Emilio Marín
El Congreso dio media sanción a leyes importantes esta semana. Pero quizás lo más significativo, en política, fue el choque casi frontal de Hugo Moyano y la CGT con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
En la relación política de Cristina Fernández y Hugo Moyano es difícil precisar la fecha y hora del divorcio. Era un vínculo desgastado, ante propios y extraños. Se mandaban mensajes poco amigables por los diarios. Los amables componedores no pudieron inducirlos ni siquiera a una tregua.
Golpeó primero la presidenta. Ante un selecto grupo de empresarios, en la antesala de la 17º conferencia de la Unión Industrial, blanqueó su negativa al proyecto cegetista de distribución por ley de las ganancias. Esa opinión la volcó minutos más tarde ante la platea empresaria donde mandan el textil De Mendiguren, el automotriz Rattazzi, el siderúrgico Rocca, el azucarero Nicholson, el caramelero Pagani y otros pesos pesados.
La palabra presidencial, endulzada con críticas a las supuestas extorsiones sindicales, fue rabiosamente aplaudida por la UIA. Hubo "sintonía fina" entre la política y esos empresarios top.
Moyano pegó de contragolpe. Este jueves, festejando el Día del Camionero, reunió a 50.000 afiliados en la cancha de Huracán y dio un discurso de 47 minutos que dio que hablar al país político y los medios.
El camionero ratificó que quiere discutir paritarias en 2012 sin techos y con el índice del supermercado (desechando al Indec). Insistió con el proyecto Recalde de distribución del 10 por ciento de las ganancias empresarias. Pidió la suba del monto del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, que hoy fulmina a los solteros con ingresos de más de 5.782 pesos y a los casados con más de 7.998. En Azopardo 802 quieren que se exceptúen a quienes ganan menos de 12.800 pesos, lo que luce como justo. El gobierno nacional no lo concede: para desairar al líder gremial y porque ese impuesto es el segundo que mayor recauda, detrás del IVA.
Leer todo el artículoEl pago urgente de la deuda que el estado tiene con las obras sociales, por 12.000 millones de pesos, fue otro golpe de puño sobre la mesa. El orador amagó con ir a la justicia para que paguen esa suma quienes hoy "se hacen los distraídos".
Estos planteos reivindicativos, poco simpáticos en los oídos presidenciales, no hubieran precipitado una ruptura. Los conceptos políticos de Moyano, en cambio, sí tuvieron ese resultado. Dijo cosas fuertes, como que del 54 por ciento de los votos para la presidenta, los trabajadores habían puesto el 50 y no "los niños bien" (por La Cámpora). Que el mejor gobierno de la historia había sido el del general Perón, bajando al actual del podio. Y que renunciaba a los cargos en el PJ (vicepresidente 1º del consejo nacional y presidente en el PJ de Buenos Aires tras la enfermedad de Alberto Balestrini) pues lo calificó de "cáscara vacía". Alegó que las decisiones se tomaban en otro lado. No hacía falta preguntarle dónde.
El derecho a huelga
Varias demandas de Moyano tienen su razón de ser. Su posicionamiento político, en una vereda cada vez más opositora, es más cuestionable.
El camionero se queja de que las huelgas obreras y medidas de protesta son descalificadas como "boicot" y "extorsión". En eso no falta a la verdad, pues desde 2009 Cristina Fernández viene cuestionando esa forma de lucha de los portuarios de Rosario, los petroleros de Santa Cruz, los obreros de Kraft, los empleados del Subte y Aerolíneas, los cortes de Uatre, etc.
Se puede estar de acuerdo con la admonición presidencial, pero a la vez considerar que la protesta del conductor de la CGT es al menos parcialmente válida. A veces hay una cerrazón del gobierno nacional que lo lleva a rechazar de plano lo que venga de la CGT, o de otros organismos en otros asuntos.
Por ejemplo, diputados votó el jueves el proyecto de ley antiterrorista, duplicando las penas mínimas y máximas previstas en el código penal para los delitos donde se impute finalidad terrorista. Es tan atroz la norma, votada con apuro, que – como alegó un diputado opositor – el delito de homicidio, penado con entre 8 y 25 años de cárcel, se llevaría a 50 años, en tanto muchos genocidas, condenados por asesinatos y delitos de lesa humanidad, reciben penas de 25 años de prisión.
Esas incoherencias, producidas por el ánimo de ser obedientes con lo que piden Washington y el GAFI, hicieron que muchas entidades de derechos humanos, sociales y políticas rechazaran ese proyecto gubernamental. Entre los firmantes estaba el CELS presidido por Horacio Verbitsky, un firme defensor de la gestión cristinista. Es de esperar que por esa crítica política, al autor de Robo para la corona y otros best-sellers no lo pongan en el índex junto a Moyano.
Algunas críticas voceadas por la tribuna sindical tienen sustancia. Y más allá del uso político que Moyano quiera darle, implican una defensa de derechos de los trabajadores. El ministro del interior, Florencio Randazzo, replicó aquellas acusaciones. Dijo que para defender a los trabajadores hay que apoyar a este gobierno que creó 5 millones de puestos de trabajo. Cierto y falso. Cierto que generó más o menos esa cantidad de empleos, aunque el 34 por ciento del trabajo sigue siendo informal. Falso que no se puedan tener reivindicaciones y apelar a medidas de fuerza para lograrlas, con este y aún con gobiernos mejores que pueden llegar en el futuro.
"La democracia es conflicto" dijo más de una vez la mandataria, acertadamente. Es así. Con los aliados y aún adversarios del ancho campo nacional hay que dar el debate, incluso áspero, pero no pedir la intervención del gremio APTA y cese de personería, por una supuesta medida de fuerza, como decidió la presidenta y tramitó, veloz, Carlos Tomada.
Flancos de Moyano
El pope sindical no es ningún angelito ni bebé de pecho. Nunca lo fue, ni siquiera cuando era joven militante en la derechista juventud sindical de Mar del Plata y, según versiones, en la fascista Concentración Nacional Universitaria, CNU, la que asesinó a la estudiante de Arquitectura Silvia Filler.
Pero mejor no irse por las ramas del árbol poli-genealógico del personaje. Pregunta: ¿su crítica del jueves habría sido tan filosa si la presidenta le concedía varios lugares en la lista de legisladores y de autoridades provinciales para la última elección? Respuesta: no. Lo más probable es que hubiera seguido en el consejo de PJ y bajado los decibeles a los reclamos gremiales.
Conclusión. El capo de la CGT no es un gremialista y político nacional-democrático, más aún laborista, que lucha por programas y objetivos propios del movimiento obrero. A veces lo hace, como cuando respaldó a la resolución 125 o cuando denunció la Banelco, pero su proyecto general son los espacios de poder a conquistar para su grupo y defenderlos a como dé lugar.
El camionero es un gremialista burocrático pero también empresario. Su deslinde de la empresa Covelia, cuando juró que no tenía nada que ver con esta ganadora de tantos contratos en municipios bonaerense y en asociación sui generis con Crese de Córdoba, dejaron muchas dudas. La justicia suiza pidió informes y el aludido tuvo la defensa del gobierno y su cancillería. Si era por lo que decía Moyano, daban ganas de decirle: "no aclare que oscurece". En su urgencia y torpeza hasta imaginó un paro con movilización a Plaza de Mayo.
Otro flanco moyanista quedó al descubierto en Huracán, porque una cosa es reclamar al estado que pague la deuda con las obras sociales y otra muy distinta es jurar por la inocencia de Gerónimo Momo Venegas y Juan José Zanola que administran esas entidades en forma cuestionable. La justicia los ha imputado y procesado por desvíos de fondos, mafias de medicamentos y otras yerbas. El titular de la Asociación Bancaria viene de recuperar la libertad tras dos años y medio de prisión, luego de poner una fianza de 700.000 pesos.
En vez de deslindarse de estos desprestigiados personajes del mundo sindical, quizás Rodolfo Walsh habría tipeado "hampa sindical", el orador del jueves los defendió como si fueran luchadores perseguidos injustamente. En el país hay 5.000 procesados por defender empleo, salario y condiciones de trabajo, por reclamar tierras y viviendas, etc. El proyecto de amnistía a esas personas duerme el sueño de los justos en el congreso y ojalá que el actual lo ponga en la agenda. Entre esos miles de procesados por luchar no están Zanola ni Venegas, imputados por lucrar, una diferencia abismal de una sola letra. Y José Pedraza, otro miembro de la cofradía, sigue tras las rejas acusado de organizar un crimen.
En vez de poner distancia con estos personajes, Moyano los defendió. Más, adoptó una posición similar, reaccionaria, al ordenar que los dos diputados nacionales que le responden votaran en contra del proyecto de nuevo Estatuto del Peón. La Sociedad Rural y la Mesa de Enlace, agradecidas.
Luis Barrionuevo, ejemplo paradigmático del sindicalismo corrupto, operador de Eduardo Duhalde, dijo complacido ante el mensaje de Moyano: "yo ya tengo secretario general de la CGT". Si Luisito dice que tiene ese secretario general, quiere decir que centenares de miles de trabajadores lo han perdido, si es que alguna vez lo tuvieron.
En esos días la presidenta impulsaba la aprobación de leyes progresistas como las del papel para diarios y la de tierras. Corría por izquierda a varios, sobre todo al camionero.
La Arena, 18 – 12 – 11
La Quinta Pata
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