Hacia 1890 Chile padecía de una dependencia comercial de Inglaterra mayor a la que sufrían las mismas colonias inglesas como la India. El país vivía del salitre, pero el rey del negocio era el inglés John Thomas North, dueño de la Liverpool Nitrate Company. Cuando en 1888 el presidente chileno José Manuel Balmaceda quiso nacionalizar los distritos salitreros, North financió a los rebeldes y barcos británicos de guerra bloquearon la costa de Chile. Derrotado Balmaceda, se suicidó y los ingleses bailaron sobre su tumba. Más tarde el perfeccionamiento del proceso Haber-Bosch para producir nitratos fijando el nitrógeno del aire, desplazó al salitre y provocó la estrepitosa caída de la economía chilena. A pesar de ello el cobre no tardó mucho en convertirse en el eje de la economía del país, pero los mayores yacimientos del metal rojo cayeron en manos de la Anaconda Coopper Mining Co. y la Kennecott Cooper Co. hasta que el lunes 21 de diciembre de 1970, Salvador Allende firmó el proyecto de reforma constitucional que hizo posible la nacionalización de la gran minería.
El 11 de septiembre de 1973 la insurrección militar de Pinochet volteó al gobierno constitucional de Salvador Allende y sumergió a Chile en un baño de sangre. Torturas, secuestros y destierros se convirtieron en costumbres cotidianas. Las materias primas y las industrias volvieron a manos extranjeras y hoy las maquiladoras poluyen Chile sin el menor remordimiento, pena ni excusa. En julio de 1997 la situación se volvió particularmente crítica. Los cinco millones de santiaguinos vivieron una terrorífica semana asfixiados por la contaminación atmosférica y bajo una situación de preemergencia ambiental, decretada cada vez que los índices de polución superan las 300 partículas tóxicas por metro cúbico de aire. El "cielo azulado" que describe el himno nacional chileno se vio reemplazado por una oscura y opaca cortina provocada por el peligroso SMOG, que afectó a niños, ancianos embarazadas y personas con enfermedades respiratorias.
Por cada 10 puntos en que se incrementa la contaminación sobre el nivel de 200 partículas tóxicas por metro cúbico, aumenta en 1% la posibilidad de fallecimientos de lactantes, según un estudio del Banco Mundial realizado en Santiago en 1993. La Organización Mundial de la Salud atribuye a la polución un total de cuatro muertes diarias.
Leer todo el artículoLos hospitales infantiles de Santiago se abarrotaron durante la fatídica semana y encendieron la luz de alarma. Ante la falta de camas, muchos pacientes tuvieron que hacer cola durante horas para lograr ser atendidas. En las farmacias los inhaladores se agotaron y las imágenes de niños respirando oxigeno y abarrotados de tubos estremecieron a la población. Para protestar por la situación, un grupo de diputados fue al Palacio de Gobierno con máscaras antigás puestas.
La preemergencia aplicada no pudo contener la contaminación ni la paralización de casi 100 industrias contaminantes ni la prohibición de circular a los vehículos más antiguos, dieron el resultado esperado. Santiago es una ciudad irrespirable y dándole aspirinas no va a mejorar: requiere cirugía mayor.
También el "ozono malo", el ozono troposférico, ha sustituido al anhídrido carbónico como el mayor problema medio ambiental de Santiago de Chile. Este problema ha sido provocado por la gran cantidad de vehículos provistos de convertidores catalíticos, responsables en un 80% de este problema.
El ozono al sobrepasar los 160 microgramos por metro cúbico, provoca irritación e inflamación del sistema respiratorio, disminución de las funciones pulmonares, afecciones oculares, cambio en los tejidos bronquiales y destrucción del sistema inmunitario, por lo que expertos lo llaman "SIDA ambiental".
A pesar del difundido mito de que Chile ha repuntado económicamente, muchos indicadores dicen lo contrario.
La sobre explotación de los recursos naturales es el motor de las exportaciones chilenas, y es un círculo vicioso, ya que el crecimiento económico de Chile necesita duplicar cada diez años los volúmenes físicos de las exportaciones para sustentarse, produciendo contaminación y erosión de los suelos.
Si antes una planta producía 150.000 toneladas de celulosa, ahora deben ser 500.000 y en cinco años más serán un millón de toneladas, y en ese círculo los recursos naturales se van consumiendo sin llegar a reponerse. La situación se ve agravada por la sequía que afecta al país, la erosión de los suelos y la contaminación del aire, suelo y agua provocada por la inexistencia de un sistema de reciclaje de los desechos industriales.
Chile se ha convertido además en un "Tigre sin selva" pues gran parte del crecimiento económico chileno se basa en la exportación acelerada de minerales, de productos de la pesca y de leña del bosque nativo. Los alerces, que son hechos astillas para la exportación, han demorado siglos en crecer.
Aunque Chile mantuvo entre 1987 y 1999 un crecimiento sostenido entre 6% y 7% anual, este crecimiento se logro ejerciendo costosos cambios desde un sistema de industrialización cerrada centrada en el mercado interno, hacia un modelo económico basado en la exportación de materias primas, la privatización, la desregulación y la incorporación a la economía global. Todo esto ha puesto en juego a los salarios, además de tener graves impactos ambientales y sociales.
La insustentabilidad ambiental del modelo exportador chileno se expresa en el actual colapso de especies, pérdidas de ecosistemas y suelos agrícolas, la multiplicación de zonas saturadas por la contaminación y el deterioro generalizado de la salud de la población.
Cuatro millones de chilenos vive en la pobreza, y un millón es indigente. La pésima distribución del ingreso ya iniciada en la dictadura militar, continua sin ningún cambio; y peor aún, los índices de distribución del ingreso, según cifras oficiales, se han deteriorado entre 1992 y 1994.
Chile sigue siendo una gran factoría de materias primas. Aunque las exportaciones chilenas se han multiplicado 15 veces en los últimos años, nueve de cada diez dólares que el país exporta corresponden a recursos naturales en bruto. En 1994, más de 88,2% de las exportaciones fueron recursos naturales, como harina de pescado o celulosa, recursos con muy bajo nivel de procesamiento. Los funcionarios del gobierno y los empresarios ignoran la gran incapacidad de los ecosistemas de seguir soportando la extracción de recursos, o de recibir residuos y emisiones de los procesos industriales.
La desregulación ambiental en el país, la inexistencia de una ley ambiental en plena aplicación, las regulaciones blandas y la inexistencia de fiscalización han generado graves impactos no sólo a los ecosistemas sino también a la calidad de vida y a la población.
Muchas regiones mineras de Chile, como Chuquicamata, Paipoe, Ventanas y Caletones, han debido ser declaradas zonas saturadas. Tanto el estado como el sector privado señalan no tener fondos para los planes de descontaminación de regiones que ellos mismos han contaminado. Empresas extranjeras han obligado a emprender el éxodo a comunidades de indígenas AYMARA y ATACAMEÑOS, al obtener del estado los derechos por el código de AGUAS promulgado por el gobierno militar para atraer la inversión extranjera.
El subsidio forestal sólo colaboró para que las grandes empresas sustituyan la selva por plantaciones de pinos y eucaliptos.
Las exportaciones forestales se dispararon como consecuencia de la privatización de empresas estatales.
El boom forestal ha generado aumento en el uso de plaguicidas y fertilizantes, migración de poblaciones locales por contaminación de las aguas, especialmente por procesamiento y blanqueo de celulosa, impactos a la salud por preservantes en base a ARSENICO y pentaclorofenol, y ha tenido como consecuencia el colapso del bosque nativo. La presión actual sobre el bosque nativo en Chile está a punto de tornarse en algo irreversible. Entre 1985 y 1994 se han perdido 900.000 hectáreas de bosque . De continuar esta tendencia, el bosque nativo desaparecerá en el año 2025.
En 1980 el gobierno militar desreguló el sector pesquero en 1980, declarando a los recursos marinos como RES MULLIUS (propiedad de nadie). La participación del sector en las exportaciones pasó de 2,2% en 1974 a casi 12% en 1994.
Actualmente en Chile el 70% de los recursos pesqueros están sobreexplotados, y la biomasa disponible ha disminuido un 80%. Los mayores impactos ambientales en el sector pesquero son el colapso de especies pelárgicas y ventónicas, algunas de las cuales han sido decretadas en veda, y la contaminación generada es alarmante. A esto se suman en los últimos años los impactos de la agricultura sobre los ecosistemas marinos y lacustres impactando gravemente sobre la industria turística.
El aumento del uso de plaguicidas en Chile de 1985 a 1994 ha sido de 64% en los insecticidas, 221% en los herbicidas, 81% en los fitoreguladores y 180% en otros productos especiales. Ciento treinta de estos productos son prohibidos o restringuidos por la ONU, porque afectan la salud o son cancerígenos o mutagénicos.
En la VI región del país, por ejemplo, donde se usa el 60% de los plaguicidas, las investigaciones del hospital de Rancagua muestran un aumento de abortos y malformaciones genéticas en forma alarmante, siendo ya un caso estudiado a nivel mundial. La política agrícola orientada al mercado mundial ha generado pérdida de biodiversidad por cambios acelerados en el uso de la tierra, salinización de suelos, degradación de fuentes de agua dulce y erosión. Hoy, conforme a datos oficiales, 75% de los suelos agrícolas de Chile están erosionados.
Finalmente, los ingresos del crecimiento exportador agrícola han ido principalmente a grandes empresas, y la cantidad de los empleos ha bajado. Se estima que en los próximos años, entre 100.000 y 200.000 familias más tendrán que abandonar el campo por falta de alternativas.
También está el problema de la pobreza. La pobreza en Chile no se produce porque los pobres no tienen empleos, pues si bien es cierto que entre 1985 y 1994 el desempleo era del 9,5%, entre 1990 y 1994 solo ha sido del 5,6%. Las cifras oficiales muestran que en Chile los pobres están empleados, pero mal pagados
Es obvio que el crecimiento económico en Chile está subsidiado por los bajos salarios de sus trabajadores.
Entre 1992 y 1994, es decir durante gobiernos democráticos, la distribución del ingreso en Chile ha empeorado, aumentando la brecha entre ricos y pobres.
También es claro que los impactos del modelo exportador chileno descansan sobre la destrucción del ambiente.
Pero eso no es todo. Entre 1984 y 1989 habían ingresado a Chile por el puerto de Arica 19,000 toneladas de desechos tóxicos, metales pesados en polvo y compactados, de la empresa sueca BOLIDEN METALL, que fueron autorizados por el ministerio de salud bajo el rótulo "barros con contenido de minerales". Boliden ya acumula una significativa lista de desastres ambientales, dos en su propio país, uno en la India y la contaminación del río Guadiamar en Doñana, España.
Resistencia Cultural, 27 – 10 – 08
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