lunes, 20 de octubre de 2008

Mantis religiosa y pueblos fantasmas

El mamboretá, un insecto que pierde la cabeza por amor

Alberto Atienza

Doña Pancha Alfaro sentada en el patio de su casa, rodeada de malvones, un aloe vera, algunos autóctonos cactus conversaba con su amiga, Tía Pepa, que siempre la visita y, a esa hora de la "oración", raramente despierta.
- ¿Qué pasa con la educación en Mendoza Pepa?
- Y no sé – no encontró respuesta la vecina
- Fíjese, 23.000 jóvenes mendocinos, en diez años, no terminaron la escuela secundaria ¿Por qué?
- Y... – contestó Pepa
- Dicen los diarios que los chicos nunca rindieron materias pendientes y por eso no cuentan con el título correspondiente lo que les impide seguir estudiando o conseguir trabajo.
- No es tan así. Una sobrina mía rindió tres veces en una escuela Tomba o algo así, había estudiado mucho, pero la profesora que le tomó la prueba, siempre la misma, la recontra aplazó, la ponía nerviosa al anunciarle que sería difícil que aprobara. Y luego la mataba con el lápiz rojo. Es la tercera vez que mi sobrina debe abandonar la universidad.
- Claro – se dio cuenta Doña Pancha – no se menciona a los docentes con poca capacitación o con resentimientos. Deberían las autoridades escolares ocuparse de esos casos y averiguar qué está ocurriendo.
- Pero ha sonado un tiro para el lado de la justicia – estaba más despierta que nunca Pepa – La Dirección General de Escuelas implementará un plan para que esos 23.000 pibes, más otros 10.000 de los Centros Educativos de Nivel Secundario completen sus estudios.
- Algo está fallando y de modo muy grave para que 33.000 pibes y pibas queden fuera del sistema educativo – pensó en voz alta doña Pepa.
- Por eso el salvataje – le apuntó la Tía Pepa, optimista al creer que por fin su sobrina eludiría un destino de mesera.
- Dios la oiga – rogó Doña Pancha
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Sobre llovidos, mojados. Unos cuantos jubilados mendocinos son estafados por mutuales. Se trata de organizaciones que les cobran por préstamos que nunca sacaron. En otros casos los jubilados renuncian a ser "socios" de la "mutual" y los siguen exprimiendo indefinidamente con cuotas societarias. Se aprovechan de la escasa o nula capacidad de reacción de algunos ancianos. La justicia que debería intervenir de oficio no acusa recibo. Y un ente que supuestamente rige la actividad de mutuales, también está, pero como dibujado con témpera sobre un vidrio bajo un aguacero estival. Doña Pancha leyó la noticia.
- Encima que cobramos chauchas y palitos, nos hacen esto – comentó con tristeza
- Se olvidó de los aumentos cada seis meses – le refrescó la memoria la Tía Pepa
- Sí – dijo Doña Pancha nos llegará algo más: un puñado de hojas secas

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La película "La próxima estación" del director Pino Solanas, el realizador del inolvidable film "El exilio de Gardel" fue estrenada en todo el país. Es un documental vibrante que trae a la memoria cifras que los argentinos hemos olvidado. Por ejemplo, refleja el desguace y privatización parcial de los trenes, luego de la tiránica frase "ramal que para ramal que cierra". Una gran mentira ya que fueron abolidas todas las centrales que adhirieron a las medidas de fuerza y las que no, también. Esa decisión gubernamental dejó a 80.000 trabajadores en la calle. Pasaron a la calidad de fantasmas 800 pueblos en todo el país, entre ellos Palmira de Mendoza, donde funcionaba un taller de locomotoras. Un millón de desocupados emigró hacia las ciudades. Las economías regionales recibieron un durísimo impacto. Instalaciones ferroviarias, valiosas, fueron abandonadas, saqueadas e incendiadas, como la estación nuestra de calle Villalonga. Antes desaparecieron los muebles y los teléfonos antiguos de curiosos diseños y de múltiples funciones, que fueron a parar a manos de coleccionistas. La falta de trenes incrementó el uso de camiones y micros de larga distancia multiplicándose los accidentes viales, la mayoría de ellos con víctimas fatales. Enterada de esas cifras que la película instala de nuevo Doña Pancha sólo atinó a decir: "Menem, Menem, que grande sos"

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"El mamboretá, un insecto que pierde la cabeza por amor" leyó Doña Pancha en la hoja de un diario de Buenos Aires en el que le envolvieron los huevos que compró en el almacén de Don Omar. Llegó a su casa guardó los "productos de gallina", alisó la hoja y leyó sobre ese bicho con fama de piadoso porque cuando le preguntan ¿Dónde está Tata Dios?, junta sus manitas y mira hacia el cielo. Llamado también "mantis religiosa" parece que la aureola mística que lo rodea involucra sólo a los machos de la especie mántida. La hembra, durante la cópula, le corta la cabeza al varón y luego lo merenda feliz y fecundada. Una especialista, Lorena Pompillo, de la UBA trata de develar el martirologio de los mamboretás: "El conflicto entre sexos no es exclusivo entre los mántidos, sino que existe cuando machos y hembras maximizan su éxito reproductivo de manera diferente. Por ejemplo, en mamíferos, las hembras lo hacen si eligen un macho que provea buenos genes y cuidado a las crías. Pero el macho maximiza su éxito al aparearse con la mayor cantidad posible de hembras. Machos y hembras buscan cosas diferentes y allí surge el conflicto"
Se quedó pensando Doña Pancha en el triste destino del mamboretá argentino. "En eso de visitar, por decirlo de algún modo, a la mayor cantidad de hembras que le dé el cuero, se parece a mi finadito Francisco, que Dios lo tenga en la gloria. Pero yo no le iba a arrancar la cabeza por eso. Y menos, comérmelo. Aunque debería haberle roto la sesera de un adobazo cuando le quizo arrastrar el ala a la Tía Pepa " Esa tarde la Tía Pepa, vecina de Doña Pancha y otrora en la mira de Francisco (medio siglo atrás) no llegó a saludar a Doña Pancha. Tal vez por intuición.

La Quinta Pata, 21 – 10 – 08

La Quinta Pata

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