En apariencia se trata de meras elecciones por gobernaciones y alcaldías, pero en el fondo es una pulseada política nacional e incluso regional, visto el interés de Washington por limar el poder chavista.
“Empieza la fiesta de la democracia”, dijo la titular del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, al indicar que todo estaba listo para las elecciones del domingo. Sin embargo, como las fuerzas que compiten son antagónicas, el oficialista PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela) enfrentado a los derechistas Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia, hay quienes quieren aguar la fiesta.
El Partido Comunista de Venezuela, aliado del chavismo en la mayoría de los estados, fuera de unos pocos en que irá con candidatos propios o apoyando a otra fuerza de izquierda (Patria para Todos), denunció el asesinato de uno de sus dirigentes juveniles en el estado de Yaracuy.
Quien fuera vicepresidente de la República, José Vicente Rangel, y que volvió al ejercicio del periodismo, viene denunciando en sus programas, incluso con copias de correos electrónicos, que la derecha perdidosa piensa retomar a partir del 26 de noviembre los incidentes callejeros (la guarimba), la violencia y aún los planes de magnicidio para desembarazarse del presidente.
Esto último daría por sentado que las agrupaciones opositoras van a perder por amplitud las elecciones. Al principio sus voceros aseguraban que ganarían en 10 de los 22 estados (provincias) donde se eligen gobernadores. El estado 23, Amazonas, no elige mandatario con el resto.
Últimamente no repitieron esos pronósticos: los sondeos de opinión aseguran que el chavismo podría imponerse en 20 de las 22 gobernaciones. Además de esos cargos, están en juego 328 alcaldías, 233 miembros de consejos legislativos, 13 concejales al Cabildo Metropolitano de Caracas y siete al Ayuntamiento Metropolitano del Alto Apure.
Leer todo el artículoSi fuera por el cotejo de lo que cada bloque puso en las calles, en actos y marchas, el gobierno ganaría por paliza porque movilizó en todo el país con la presencia de Chávez. La calle fue “roja, rojita” al decir del presidente. La oposición quedó sin liderazgo luego de fracasar en las presidenciales de 2006 y no logró colmar ese vacío ni siquiera tras el fracaso de los bolivarianos en el referendo constitucional del 2 de diciembre pasado. Y así, dividida y sin un líder de envergadura, llega a esta pulseada donde puede recibir otro cachetazo.
La principal figura de la oposición, Manuel Rosales, gobernador del estado de Zulia, esta vez compite por la intendencia de Maracaibo, pero en realidad lo que busca es escapar de las denuncias penales. Se lo acusa de enriquecimiento ilícito y de contar con numerosas propiedades y empresas en EE.UU., sin que pueda demostrar la licitud de las compras. Ha sido citado dos veces a comparecer ante la Asamblea Nacional (parlamento) y no fue. Los oficialistas aseguran que se fugará luego de votar, hacia Panamá o Colombia.
Cosecha magra
Según las encuestadoras habrá una victoria del PSUV del presidente Chávez. A lo sumo se discute si en Zulia, que la derecha ganó en 2004 o si en Carabobo y Sucre (cuyos mandatarios eran chavistas pero luego desertaron), podrían darse victorias opositoras.
El jefe de Estado ha recorrido el país respaldando a sus candidatos y denunciando que el plan de la oposición es hacer base en Zulia y otros estados para derrocarlo en 2009, cuando tiene mandato constitucional a cumplir hasta 2013.
Por eso, quizás exagerando, Chávez ha espoleado a sus comandos de campaña para que logren que sufrague todo el electorado propio, con el argumento de que si la oposición gana en dos o tres estados será “una derrota del gobierno popular”. En rigor no parece que ese eventual resultado deba ser tomando en términos tan tremendistas.
Se entiende, sin embargo, esa preocupación del Palacio de Miraflores. Es que en el referendo del 2 de diciembre de 2007, perdido por el oficialismo por un punto y medio, se debió ante todo a los errores propios, pues su partido fue incapaz de explicar el sentido de la reforma. Faltos de motivación, unos 3 millones de ciudadanos se abstuvieron de votar y sellaron aquella ajustada derrota. Ahora el PSUV quiere que vote todo el mundo y si es temprano, mejor. Si es así, a la oposición de Rosales (Un Nuevo Tiempo), Podemos, Primero Justicia y Acción Democrática (adecos), le restará una magra cosecha.
Esos críticos del presidente están huérfanos desde que a mediados de septiembre el embajador de Estados Unidos en Caracas, Patrick Duddy, tuvo que abandonar el país. La medida fue adoptada por Venezuela en solidaridad con Bolivia.
La ausencia de Duddy no implicó que las fuerzas proestadounidenses se esfumaran del panorama social y político venezolano. En la reciente Feria Internacional del Libro (Filven), se presentó el libro “Telaraña Imperial: Enciclopedia de injerencia y subversión”, donde se identifica a 271 organizaciones injerencistas en los asuntos venezolanos. Entre otros se denuncia a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Human Rights Watch y Nacional Endowment por Democracy (NED), Acción Campesina, la Asociación Civil Kepé Kapé y las transnacionales Chevron, Exxon Mobil y Halliburton.
Por su parte Eva Golinger, coautora del libro, denunció esta semana que Washington tiene en funcionamiento cinco consulados ilegales en Lara, Nueva Esparta, Monagas, Bolívar y Anzoátegui. Los mismos no están autorizados a funcionar por la cancillería venezolana y sirven de centro de reunión, financiación y conspiración de la oposición conservadora.
Éxitos y dificultades chavistas
Si la coalición del presidente pudo sobreponerse a la humillante derrota del referendo fue porque goza de un mayoritario respaldo social, obviamente mayor en las capas pobres de la población. Chávez pudo haber descuidado algunas políticas, menos las “misiones” o programas sociales educativos y sanitarios de la población, así como los mercados alimentarios (Mercal) donde se suministran alimentos subsidiados. Se dirá que pudo hacer eso porque gozaba de altos precios del barril de petróleo. Pero muchos gobiernos de adecos y socialcristianos de tiempos de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera también gozaron de altos ingresos de la renta petrolera y sin embargo no atendieron aquellos reclamos sociales. Ellos gobernaban para otros intereses.
Ahora habrá limitaciones a esas políticas sociales, debido al descenso de la cotización del crudo, que antes bordeó los 150 dólares y actualmente oscila entre 50 y 60. Sin embargo los funcionarios aclaran que en esos años de bonanza el país atesoró 40.000 millones de dólares en un Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden), con los que estarían asegurados los presupuestos para los programas sociales, obras de infraestructura y centrales termoeléctricas. Los ministros dicen que cuentan también con una cantidad casi igual, de 39.000 millones de dólares, como reservas de su Banco Central.
Aun los más críticos del gobierno deben admitir que la crisis desatada en Wall Street en septiembre pasado no está golpeando en Venezuela tan fuerte como en otros países. De hecho ha descendido la tasa de desempleo, que en octubre se ubicó en el 6,7 por ciento; significa un descenso de 0,5 por ciento con respecto a igual período de 2007, según informó el 19/11 el Instituto Nacional de Estadísticas.
Hoy Chávez tiene 7 de los 23 estados en la vereda de enfrente: 2 fueron ganados en 2004 por la derecha y otros 5, que eran oficialistas, defeccionaron, casos de Guárico y Carabobo. Si esas 7 gobernaciones adversas, ahora se redujeran a 2, 3 o 4, el resultado global sería una clara victoria bolivariana.
¿Por qué es tan importante el resultado en Venezuela? ¿No son acaso elecciones regionales y municipales? Importan muchísimo, no sólo para los propios venezolanos. Es que en buena medida por los méritos de Chávez, y en otra medida por la campaña desestabilizadora del Departamento de Estado norteamericano, las victorias o derrotas en Venezuela son cruciales para la suerte de toda Latinoamérica. Lo son para la política pero también para la economía, pues el Banco del Sur, Misión Milagro, el Gasoducto del Sur y otros proyectos del ALBA dependen de lo que pase en Caracas. Un Chávez fortalecido los impulsará con más fuerza, haciendo política regional.
La Arena, 22 – 11 – 08
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