Agustín Sur
La activista por los derechos de género, Lohana Berkins, estuvo en Mendoza para publicitar y reafirmar los conceptos de la ley recientemente aprobada por el Congreso Nacional, a la que define como "reparatoria para una de las comunidades más discriminadas, más segregadas, más olvidadas...las travestis no somos una cuestión de esnobismo, ni de posmodernismo, ni de estudios culturales, sino que estuvimos acá como siempre, poniendo el cuerpo." Berkins comentó el dolor que le costó llegar a la actual aceptación legal (para la social falta aún bastante) de su colectivo de género: "...la muerte de muchísimas compañeras por causas evitables es lo que más bronca me da cuando miro para atrás". Y sentenció: "...cuando la discriminación deja de ser solo un verbo, una palabra, también mata". Recordó a las compañeras ausentes y que "los años pasaron sin que todavía pueda darme una explicación de por qué nos encarcelaban, por qué fui expulsada de mi familia, por qué se me negó el acceso a la escuela".
Respecto a la ley sancionada afirmó "que es inmensa la satisfacción que me produce saber que miles de niñas y niños travestis van a poder planear su identidad sin ser violentadas/dos...no porque la discriminación vaya a desaparecer, pero, por lo menos, va a haber un estado que va a resguardar. Van a poder dialogar con otras sexualidades, construir su cuerpo sin la violencia y la marginalidad que pasamos nosotras".
En diálogo con La Quinta Pata, también resaltó su militancia en el comunismo (Partido Comunista), lo que nos dio lugar a reflexionar que también al interior de las comunidades, inclusive revolucionarias, como ocurrió en Cuba con la revolución de 1959, la visión sobre la homosexualidad y la cuestión de género, estuvo signada por una visión de un seudo puritanismo revolucionario, pero al margen del materialismo dialéctico. Esto hasta hace apenas un par de décadas atrás. Por ejemplo, un sector del socialismo (el Socialista Democrático) prohibía a sus militantes el consumo de bebidas alcohólicas, y en otras expresiones políticas-ideológicas de la izquierda hasta se criticaba la separación de las parejas, y se trataba que las crisis no llegaran a extremos. Ese tipo de discriminación fue muy fuerte en la Cuba revolucionaria, como lo han manifestado muy agudamente algunas expresiones culturales: cine, teatro, literatura. Queda claro, que nada se consigue, desde la inclusión y los derechos humanos, sin la lucha. Lohana Berkins es un ejemplo.
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