domingo, 8 de abril de 2012

El Mendozazo, otra épica popular menduca

Ramón Ábalo

El Toto Gioia, actor y alumno de Galina Tomalcheva en la Escuela de Teatro de la UNCuyo, que tenía también como profesores a Carlitos Owen, víctima de la dictadura, a Fernando Lorenzo, y como compañero al gran Luis Politi, otra víctima de los genocidas, y todos ellos miembros de la bohemia de aquellos años, solía decir - el Toto - con mucha bronca en las juntadas nocturnas después del Cordobazo del ‘69: "...los rusitos (todavía estaba en semiplenitud la URSS,( Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas), tienen un mapamundi donde van colocando banderitas rojas allí donde triunfa la bronca popular contra el capitalismo...la van a poner en todos los rincones del mundo....menos en Mendoza, ¡¡¡aquí somos todos fascistas…y maricones..!!!" vociferaba iracundo y con los beneplácitos de la audiencia vínica. No pasó mucho tiempo para terminar con su iracundia y desazón.

Corrían los últimos meses de la dictadura lanussista y la creciente expectativa de la masa peronista que cada tanto, desde hacía un par de años, se preparaba cotidianamente a recibir el "avión negro", una leyenda en la construcción del imaginario popular y peronista de esa época como emblema y esperanza por el regreso del "líder", totalmente marginado desde setiembre del ‘55, es decir un pueblo profundamente sensibilizado por ese ostracismo del peronismo. Y fue muy expresiva, entre otras, ese abril del 72, cuando la dictadura lanzó un mazazo contra la economía popular, como fue el aumento de la tarifa de la luz, algo más del 100%… Y se armó la podrida, que desde el principio ese aumento fue espontáneamente rechazado en los barrios hasta que se entró en la organización de la bronca en las uniones vecinales, clubes barriales, las unidades básicas y las células comunistas.
Leer todo el artículo
La temperatura de la bronca popular subía jornada a jornada y las paredes se rebalsaron con la gran y única consigna: “No pague la luz ”. Mañana, tarde y noches las asambleas barriales se multiplicaban, y aunque no era visible la presencia política partidaria, fue el comunismo el que, tomando las líneas trazadas en esas asambleas, tomaba un aspecto de la organización, hasta que llegó el momento de la convocatoria: el 4 de abril, a partir de las 11:00 de la mañana, marchar hacia la explanada de la casa de gobierno. Ese día, a partir de las 9:00, yo ya estaba en mi tarea periodística en el taller gráfico que Narváez, un "papelero" de entonces, poseía en Avenida San Martín, frente a la calle La Plata, aproximadamente. Veía pasar camionetas y automóviles desde Las Heras con gente de laburo que era claro que se dirigían a la casa de gobierno. Desde la radio, una voz informaba expresivamente de lo que estaba ocurriendo en las calles: "…y del norte se aproxima una columna...otra viene de Godoy Cruz..." etc. etc. y el énfasis que ponía daba la sensación real de una movilización masiva de los mendocinos. En este momento de la recordación se me ocurre que esa voz fue la voz del Mendozazo. Y era la voz de un conocido periodista radial, J. Bibiloni.

Mientras tanto sucedían, como digo en un capítulo de nuestro libro, con De Marinis, Entre Viñas, Guitarreadas y Revoluciones : "... hechos circunstanciales en eso de la marcha de la gente hacia la casa de gobierno. Uno de ellos fue que el gremio de maestros estaba de huelga, como siempre peleando por unos pesos más…en aquella época tenían en la calle Montevideo el local sindical...comenzó a actuar la represión hacia las columnas que empezaban a llegar a casa de gobierno. Una de esas les tocó a las maestras, que estaban en la calle frente al local sindical, en calle Montevideo, pasó un camión hidrante y las empapó con un líquido azulado...Esto trascendió de inmediato a las columnas que se hacían presentes en la explanada...así que más bronca todavía. El gobernador interventor era Francisco Gabrielli, prohombre del conservadorismo mendocino, ganso puesto por la dictadura, que había renunciado esa madrugada, porque según se decía, no estaba de acuerdo con el proyecto de represión que le presentaban los milicos... en la explanada se extendía la bronca hasta que se produjo la represión...Hubo respuesta pero ganaron en ese momento toda la explanada, todo el ámbito en disputa, los manifestantes, quemando los automotores y tomando por su cuenta las tanquetas policiales. Cuando vieron que ya no pasaba nada y se terminaba con el asunto de a quien enfrentar, las masas se volvieron hacia el centro..." La crónica es más exhaustiva en detalles, dejando en claro que las dictaduras, por bestial que sea su accionar, finalmente es derrotada por la mística rebelde de las masas populares.

De aquella jornada épica del 4 de abril, que se extendió por una semana son innumerables los gestos de rebeldía. Me acuerdo lo del barrio Pedro Molina, mi entorno territorial, al tercer día, una vecina, doña Florinda, junto con otras damas, se lanzó a golpear las puertas para convocar a la lucha: "...Amalia (por mi esposa) tenemos que salir a pelear contra estos explotadores...", y así fue que las mujeres, amas de casa la mayoría, se movilizaron incluso para aportar su presencia y decisión en las trincheras y quemazones de llantas de goma, para parar la represión que se venía del centro cruzando el zanjón. No pudieron pasar. Igual ocurrió en otros barrios, como Dorrego, en Las Heras, en el pedemonte. Incluso balaceras hubo desde la represión, con un par de muertos y varios heridos en el departamento del norte. Este aspecto femenino nos hacía recordar en las tertulias bohemias posteriores de aquellas épicas femeninas revolucionarias de la guerra civil española, la revolución nacionalista boliviana del ‘52, y otras parecidas, incluso de aquellas jornadas porteñas contra los invasores ingleses. Y por eso, por esta verdadera rebelión menduca, la tradicional mirada antipopular y antinacional hizo correr la versión de que el Mendozazo fue producto de la "infiltración de los mismos provocadores profesionales que provenían del Cordobazo".

Único periodista detenido
La rebeldía se extendió durante una semana y por gran parte de la provincia, pero se concentró en el gran Mendoza. No estuve en la explanada, pero sí en las calles, por eso, dos días después, en pleno mediodía, junto con el Negro Castillo y otras personas, fuimos parte de unos incidentes en calle San Martín y Espejo, en que se quemaron un par de automóviles, como señal de que la bronca seguía. Por ello mismo, fue aquella movilización que el 6 venía desde Las Heras por la San Martín, a la que nos sumamos un grupo en la que estaban también mi gran amigo David Eisenclhas y su compañera, la Negrita Naman García. Al llegar la columna por los alrededores de la calle San Martín y Lavalle, desde el sur aparece una columna de la policía, a cuyo mando venía el entonces comisario general Naman García, hermano de la Negrita. Cuando llegó el momento del enfrentamiento, la Negrita le gritaba furibundamente a su hermano "¡¡¡milico hijo de puta!!!".

Y bien, precisamente en aquel taller gráfico imprimíamos un diario que fue llamado El Regional . La intervención militar impuso la censura a los medios periodísticos, pero nuestro diarito salió con un título a todo lo ancho de la página: Mendoza a sangre y fuego , por las víctimas que ya había provocado la represión, edición de la que me hice cargo pero que no fue de mi total responsabilidad y por ello fui detenido. Ocurrió, como suelo repetir, que fui el único periodista local que fue en cana, pero por pelotudo . No fue nada dramático y sin consecuencias físicas. La dictadura, finalmente, dio paso atrás y las nuevas tarifas fueron anuladas. Pero el 4 de abril aquel fue una histórica jornada de lucha del pueblo mendocino, continuidad de épicas similares anteriores y que se repetirían posteriormente ante el autoritarismo de las dictaduras y también de gobiernos de la democracia. Como todo pueblo de cualquier parte del mundo, la conciencia colectiva de los mendocinos está impregnada de rebeldía ante la injusticia y la prepotencia.

La Quinta Pata, 08 – 04 – 12

La Quinta Pata

No hay comentarios :

Publicar un comentario