El intelectual es el aguafiestas del sistema.
Abelardo Castillo
La cultura social que nos ha transformado (no en largo tiempo, como es de rigor desde la existencia del mundo), entiende que transgredir normas de tránsito o tráfico; pagar pícaramente con una moneda de un peso falsa; no saber quién es quién y mientras sea exitoso y mentado, considerarlo Alguien; demoler voluntades; mentir; “permanecer” a costa de cualquier cosa; discriminar; perseguir laboralmente; desdeñar el aprendizaje; mezquinar; y ... hay más, mucho más, nos hace sentir que toda esta oscuridad es parte natural para la convivencia, y aceptarlo como actuales reglas del juego en la sociedad.Leer todo el artículo - Cerrar
Alguna vez fuimos ciudadanos. Hoy somos (nos ilustran), consumidores -las más de las veces ni siquiera con una moneda de un peso ni siquiera falsa en el bolsillo- Lo que es nada, puro rótulo nomás.
La compulsión y redada hegemónica nos cataloga y nos hace ser exactamente lo que no somos. Pero eso sí, por eso ambiguos, por eso necesitados de todo, por eso pedigüeños, por eso anti solidarios, por eso ladrones, por eso alérgicos a los libros, por eso esquiroles, por eso televidentes, por eso hipócritas tolerantes, por eso callados y desmemoriados, por eso falsamente apolíticos, por eso masificados, por eso piratas de Internet, y no navegantes… esperando ver si el bienestar y la tranquilidad de derecho nos “nominan” o no “nos nominan”
Un ciudadano común no está obligado a entrenarse en filosofía, literatura, astronomía, redacción, sociología, ni qué sé yo qué más. Lo hace o lo hará de acuerdo a sus intereses, responsabilidades y sus tiempos magros. No estaría mal, claro, que leyera algún diario, que asumiera el compromiso de enviar y recibir responsablemente a sus hijos en edad escolar ¡edificio tan caro para “viejas” generaciones!, por ejemplo. Pero no está obligado a especificidades. Aunque a la información y a la cultura general, aun flaca y con baches, sí lo está. Solo que nadie se lo advierte ni le facilitan las cosas. Ah, pero cuando este ciudadano común pasa a ser otra cosa (candidato a algo, por ejemplo, funcionario, jefe y para colmo, electo), sí que está obligado. Claro que sí
¿Cuál es el nivel de formación, información, preparación social e intelectual de quienes nos representan? (¡Válgame el cielo, tengo que decir “quienes nos representan!”)… Quién lo sabe, quién lo mide, a quién le preocupa o quién lo exige, lo que es peor.
Tener buena oratoria, mucha labia y discurso tipo canovaccio de Commedia dell’Arte (una parte aprendida a rajatabla por los actores para representar la trama de acuerdo al devenir, al lugar donde se hallaran, al ánimo e inspiración espontánea, al público y a los intereses del momento, con improvisación ardilosa), no es ni por asomo saber ni integridad intelectual. El nivel de lecturas, recreación, enriquecimiento ¡ojo! espiritual, por no repetir intelectual, ya que del material no hablemos ahora, es tan volátil, fugaz, inasible e ínfimo, que aquella exquisita reflexión de Abelardo Castillo, en el acápite, queda en una expresión de deseo que, ojalá, por lo menos asumieran como suya cuanto varón y mujer pública esperen algo mejor y merecido de este mundo iletrado en que vivimos.
Reproducimos una entrevista realizada por el Diario Uno el día 25 de octubre, ¡nadie muere en la víspera!, a algunos candidatos de primera línea. De los que venían abajo, se irá viendo en el futuro. La opinión y el análisis corresponde a cada quien. Que cada uno saque sus conclusiones:
Celso Jaque. Personal
Último libro: La revolución de la sensatez de Julio César Labaké
Última película: 13 días y todas las de Leonardo Favio.
Última obra de teatro: Tal como somos, con J. Sosa y L. Poblet
Música que escucha: variada, clásica, rock, salsa, folklore. Depende del estado de ánimo.
Omar de Marchi. Personal
Último libro: Un compilado del cardenal Bergoglio.
Última película: Shrek 3 con sus hijos
Última obra de teatro: Una infantil en el zoológico Temaiken, en Buenos Aires.
Música que escucha: rock nacional de los ’70 y ’80.
César Biffi. Personal
Último libre: El olvido de la razón de Juan José Sebrelli.
Última película: Million Dollar Baby, en video, hace unos días.
Última obra de teatro: hace mucho que no voy al teatro.
Música que escucha: rock nacional e internacional como Génesis o Queen.
Roberto Iglesias. Personal
Último libro: Usted no me la va a creer y otros cuentos de Fontanarrosa.
Última película: El último rey de Escocia con Forest Withaker.
Última obra de teatro: Una de Les Luthiers en Buenos Aires (el destacado me corresponde)
Música que escucha: Andrea Bocelli, Adriana Varela y Los Nocheros.”
¿Y Mendoza? Bien, gracias. Pero… ¿de dónde iban a ser gobernadores? ¿De Sardanápalo?
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