lunes, 1 de diciembre de 2008

Bento ordenó juicio histórico. ¿Será cierto esta vez?

Lidia Beatriz De Marinis

Catherina Gibilaro

Será el primero en Mendoza por delitos de lesa humanidad. El año próximo irán al banquillo Luciano Benjamín Menéndez, Tamer Yapur y Orlando Dopazo.

El año próximo se realizará en los Tribunales Federales de Mendoza el primer juicio por delitos de lesa humanidad.
Es el que concierne a las desapariciones forzadas de Lila De Marinis y los estudiantes de psicología María Luisa Alvarado, quien era de nacionalidad peruana y estudiaba en Mendoza, y Juan Antonio Gutiérrez. Este último cursaba la carrera de Sociología.
Las elevaciones a juicio fueron hechas por el juez federal Walter Bento y recayeron en el Tribunal Oral 1, integrado por Estela Blanco, Alberto González Macías y Alberto Sánchez Castro.

Los imputados
Por estos delitos están imputados el ex comandante del Tercer Cuerpo general de división Luciano Benjamín Menéndez, ya condenado a dos prisiones perpetuas (en una fue juzgado en Córdoba y la otra en la provincia de Tucumán) por delitos de lesa humanidad; el coronel Tamer Yapur y el teniente coronel Orlando Dopazo.
Todos deberán responder por privación ilegítima de la libertad y desapariciones ocurridas durante la dictadura militar.

De Marinis fue sacada de su casa en el año 1976, presuntamente por un grupo de tareas que respondía al Tercer Cuerpo de Ejército.
Los dos estudiantes, en cambio, habían llegado a Mendoza procedentes de San Juan para visitar a la familia de Gutiérrez, pero se perdió todo rastro de ellos desde que llegaron a la terminal de ómnibus.
El caso De Marinis, sin respuestas desde el 4 de junio de 1976.

Lidia Beatriz Lila De Marinis tenía 26 años cuando fue secuestrada por un grupo de tareas formado por cinco hombres encapuchados y armados.
Irrumpieron el 4 de julio de 1976 en la casa de sus padres, en calle Catamarca y Montecaseros de Ciudad, donde la joven, madre de un bebé de 5 meses, estaba alojada.
En ese lugar Lila, quien era militante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) se había refugiado con su hijito procedente de la Capital Federal.
El timbre sonó a las 0.30 de ese 4 de junio cuando toda la familia dormía en el cuarto piso del departamento 2.
La joven descansaba con el nene en un cuarto que estaba ubicado al fondo.
Los integrantes del grupo de tareas la sacaron bruscamente de la cama y se la llevaron descalza y en camisón delante de los ojos de su desesperada madre.
A partir de ese momento su nombre quedó incluido en la extensa lista de desaparecidos en la provincia.

Diario Uno, 01 – 12 – 08

La Quinta Pata

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