domingo, 7 de julio de 2013

Volviendo

Rolando Lazarte

A veces no tenés nada que hacer, y te ponés a escribir. Es como un ritual mágico, algo que te trae de vuelta a vos mismo, a una versión muy antigua de vos mismo. Vas viendo las palabras que se van formando, y vas sintiendo algo muy peculiar.
Alguna cosa que borra las disipaciones cotidianas, las guerras informativas, el bombardeo de los medios de comunicación (habría que llamarlos de otro modo, medios de desinformación, talvez, medios de fragmentación), esa falsa noción de que todo esto ya es conocido, de que ya sabes todo sobre vos mismo y sobre el mundo que te rodea, sobre la vida, sobre la gente.

En realidad uno sabe muy poco sobre cualquier cosa. Esto, al menos, es verdad para mí. Hubo tiempos en que tenía una idea formada sobre cada cosa. Creía que esto hacía de mí una persona de convicciones firmes.

Eran sólo prejuicos, solamente pensamiento ajeno internalizado. Las mentiras de los diarios, de los gobiernos de facto, de las empresas comerciales o industriales, de la gente del poder, de los grupos dominantes. Todo eso se vino abajo, y empecé a ver que al saber menos, estaba más en sintonia con lo que está aqui.

Saber menos me aliviaba del peso de las mentiras que había cargado durante tantos años. Es claro que todo esto no ocurrió solamente por una decisión mía. Fue sobre todo porque entraron en crisis todas esas deformaciones cotidianas, como dice Julio Cortázar en “Del sentimiento de no estar totalmente”, en La vuelta al día en 80 mundos.

Y cuando se sale del lugar uno de los ladrillos de la base, o todos los ladrillos de la base, la pared se cae. Es inevitable. Todo ese mundo engañoso que yo me había creído, se vino abajo. Empecé a ver que yo no tenía nada que ver con las mentiras que había aprendido a creer a mi respecto, las mentiras que había aprendido a creer sobre la gente, sobre el mundo, sobre la vida.

A medida que todo eso fue mostrándose falso, empecé a ver de a poco, cada vez más, y el processo prosigue. Cada vez más fue volviendo la consciencia original, un estado de paz que no excluye los conflictos, las dudas, ni me hace de forma alguna uma persona auto-suficiente.
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Al contrario, este renacer se fue haciendo posible y cada vez más necesario e indetenibe, en la medida en que me fui entregando al amor, a la verdad, a la justicia, al servicio. A los valores que forman como si dijéramos una base común de lo humano.
Nada de esto hubiera sido posible sin el encuento con la mujer que es mi esposa, mi compañera, con quien la vida se hizo y se hace una novedad permanente. A partir de este encuentro de amor, la verdad y la justicia se fueron haciendo progresivamente más presentes.

Lo que antes eran ideas o imaginaciones, se fueron haciendo vida real, palpable, concreta. Todo se fué haciendo cada vez más real, se sigue haciendo cada vez más real.
Y entonces la vida me va llevando cada vez más en sus manos, como si fuera un río que va a dar al mar. El mar es el todo, es Dios. Es esa tierra prometida donde siempre brilla el sol. Es el reino de Dios, es esto que está aqui. Y que será siempre para mí un misterio, una fascinación, una completa inexplicabilidad.

La Quinta Pata

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