domingo, 6 de mayo de 2012

Trabajo esclavo entre los surcos

Ramón Ábalo

En las viejas fotos sobre la Mendoza viñatera, frutícola, vinera y vendimiadora que suelen exhibirse con cierta añoranza por un pasado eglógico, pleno de naturaleza y trabajo, según se destaca como slogan turístico, suelen notarse los rostros sufridos de los trabajadores e incluso la presencia de niños y púberes "ayudando" en la recolección de los frutos. Es que desde siempre, en esta comarca que fue la Mendoza agrícola, llegaban desde toda la geografía, especialmente del norte, contingentes de los llamados "trabajadores golondrina".

No solamente el salario era magro, la jornada de sol a sol y la herramienta el puro esfuerzo y sudor, sino también las aberrantes condiciones de vivienda y alimentación a que eran sometidos. Los dueños de la tierra, los grandes viñateros y fruticultores acumulaban riqueza con el único riesgo de las calamidades naturales: las heladas, la sequía, el granizo.

Entre los surcos, se alineaban los tachos con combustible que se quemaba para atemperar las heladas; el agua para el regadío cumplía su rol mediante métodos técnicos y científicos, devenidos la mayoría de ellos del saber de los viejos pueblos originarios de esta parte de la América; los ingenieros y profesionales de toda laya convierten los frutos en la excelencia que se envasa para el disfrute de cientos de miles de comensales cotidianos, mientras las arcas del estado, incluidos sus bancos como lo fueron el Mendoza y el de Bienestar Social, desparramaban sus servicios para el resguardo de las riquezas acumuladas. En los surcos y en las bodegas y en las fábricas de conservas, hombres y mujeres, niños y púberes, el factor primordial de todos los procesos de esas producciones, estaban relegados al valor explotación y esclavitud. Eran los parias como aquellos contingentes de hombres y mujeres, ancianos y niños de la revolución industrial del siglo XIX en la vieja Europa, que prácticamente existían en permanencia bajo la techumbre de los establecimientos, alimentados para solamente recuperar mínimamente sus vitalidades. El precapitalismo en su más cruel esencialidad: matar la vida.

Mega-operativo de rescate
Un mega-operativo fue promovido por la subsecretaría de DDHH de la provincia, con la participación de la Gendarmería, con el fin de rescatar 20 personas venidas de Tucumán, y cinco niños, que se encontraban viviendo en estado de esclavitud en una finca de Rivadavia. A raíz de una denuncia radicada en el juzgado federal por la subsecretaría de trabajo con la titularidad de Ariel Pringles, el director de derechos humanos de la Subsecretaría, Rubén Cuello, juntamente con la titular de esa dependencia, la doctora María José Ubaldini, constatan que en ese estado los trabajadores y los niños están desde febrero, que el dueño de la finca es José Raúl Comiglio; que nunca cobraron por el trabajo realizado, que se los tenía amenazados para que no salieran de la finca; que vivían en ranchos que ellos mismos habían acondicionado, y que el agua bebestible manaba de un surtidor en el mismo lugar donde se acumulaban líquidos putrefactos.

Al comentar esta aberración y las culpabilidades en rueda de amigos, con mucha bronca uno de ellos gritó: ¡¡¡Es el capitalismo, boludos!!!

La Quinta Pata, 06 – 05 – 12

La Quinta Pata

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