domingo, 22 de junio de 2014

Elecciones en la UNCuyo: ¿Y ahora qué?

Ramón Ábalo

En pocos lugares del mundo, o al menos en Latinoamérica, la universidad institución ha sido campo de batalla para definir los niveles académicos y sus contenidos, como aquí, en la Argentina, que fue también territorio de profundas y fieras discusiones y acciones para ampliar la visión estructurada entre las paredes del edificio académico. Enfrente, la pelea concreta para que el saber transpusiera los moldes tradicionales y milenarios y se fuera acercando a un exterior donde las luces y sombras de la condición humana exigían, para complementarse y armonizar, las trascendencias del saber. Esto se comprendió y fue avanzada de embestidas por fuertes sectores al interior, especialmente de alumnos, y en el exterior, especialmente de la expresiones políticas progresistas, incluso ideológicas. Y allí apareció la lucha concreta bajo el paraguas de la que se denominó Reforma Universitaria.

Fue precisamente el 21 de junio de 1918 -hace exactamente 96 años- que esos sectores dieron a conocer el MANIFIESTO DE CORDOBA, con un mensaje de la Juventud Argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica. Un breve texto pero con lo necesario para señalar un rumbo que sería decisorio para que la universidad de esta parte del mundo se erigiera en campo de batalla por las ideas del cambio contra el oscurantismo, como lo dice: "Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno Siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, ESTAMOS VIVIENDO UNA HORA AMERICANA".

Y esas libertades que faltan -o faltaban- se vinieron conquistando con dolor y muerte, adentro y fuera de la universidad, viviendo y muriendo esa hora americana que se prolonga a nuestros días. Una hora que se instala en Mendoza cuando en 1939 se funda la Universidad Nacional de Cuyo, con rasgos políticos y sociales liberales y conservadores. Llegaría el peronismo, que también hizo pie en el ámbito académico para romper, en algo al menos, con lo que propalaba el Manifiesto de la Reforma, o sea romper con la última cadena que, en pleno Siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Y los hijos de los proletarios argentinos irrumpieron en los claustros y "casas de altos estudios". Incluso quienes no habían terminado el secundario, se inscribían en el llamado Instituto del Trabajo para acceder a saberes de "alta gama", como el de prospección de minerales radioactivos. No obstante, paralelamente se instaló con fuerza el oscurantismo católico y franquista de la mano del que fuera rector Irineo Cruz, que tuvo proyección incluso posterior al golpe antiperonista del 55, pues la universidad fue dirigida mediante intervenciones con un alto grado de liberalismo radical que -hablamos de la UNCuyo- no hizo lo posible ni lo imposible por desterrar el lado oscuro. Para peor, a los que desde las primeras líneas de la conducción, como lo fue el rector Pedro Santos Martínez, íntimamente vinculado a la dictadura genocida. Y de ahí para abajo, todos los decanos, secretarios y gran parte del profesorado, algunos de ellos, los más encumbrados, como Adolfo Omar Cueto, Aníbal Mario Romano, ambos de la Facultad de Filosofía y Letras, y Pablo Sacchero, y los tres autores de una historia de Mendoza, y otros textos periodísticos, en que se notan los rasgos indelebles de su militancia, desde la cátedra, antinacional y antipopular emparentada íntimamente con la dictadura. Aún en estas horas, Cueto sigue en su cargo académico y tiene funciones de decisión al lado del rectorado. Más aún, y lo peor, es que, con excepción de un par de facultades como la de Ciencias Políticas, el liberalismo aquel de la Libertadora, ha dado paso al neoliberalismo en la mayoría de los claustros que se expresan en los contenidos y en la subjetividad de gran parte del profesorado.

Y por eso y por esto, nos acosa una pregunta: Si es el radicalismo cobista es el que se expresa en quienes han ganado el rectorado, ¿la democratización, el antineoliberalismo en la UNCuyo se detiene? Porque en las últimas gestiones, fundamentalmente en las dos últimas, la Universidad Nacional de Cuyo se instaló con fuerza y expresividad en las distintas y críticas problemáticas de la comunidad, como la temática de derechos humanos, la trata, el trabajo infantil, la igualdad de género, la seguridad, el trabajo, contra el monopolio mediático.

Y esta algo cretina: ¿Qué sector peronista le arrimó los votos anti K, que le ha dado el triunfo al radical Pizzi?

La Quinta Pata

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