendo hacerlo, para auxiliar a esas familias, muchas, que de pronto quedaban en la calle.

En cambio acuñó un término despectivo para aquellos que no podían, por falta de trabajo, por exiguos ingresos, saldar deudas que los especuladores sobredimensionaron, como siempre hacen. Mencionaba a los fallidos como “cultores del no pago” Claro, él abonaba todo. Ganaba buen sueldo como gobernador. Se cambió del barrio Bombal, de una lujosa casa que compró siendo intendente, a una vivienda en un carísimo barrio privado donde residen algunos políticos, transformados debido al incesante esfuerzo y ahorro, en millonarios. Un ejemplo para nuestros hijos: esfuerzo y ahorro, la base de la fortuna de muchos de nuestros ex funcionarios. Dios sea loado…

En su paso por el sillón de San Martín, juntó centavos tras centavo, igual que sus ministros ahora empresarios de hoteles cinco estrellas. Otros de sus colaboradores residen en lujosos pisos de Emilio Civit. Antes, no hace mucho, vivieron en departamentitos tipo conejera, en monobloques. Este hombre que quiso volver y no pudo, les descontó a empleados públicos una cantidad de dinero que nunca les fue devuelta. Y hasta hoy no se sabe dónde fue el total de lo deducido, cuantiosa suma.

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Hechos muy graves. Jaque, el que se va, era intendente de Malargüe. En la provincia, el perdidoso que nos ocupa, en el máximo sitial. Inversores malayos adquirieron 300.000 hectáreas en la tierra de los Pincheira., con dos cauces de ríos y la Laguna de la Niña Encantada. Alambrados por doquier. Ese enorme espacio de Mendoza se convirtió en un territorio extranjero. La soberanía fue vulnerada de modo atroz. Y el radical y el peronista, un solo corazón a la hora de cerrar los ojos, bien gracias. No levantaron ni un dedo en defensa de Mendoza. El absurdo. Uno de los entreguistas llegó a gobernador de la provincia. El otro quería volver a serlo.

Pero hay quien dice que al pasado hay que sepultarlo. Puede ser. Ocupémonos entonces del presente de ese fracasado. En realidad, no podría haberle ido peor. Y no puede echarle la culpa a nadie. Su campaña fue un fiasco. En ningún momento se acordó de todos esos pibes y pibas que debutaban en la democracia con sus flamantes votos. Tampoco se dio cuenta que la gente aguardaba un discurso más armónico, más cercano a las necesidades. Más pensado. No. Sus frases, huecas, sonaban como si se las hubieran escrito unas horas antes de grabarlas. No habló de plataforma. No tocó los grandes temas mendocinos. Y los que mencionó fueron tratados superficialmente, de “taquito”.

Los votantes esperaban de ese partido tradicional una renovación de candidatos. Eso no se produjo. Se metieron los de antes. Los que cansaron a la gente, querían volver. Y eso ocurrió por el egotismo de quienes condujeron a esa fuerza, los mismos que se pusieron en los afiches. Tanto pensar en ellos todo el día se olvidaron de la juventud. No tuvieron en cuenta la necesaria renovación, que comprende todo, desde la naturaleza hasta los destinos de un estado. La imagen, otra vez sopa, deja flotando la sensación de que esa antigua agrupación política no cuenta con otros exponentes. No tiene gente capacitada para los más importantes cargos de una provincia. Se vislumbra que un alud de ambición les clausuró las puertas a los sucesores. Y que no existen nuevos postulantes. Algo así como la comisión directiva de un club geriátrico.

La Quinta Pata, 13 – 11 – 11

La Quinta Pata

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