domingo, 7 de diciembre de 2008

I. P. Taibo II entre Arcángeles y Bolcheviques

Ignacio Paco Taibo II

Alejandro Haddad

Guadalajara. Ignacio Paco Taibo II, biógrafo de Pancho Villa y del Che Guevara, creador del detective independiente Beloascarán Shaine, y autor de numerosos artículos periodísticos, presentó sus últimos dos libros. “Arcángeles” y “Bolcheviques”. Fueron casi cuarenta minutos de exposición con una fluidez admirable. Solo. Con su cigarrillos Cohiba y su lata de Coca-Cola.

“Les suplico que no se me suba la fama ni me vuelva pendejo como muchos de mis colegas”
Es que Paco, como así le dicen, había salido momentos antes de participar de una mesa sobre el ’68 mexicano. Fuera de la sala lo atosigaron a pedidos de autógrafos y fotografías. Así se fue por una Coca-Cola. Regresó diez minutos después del horario estipulado para la conferencia donde presentaría sus últimos dos libros.

La Historia según quién
“¿De quién es la historia?”, arrancó preguntando.
“En México la historia era del estado”. Explicó que el estado fue el mentor de los héroes de bronce. Así, para explicar sus libros que recuperan historias perdidas, olvidadas en el engrudo de la estafa y el engaño. Entonces explicó el sincretismo de hechos y héroes que hizo esa historia.
“Por ejemplo”, dijo, “el monumento a la revolución: en una pata metías a Cárdenas y en otra pata metías a Villa” (uno que mandó matar al otro). “este decreto: ‘la historia soy yo’, es legitimación de poder”.

Como si en la América Latina se repitiera la historia de la infamia, Taibo Dos, confeccionó un tapiz de mentiras en torno al cura Hidalgo, impulsor de la independencia mexicana. “Hidalgo es flaquito y fresa. Nos dan un padre de la patria desarmado. Sin contenido sociales” Ilustró acerca de la imagen que dieron a conocer del libertador. Una pintura hecha 50 años después de su muerte, sin ninguna referencia cierta sobre el hombre pintado.
Paco, que es idéntico a lo que quiere ser, arremetió contra Carranza. “Carranza, viejo hijo de la chingada, cuando se fue a Veracruz se chingó hasta el sillón”.
Que la historia del estado de bronce “es capaz de hermanar a Hernán Cortez y Coautemoc”, dijo.
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“Luego venía Televisa y hacía telenovelas pendejas, donde Juárez parecía un personaje con un palo metido en el culo”.
Así era que hacían el show del desenfado de la tergiversación. “El estado dijo ‘la historia soy yo’”
Luego, en la época del salinismo, “en la Universidad Nacional dicen ‘no, la historia soy yo’”. Que “los profesionales de la historia” se apropian de ella. Entonces hacen lo que siempre se ha hecho con los papeles entintados de memoria: “el transexismo”.
“El transexismo”, dice Taibo 2, “ha servido para vilipendiar a la mitad de nosotros, la mitad femenina”.

Explicó el origen del “primer mexicano”. Que es niña y no niño. Que al supuesto niño encontrado en Tepexpa le analizaron su cuerpo de él, y se dieron cuenta que era de ella. Es que su cadera y su cráneo y el esqueleto en sí era de una niña. Y que la mujer de Tepexpa, expuso, se encontró en la misma capa que un mamut muerto.
“¡Somos hijos de una cazadora de mamut y de mamones!”, enfatizó contento, contrariando todos estos años y todas las palabras que destacaban el “macho” por sobre la mujer.
“La historia es de todos los que estamos en este cuarto”, se respondió a su pregunta primera. “Es tuya, es tuya, es tuya, es tuya y es mía”. “La historia es de los ciudadanos”
Así llegó a la cuestión investigativa y a la cuestión de identidad. “Nuestro punto de referencia es el pasado”. “Chingues aztecas militaristas”, acusó. Pero “¿quiénes son los buenos? En la historia siempre tomas partido, y decides”.
“Yo nunca voy a tener en mi recámara la foto de Álvaro Obregón”.
“Queremos una foto del cura Hidalgo a CABALLO”. Así dijo, destacando la palabra caballo por sobre la idea de hombre tan desgarbado como desarmado. “La imagen que tenemos de Hidalgo es falsa”. “Es una serie de estafas”. “Además”, aclaró, “es de ojos intercambiables”, porque, resulta, que cada pintor le ha pintado los ojos del color que se le antojó.

Hidalgo “era un tipo que hablaba siete idiomas”. Claro, el Latín de todos los curas, el Castellano de todos los castillas, pero el Francés para leer los libros prohibidos por la inquisición. Y el Otomí y el Náhuatl, y el italiano para leer a Maquiavelo. Así, es que podía codearse con la ilustración y con quienes llevaría a México a librarse de la corona española.
Que Hidalgo tuvo tres matrimonios y cuatro hijos, dijo. Que fue quien dijo “muchachos, su justicia no es nuestra justicia”. Y que eso “es revolución”.

Bolcheviques
Entonces, el turno de los libros.
Bolchevique viene a rescatar personajes y momentos del Partido Comunista Mexicano y del movimiento Anarquista. De los trotskistas y stanilistas.

Se autocriticó el saberse parte de un pasado que “convertía la doctrina en ideología”, de “la falta de respeto por las minorías”. Pero “mi generación decidió agarrar el ‘Qué hacer’ de Lenin y mandarlo a la chingada y agarrar la ‘Muerte de Artemio Cruz’ de Carlos Fuentes”. Es que ahí, en esa novela, dijo, era que estaba todo. Un todo, claro, que incluía a los humillados más cercanos, a los y las mexicanas.

Así es que se liberó de las doctrinas y se puso a rescatar a los luchadores, a quienes daban su vida por un ideal de cambio, de transformación, por el pueblo. A todos por igual.

Arcángeles
El otro libro presentado, “Arcángeles”, sigue un poco la línea del primero. “Hay que construir un santoral de referencia”, comentó a pesar de su ateísmo.
“No tengo problemas doctrinarios” para los personajes para quienes la palabra honor tenía peso.
“El libro tiene una virtud extra. Me planteé cómo o cuento” Y entonces lo cuenta de doce maneras diferentes. Una por cada historia de cada personaje que refresca homenajeando en el libro.

Para terminar su límpida disertación, Ignacio Paco Taibo II, el que escribiera junto al Subcomandante Insurgente Marcos el libro “Muertos incómodos”, y admirador del periodista Rodolfo Walsh, dijo que, en este país, “vivir o morir con dignidad se está volviendo una prioridad nacional”.

Agencia Walsh, 07 – 12 – 08

La Quinta Pata

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