Ramón Ábalo
Las conducciones políticas de la joven República Argentina, nacida como tal en 1853, al menos institucionalmente, levantaban como una de las banderas civilizatorias (civilización o barbarie,) el de la neutralidad ante los conflictos bélicos que se desarrollaban muchos más allá de nuestras fronteras. A la vez, para los belicistas, Argentina era el fin del mundo, "allá lejos y hace tiempo". Y entonces qué importaba. Algo así que dijo aquel gran poeta latinoamericano y nicaragüense Rubén Darío: "...pobre México, tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios". Por suerte, según Darío, los argentinos del fin del mapa mundi, estábamos lejos del diablo. Pero cuando se convirtió en el granero del mundo, que no fue un eufemismo, empezó a ser tenida en cuenta en el esquema internacional. Pero, claro, esa visión internacional sólo devino en las cuentas del debe y haber de los poderosos del mundo.
Y esa mirada fue así hacia todos los pueblos nacientes de Latinoamérica. Para la Norteamérica yanqui, especialmente, que había roto su dependencia con Inglaterra, en 1776, proclamando, inmediatamente, como su "patio trasero" a la nuestra Latinoamérica, apuntalando con una declaración ideológica esta estrategia colonialista y usurpadora: AMERICA PARA LOS AMERICANOS. Para los americanos, que son ellos exclusivamente. En todo caso, del Río Grande para abajo, somos los sudacas.
Cuando consideraron propicio el objetivo geopolítico-económico, se quedaron con un tercio de lo que era primigeniamente el territorio de México: California, Texas, San Francisco, Dallas. De ahí en más, año tras año, invasión y depredación de los demás países de centro América, pasando paulatinamente cada vez más al sur. Colombia, las Antillas
Y ahora Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Chile
Con la presencia de 3.500 marines en Perú, más las casi 30 bases militares que tiene diseminadas en nuestra Latinoamérica, los yanquis se vienen para acá. Concretamente. Apunta a Venezuela, como lo podría hacer a Argentina, Brasil y al resto de esta parte del mundo. Claro, allí está el petróleo, pero por encima de ello, en conjunto, el potencial de la región que constituye la gran reserva en todo lo que hace a la supervivencia de gran parte de la humanidad: alimentación, agua dulce, fuerza motriz.
Lo que representa EEUU como potencia está en plena decadencia, acompañando a sus socios europeos, en plena pendiente. Se apresura a contener lo que ya percibe, como lo percibe el resto del universo, que en meses más va a ser superado en todas sus dimensiones imperiales: economía, finanzas, militar. Que la moneda para las transacciones internacionales dejará de ser el dólar, el sustento mayor de su poderío. El estrépito de una caída sin retorno. Al menos el recorte de privilegios centenarios.
¿Y entonces qué hacemos?
Las innumerables muestras de solidaridad con la República Bolivariana, la de Hugo Chaves, debe concretarse en hechos. Desde esta región que nos compete, la solidaridad tiene que tener principio de acciones concretas, comenzado desde la UNASUR, que ya se está reuniendo en los más altos niveles. Organizar la movilización masiva de los respectivos pueblos para llegar con avituallamientos esenciales para la vida cotidiana de los venezolanos, para su pueblo. La contra interior, respondiendo a los intereses de sus mandantes, boicotea permanentemente un costado vital de la cotidianeidad del pueblo por el boicot y el desabastecimiento de lo indispensable para la sobrevivencia, o sea alimentos, elementos de limpieza e higiene, medicamentos. Pero es desde abajo, desde nuestros pueblos que se debe profundizar esta solidaridad. Recordar cuando la Guerra Civil española (1936/1399) en el mundo entero, incluso el nuestro, se conformaron brigadas, de jóvenes especialmente, para colaborar con el pueblo español para luchar contra el fascismo. Después lo fue para los frentes de batallas en contra del nazismo. Y más recientemente, hace tres décadas atrás, para la lucha del sandinismo en contra de la dictadura. Sin olvidar, que muchos argentinos con el Che a la cabeza, pusieron sus pechos para la liberación del pueblo cubano. Fueron intelectuales como Walsh, Masetti, el mendocino Ciro Bustos, García Luppo. Aquí en Mendoza, incluso, se formó una célula del EGP (Ejército Guerrillero del Pueblo) que lo fue para una área de avituallamiento, sanidad y de reclutamiento, para el intento del Che en la Argentina.
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