domingo, 7 de septiembre de 2008

De Julio César a Michael Jackson

Julio César

Rolando Pérez Betancourt

Mientras el primer busto realizado en vida a Julio César fue encontrado en la ciudad de Arlés, en el sur de Francia, los avances de la técnica permiten conocer cómo sería en realidad Michael Jackson recién cumplidos los cincuenta años de edad. En ambos casos, las imágenes establecidas conectan con lo recóndito del carácter.

A Julio César se le conocía en lo fundamental por las monedas que reproducían sus divinizadas efigies, pero incluso en Roma nunca se encontró ni un solo busto o retrato que fuera realizado en vida de él, pues todo hace indicar que tras su asesinato, y posterior confusión política, no pocos optaron por desaparecer constancias artísticas que pudieran resultar comprometedoras.

Descontando la mascarilla que se le hiciera inmediatamente después de su homicidio (o antes, según algunos entendidos), los arqueólogos coinciden en que el busto de mármol hallado en el río Ródano, cerca de Arlés, la ciudad fundada por el propio gobernante, data de los días dorados en que César agradeció a los habitantes del lugar por la ayuda prestada en la conquista de Marsella.

Los historiadores guardan pocas dudas acerca de por qué el río: el busto fue arrojado a las profundas aguas por temor durante el problemático periodo que antecedió a la coronación como emperador de su hijo adoptivo Octavio. A diferencia de las glorificadas imágenes póstumas (con una gran difusión durante el Renacimiento) en el busto de Arlés aparece un César de unos cincuenta años plasmado con toda la veracidad de la época: arrugas, cuello alargado, nuez pronunciada, frente ancha y la calvicie que, según revelara el historiador Suetonio ––que de los César parecía conocerlo todo––, hizo que Cayo Julio recurriera a la corona de laureles para tratar de disimularla.
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Un busto de un César viviente no lejano a las imágenes conocidas ––lo que permitió identificarlo de inmediato–– pero al mismo tiempo una cabeza de mármol con sus particularidades reales, y que será exhibida en una exposición a celebrarse en Arlés el año próximo, mientras la noticia coincide con la difusión de otra imagen reveladora en lo psicológico y social: lo que hubiera sido el físico de Michael Jackson si el cantante no hubiese renunciado al signo de su naturaleza para ir en busca de una innovación racial que él creyó superior y, sin embargo, lo transformaría en algo difícil de definir.

Al cumplir los cincuenta años de edad y con una carrera que muchos consideran acabada debido a su particular manera de interpretar la vida, varios expertos en imágenes dieron a conocer lo que hoy sería el rostro del otrora "rey del pop", de no haber mediado la química y la cuchilla.

Una tarea identificatoria dura de resolver para arqueólogos del futuro, de no ser por esta evidencia gráfica que ahora queda, también como aproximación a una vida artística de alto vuelo, pero confundida en su existencia.

Granma, 06 – 09 – 08

La Quinta Pata

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