![Lian Gómez](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj55glT0D7c0QuOstp5QsZIhQlhM6xa-tWb3M92yr9J33be8HQW6SNujO59dIUz-um00xNGQKmknp7D_AQ9YjhrB87T3CI7vbAlW_SPO-uUT2GnwzHn7esegcAQ7YDvyQ92N7P-n3tc0f8/s400/gomez.jpg)
Alberto Atienza
¿Quién mató a Lilian? Es la pregunta que se formula un puñado de vecinos de los monobloques de Parque Central. La versión oficial da cuenta de que el posible autor, sospechoso con pruebas en su contra, ya está detenido. Las señoras sostienen “es un perejil” Una voz importante en el caso es un policía, sobrino de la mujer asesinada, quien en la misma reunión del sábado por la tarde dijo que la persona que el ministerio sindica como responsable del cruento hecho es el criminal. Aseveró que faltaba dinero de la casa de su tía y que en el domicilio del aprehendido apareció un tarjetero de propiedad de la fallecida. Después le declaró a un medio local “El que encontraron es un raterito. Ciurca hizo su política. El allanamiento fue a en la mañana y yo me enteré a las 7 de la tarde” aseguró Christian Rojas. Dio dos versiones en un rato. Este policía fue uno de los primeros en ingresar a la escena del crimen.
Cuando se le preguntó, en momentos en que sostenía su primera versión, cómo se había esclarecido el caso dijo que se enteró por compañeros de la fuerza, que le hablaron contándole que había caído preso un sujeto que tenía en su poder el celular de su tía y que ese hombre, un joven, señaló a quien se lo había vendido, en apariencias, el asesino de su tía.
Más allá de las confusas declaraciones de este familiar de la víctima el sentir casi general entre comerciantes, residentes en el barrio, es que se trata de una puesta en escena y no de un verdadero esclarecimiento.
Es que el caso es muy “cuadrado” El asesino y violador se lleva el celular, dinero (lo confirmó el sobrino en cuestión ¿Será así o no?) Y luego lo más panchamente le vende el teléfono a un joven de calle 9 de Julio y Cadetes Chilenos. Y este lo usa. A través del aparato activo, algo facilísimo, la policía le cae a la pensión donde vive y lo porta en galera. Para defenderse, el muchacho individualiza a quien se lo vendió. Preso también el otro. Allanamiento mediante, tarjetero, algunos otros bienes (sic sobrino) quedó sindicado como el autor. No trascendió el nombre del segundo detenido. Trabajaba en tareas de limpieza del Club YPF de Godoy Cruz. Los vecinos se preguntan: ¿Es tan tonto el criminal como para llevarse el celular y venderlo sin decirle nada al comprador, no advertirle que es un objeto quemante? ¿No sabía que por medio de ese aparato podían llegar a él? Más que tonto, profundizando ¿es alguien que acusa un elevado índice de debilidad mental? Preguntas sin respuestas.
El tema del ADN, indiscutible prueba si el estudio de los hisopados resulta coincidente, está en sus albores. Ya circula la versión, alimentada por la policía, que el semen encontrado en el cuerpo de Lilian no sería el suficiente como para efectuar el cotejo de resultados, o sea, compararlo con el semen del sospechado y a la vez con el registro de archivo de la violación de la joven ocurrida en diciembre en un cuarto piso del mismo edificio donde vivía Lilian. Si es cierto esto, si las muestras del cadáver no bastan, se derrumbaría una de los principales elementos de prueba. Si coinciden (los del sospechoso y el anterior caso de violación) quedaría debidamente meritado ese primer delito, al que habría que agregarle, si es positivo, el reconocimiento de la víctima, la estudiante que ya no vive en el lugar. En contra del único detenido (el comprador del celular fue liberado) quedaría el tema de la venta del teléfono, aunque es su palabra contra la del otro si lo niega, el tarjetero de la víctima (¿existirá?) acaso algunas joyas y su espontánea declaración si es que se produjo de ese modo, espontáneamente. De hecho que lo anterior es suficiente para procesarlo.
Leer todo el artículo“Para mí las cosas se las pusieron en el allanamiento al sospechoso” Dijo una señora mal pensante (o bien pensante, ambas vertientes son válidas) No sería la primera vez que algo así sucede. Baste recordar la “prueba” que “clavaron” en la investigación del homicidio del joven Jonathan Chandía, hecho ocurrido el 27 de mayo del 2006 en la esquina de Las Tipas y Boulogne Sur Mer, de Godoy Cruz. Fue asesinado por el policía Juan Carlos Oruza y se pretendió, dejando un arma en el escenario del crimen, hacer creer que el jovencito era un pistolero que atacó a tiros a los uniformados. Un oficial de la misma policía, asqueado ante tanta falsía, declaró la verdad. El uniformado autor del disparo fatal fue condenado por la Séptima Cámara del Crimen a prisión perpetua. Tenía 33 años de edad. Saldrá, con suerte, en 35 años (así lo dispone la Justicia al evaluar su comportamiento carcelario) Volverá a ser libre a los 68 años.
También apareció un revólver y una remera manchada con semen luego de que un sargento de policía ultimó en Luján al joven Hugo Gómez Romagnoli que se desplazaba en su Renoleta cargada de cerámica que acaba de adquirir, hecho ocurrido el 31 de agosto de 1996. Esos elementos fueron descartados por la instrucción. Se estableció que el fallecido no era un delincuente sino un estudiante normal y el autor del disparo, un sargento, Raúl Gorigoitía, fue condenado a 14 años de prisión.
Esas situaciones y algunas otras la gente las recuerda. Y desconfía. Significan que algunos uniformados portan en sus bolsos medias y calzoncillos para cambiarse después de la guardia, un taper con tortilla de papas y (algunos) el agregado de un arma trucha para que los salve de todo mal.
Muchos vecinos son totalmente escépticos cuando se mencionan las pruebas esgrimidas contra el sospechoso. Ahora bien. Resulta inadmisible, por otra parte, pensar que un ministro (Ciurca) comprometería a todo un gobierno con un manejo de este tipo, como sostiene el ambivalente sobrino de Digna Lilian, también policía. Además hay que evaluar que el fiscal Daniel Carniello no entraría en una componenda de esta clase, por más presión social que el caso produzca, como está ocurriendo. Los dos sucesos mencionados (Chandía, Gómez Romagnoli) fueron manipulados por los policías intervinientes en los casos. Las “plantadas” de pruebas quedaron desestimadas durante la instrucción y declaradas falsas en los respectivos juicios.
Los vecinos, algunos enfurecidos por lo ocurrido y por la permanente inseguridad que reina en la zona de Parque Central, piden nombre y apellido del sindicado como autor. También, que les muestren la cara del sujeto a través de los medios de prensa. Esto último, es bueno que lo sepan, no es factible porque podría generar un reconocimiento previo por parte de alguna otra víctima. Eso invalidaría el análogo trámite legal. Por eso no se exhiben los rostros de los sospechosos. Es para proteger a la causa y no a los imputados. Con respecto a los datos personales es razonable no difundirlos ya que si se descubre que el detenido, en cualquier caso no sólo en este, resulta inocente, no hay derecho a tirarle encima el estigma de la difusión de sus datos personales, algo que lo perjudicará en su vida de ser libre.
Por último, el perfil (en apariencia) del sospechoso no coincide con el tradicional de los violadores elaborado por científicos (sintetizado en la 5ta Pata Digital en ediciones anteriores) Pero como no hay regla general sin excepción, puede que así sea.
Es tanta la bronca y el miedo que imperan en el gran barrio de Parque Central que la gente pide pruebas contundentes, datos específicos. Y eso, por parte los investigadores, no se produce, aunque ya existirían pautas, puntos de partida distintos a los del ADN, el teléfono. Por ejemplo ¿Dónde estuvo el detenido en la hora en que fue cometido el crimen, dada con cierto margen de precisión por la autopsia?
Parece que se ha abstenido de declarar. Acaso con ese dato no se cuente. No se habla del relevamiento de señales dactilares. Tampoco del departamento saqueado en el quinto piso, eventualmente desocupado por sus habitantes ¿Estuvo antes ahí el asesino? Es más ¿Fue una sola persona la interviniente en los dos casos? Se habló de marcas en la pared externa del monoblock de suelas gastadas. El detenido tenía puestas justamente, cuando fue aprehendido, un par de zapatillas demasiado usadas. Prueba un tanto discutible, ya que ese registro del calzado puede no ser una prueba relevante. Distinto el caso de huellas nítidas que hasta pueden arrojar la marca de las zapatillas y hasta el número.
Los vecinos continuarán reuniéndose. No en gran cantidad. El acto del sábado tuvo dos enemigos: una reunión de consorcio en uno de los edificios de la zona, a la que prefirieron asistir los habitantes de ese inmueble y la indiferencia de una gran parte de la vecindad. Se trata de “señoras burbujas” Viven en un microclima único. Creen que nunca les va a pasar nada. Desconocen que ante la avance de la inseguridad, que puede afectar o matar a cualquiera en cualquier momento, uno de los mecanismos de defensa es la unión, la solidaridad, el intercambio de opiniones. A las “señoras burbujas” se las veía pasar en momentos del encuentro en la rotonda Pellegrini y Mitre, con el bolso de las compras o llevando a sus perritos a ensuciar el Parque Central, lo más orondas dentro de su globo de redondas paredes, globo impermeable a las invitaciones de las otras mujeres que las llamaban. Algunas iban hasta con sus “maridos burbuja” ellos, con la mente puesta en el inminente Boca-River de un rato después.
Redacción
La Quinta Pata, 25 – 01 – 09
La Quinta Pata
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