domingo, 4 de diciembre de 2011

Una muy justa reparación para ex presos políticos

Alberto Atienza

Proyecto del diputado Alejandro Viadana.

Hombres a bordo de verdes vehículos blindados. Vestidos con uniformes de combate. Residentes en lindas viviendas adquiridas con préstamos blandos. Esposas elegantes. Con hijos en buenas escuelas. Argentinos de unas existencias que pocos, de la mayoría de los argentinos, igualan. Con elevados sueldos y casi todos sus gastos pagados por el pueblo.

Un mal dia se les cambió la cabeza a esos combatientes, la mayoría sin ninguna guerra. Se les enfermó el seso. Eclosionaron malas clases impartidas en el establecimiento que los formó. Se transformaron en máquinas homicidas. Algo así como el Dr. Jekyll en Mr. Hyde. “Salvadores de la patria” destruyeron la democracia, mala o buena, pero democracia. Treparon al gobierno y se inició una pesadilla colectiva y real de crímenes. Torturas. Desapariciones. Apoderamiento de niños. Violaciones de mujeres detenidas. Robo de inmuebles y asesinatos de sus dueños. Extendieron el terror y la muerte. Llegó el fin para esa ordalía siniestra y, otra vez, la natural democracia. Los sangrientos se instalaron, como si nada hubiera pasado, en cuarteles y en sus clubes. Y, 30 años después, convertidos en dulces viejitos, en candorosos abuelos, la justicia los alcanza. Los condena a perpetuidad en prisiones comunes.

Detrás quedaron los desaparecidos (muertos) y los muertos tangibles. También están los privados de libertad por esos tiranos. Hombres y mujeres que nunca más serán los mismos luego de indignas experiencias. Algunos sufrieron torturas físicas. Quedaron dañados de modo irreversible. Otros, con sus cuerpos indemnes, sobrellevan fracturas internas que aparecen en sueños. Ardorosas heridas, como si les hubieran sido inferidas ayer.

Dicen por ahí “¿De que se quejan si están vivos?” Esos que hablan sostienen además: “Ahora salen a reclamar después de tantos años”. Se olvidan de que nadie podía levantar la testa. Hasta en gobiernos constitucionales los terroristas de estado mantuvieron el poder, en las sombras pero poder al fin. Muchos a cara descubierta, como el ex juez Romano, responsable de muertes, cárceles, desapariciones. Estuvo vigente hasta casi ayer, en su despacho, con acólitos, como el despedido juez Leiva y una troupe de empleados de la justicia federal mendocina, ya canosos. Cajoneaban habeas corpus, sabían de torturas y violaciones. Se callaron. Siguen, en silencio y escuchan declaraciones que ellos no toman.

Quedan muchos otros en las calles, instituciones, bares. Los mismos, que al enterarse de que alguien marchaba a las infectas jaulas, habilitadas por los militares o que eran borrados de la faz de la tierra, comentaban: “algo habrán hecho”. Indiferentes, juzgadores, nunca les pasó nada. Añoran la violenta seguridad que los uniformados imponían.
Leer todo el artículo
Viven los dolientes. Pero no es fácil navegar todos los días luego de experiencias como las que los militares imponían a sus “investigados” Aparece una suerte de culpa, inverosímil culpa: la de haber llegado al hoy cuando tantos jóvenes inocentes en su mayoría, fueron sacrificados.

Tienen algo de razón los que critican, algunos gorilas de derecha y de izquierda (que los hay los hay). O señores de zapatos sistema Delgado, sombreros Panamá, con jubilaciones mínimas de gente pobre y rentas de locales y departamentos y plazos fijos. Pueden gritar presente algunos de los que pasaron por las mazmorras. Eso es lo máximo: no fueron ultimados. Lo mejor, por un lado. Por otro, no. Perduran las interrupciones de carreras importantes, truncas para siempre. El dolor, que no cesa, por amigos inmolados. El no entender, nunca se entenderá, nadie podrá hacerlo, el por qué de la injusticia, del exterminio. El sufrimiento que prodigaron esos seres empleados de la gente, instruidos para defenderla y convertidos inexplicablemente en sus verdugos.

Son 400 poco más o menos, los que pasaron por las celdas que el terrorismo de estado fundó en Mendoza.

El diputado, Alejandro Viadana, asistido por gran humanismo, presentó un proyecto de ley para que esos ciudadanos perciban una mensualidad, no muy alta, no de privilegio, en calidad de reparación.

Al lado de Viadana aparecen otros legisladores que participan del proyecto, nombres muy importantes de ahora en más, por el profundo valor y significación de la iniciativa. Son Néstor Piedrafita, Rogelio Gil, Fabián Miranda y Liliana Vietti.

Muy importante y noble la iniciativa que ya cuenta con media sanción legislativa. Sería buenísimo que esa remuneración comenzara a regir antes de fin de año. Una justa ayuda, una tabla de salvación, para muchos, ya veteranos, que cobran magros retiros, menguados a causa de necesarios préstamos que piden a veces para comer y por el confuso sistema de descuentos de algunos bancos (Supervielle) Una salvación para “chicas y muchachos” como los mencionaba “Rutas Argentinas” de Vox Dei.

Dios asista a quienes deben materializar esta generosa idea...

Hasta acá lo importante. La reparación para esa gente que, aunque no parezca y a pocos les importe, continúa aquejada.


La Quinta Pata, 04 – 12 – 11

La Quinta Pata

No hay comentarios :

Publicar un comentario