Alberto Atienza
Dios quiera que no se le de…
La Reina de la Contaminación vino sin su corte. No cosechó aplausos ni firmó autógrafosMendoza es cuna de poetas, decían. También “la tierra del buen sol y del buen vino” hermosa frase que nos identificaba. El entonces gobernador Jaque desalojó esa presentación y fincó todo el atractivo de la provincia en lo elevado (lo más alto…lo más altooo…) y le dejó picando el tradicional slogan para que lo use San Juan.
Lo más alto. Cosas de petiso, qué quiere que le diga.
Entre las peculiaridades de este bendito lugar está la ingente producción de reinas. Sin dudas instalamos soberanas como quien silba o se rasca. Todos los años los departamentos eligen figuras reales. A algunas les da, de vez en cuando, por mostrar zonas pudendas en filmaciones (perniles, ombligos, dobles pechugas y todavía más) Las “hots” que les dicen. Los intendentes, ante esas desnudeces, caen de cabeza en el papelón y se tiñen con moralina.
Aparte de la Fiesta de la Vendimia y sus carretaladas de majestades, fulguran todos los años, otras sonrientes niñas que saludan a sus adeptos como si limpiaran el vidrio de una ventana.
Difícil recordarlas a todas, aunque algunas son tan bonitas…como “las muchachas de Plaza España” de Roberto Carlos.
Hagamos algo de memoria: la reina de la Nieve, la de la Melesca. Otras, de frutos varios. La del Plisé. La del Chancho Bolita, también conocida como Reina del Chanchito Bola. La de “Cuyanita” (antigua lancha del lago del Parque, que se incendió) la de Barloa (bolichón mistongo de Las Heras), una linda socióloga del medio local. La de las Acequias Cantarinas y las Doradas Hojas de Otoño Mendocino que son cosas que inventó un tal Sosa. La del Corpiño Calado. La del Bicho Canasto o Bichito Canastito. La de Zopaipillas con Miel. La de la Sandía Colorada de Lavalle y las Calo. En, fin, son tantas…
A la que no conocíamos es a la soberana de la Contaminación (foto). Realmente impresiona. No promete nada para su reinado. No habla de su pueblo.
Leer todo el artículoApareció en la Peatonal y San Martín. Silenciosa. Con su vestido confeccionado con bolsas “gran consorcio”. Observaba tranquilamente cómo un grupo de jóvenes denunciaba a capa y espada, con encendidos e indiscutibles discursos, a la implantación de una mina, gran bebedora de agua, en Famatina, La Rioja. Habitantes de esa zona explicaban los perjuicios que esa explotación, irreversibles daños, arrojaría sobre un paradisíaco pueblo.
Ella, acaso la reina más lúgubre de cuantas existen, tal vez paseada por la Vía Blanca en un carro igual a la barca de Caronte, escuchaba. Todos sabíamos que es un personaje, armado para dar una imagen más a la manifestación. Pero, eso de estar ahí y de avanzar cuando quisiera, era lo mismo que ocurre con la corrupción, una de las acepciones del tema. Políticos venales, empresarios sin alma, en cualquier momento atacan a la gente permitiendo la instalación de un yacimiento perjudicial.
Arriba, en lo alto, mucho más que un brinco de Jaque, está el máximo poder: la presidenta.
Surgen los interrogantes con esta bella dama ¿Por qué no define a rajatabla el tema minero para todo el país? ¿Por qué permite que gobernadores haciendo uso erróneo y dañino de un falso federalismo autoricen desembarcos nocivos? Si definió el tema de los préstamos usurarios que perjudican a los jubilados (Banco Supervielle, uno de los más grandes dadores), ¿por qué se le quedaron en el tintero las operaciones vigentes? Están prohibidos los futuros créditos leoninos. Pero no dice nada, hasta ahora, de las enormes cuotas, transformadas en grandes sumas que la clase pasiva le sigue pagando al Supervielle, por ejemplo.
Vaya hacia usted presidenta nuestra alegría por saber de su sanidad. Ha instalado beneficios altamente positivos para madres e hijos. Felicitaciones por su alada humanidad. Les dijo a los represores, asesinos, ladrones de criaturas, apoderadores de inmuebles, de dinero, torturadores, les dijo, de modo público “Dura lex sed lex”. Y usted, pasó a la historia como uno de los pocos políticos argentinos que no se arrodilló ante los genocidas. Esperaban un pacto, como siempre, un entente cordial y les llovieron merecidos encierros perpetuos.
Aunque no es más que un símbolo la reina de la Contaminación, en su mirada brilla un mensaje. Y un desesperado pedido de auxilio.
La Quinta Pata, 15 – 01 – 12
La Quinta Pata
3 comentarios :
Reinar es una cosa seria Alberto. Yo no le deseo suerte a la contaminación pero me parece bien que se produzcan soberanas de estilos más actuales. Deberíamos incluir, reina de la corrupción, reina del montaje, reina de la moralina menduca, reina del patoteo, reina de la delincuencia...hay tantos títulos, pero hay que comprarlos a la mayoría. Muy buena nota, abrazo. Felicitaciones a la Five pata. Pacha.
Muy bueno , excelente como siempre DON ALBERTO .- Saludos y NO A LA MEGAMINERÍA
Muy bueno , excelente como siempre DON ALBERTO .- Saludos y NO A LA MEGAMINERÍA
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