domingo, 11 de enero de 2009

La fuga de los marinos nazis desde Mendoza

Marinos nazis en Mendoza

Carlos Campana

Nuestra provincia se vio implicada en las actividades de espionaje del nazismo. El Graf Spee, la ruta de los Andes y el hotel Maxim como refugio de los marineros alemanes.

Durante la segunda contienda mundial, Mendoza no quedó exenta de lo que implicó el cruce de espías y agentes nazis. Ya desde mediados de los años ’30, en gran parte del país comenzaron a aparecer simpatizantes del nazismo. Muchos activistas eran de origen alemán pero también se adhirieron argentinos atraídos por la propaganda del Tercer Reich.

En Mendoza, un grupo de alemanes comenzó a trabajar con instrucciones precisas del entonces embajador alemán Edmund von Thormann. Su rol tenía que ver con la activación del Centro Social y Cultural “Deutscher Verein Mendoza” y de otras instituciones, insertando “el nuevo orden” y una fórmula política definida: “el totalitarismo”.

En 1937, la institución estaba presidida por Carlos W. Beier. Cabe destacar que algunos de sus miembros estaban afiliados al Partido Nacional Socialista Alemán de Argentina y estaban ligados a actividades de espionaje. A esto debemos acotar la participación que tenía el cónsul alemán de Cuyo con asiento en Mendoza: Eberhard Seigel.

Antes de la guerra, estos miembros del partido realizaron varios actos proselitistas en diferentes plazas de la ciudad con las banderas de la cruz gamada en apoyo de los regímenes de Franco, Mussolini y Hitler y arengando en contra del judaísmo.

El episodio del acorazado Graf Spee
En diciembre de 1939, a pocos meses de iniciarse la guerra europea, las costas rioplatenses se vieron involucradas en una batalla naval entre barcos británicos y el acorazado alemán Graf Spee. Ante los daños sufridos por la nave y presionado por el juego diplomático inglés en Uruguay, su capitán, Hans W. Langsdorff, decidió hundirla en aguas del Río de la Plata.
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La tripulación y su comandante fueron llevados a Buenos Aires. Los jefes y oficiales fueron alojados en las instalaciones del Arsenal Naval y en el Hotel de los Inmigrantes el resto de la tripulación.

Tras el suicidio de Langsdorff y los problemas diplomáticos entre Argentina, Uruguay y Alemania, el destino de los marinos fue al principio incierto, pero se ubicaron en las provincias más importantes como Santa Fe, Córdoba, San Juan y por supuesto, Mendoza.

Nido de espías en el Maxim
En 1940, muy pocos mendocinos se imaginaban que en pleno Centro de la ciudad, existía un lugar en donde agentes de la Gestapo se concentraban para realizar diferentes operaciones de espionaje.

El lugar de encuentro era un prestigioso hotel y restaurante, ubicado en la calle Lavalle 32: “Maxim”. Este fue construido en 1937 y su propietario era Pablo Eckardt, prominente miembro del Partido Nazi en Mendoza y vicepresidente del “Deutscher Verein”, que luego pasó a llamarse “Círculos Alemanes de Beneficencia y Cultura”.

Mendoza era un lugar de suma importancia estratégica para el espionaje, tanto alemán como aliado. Es por eso que se recibieron órdenes desde Berlín de ejecutar un plan para evacuar a los ex tripulantes del “Graf Spee” que estaban concentrados en diferentes lugares de la Argentina.

La ruta de los Andes
La ruta de fuga de los marineros alemanes estaba apoyada desde Buenos Aires. Aquí los prófugos marineros alemanes se hospedaban en el hotel Maxim. Allí los esperaba Pablo Eckardt, quien les tenía preparada ropa, dinero, documentación falsificada y un boleto de tren hacia San Juan. Otro miembro del partido nazi llamado Albert Zimmermann los atendía y avisaba por radio que el/los fugado/s estaba/n listos para viajar a Calingasta.

El agente Zimmermann los llevaba en automóvil hacia aquella localidad, donde otro integrante de esta red, llamado Guillermo Hancke, los hospedaba en una casa que simulaba ser un taller mecánico. Desde allí partían para realizar el cruce de los Andes en mula.

Ya en el vecino país marchaban en dirección a la localidad de Ovalle y Coquimbo. Allí, el cónsul alemán les entregaba nuevas instrucciones y eran enviados en automóvil a la ciudad de Antofagasta, más precisamente a la casa de Robert Kulenkampf, para embarcarse desde aquel puerto en un buque de bandera japonesa rumbo a Alemania.

De esta forma se cerraba la fuga y 151 tripulantes del Graf Spee escaparon de nuestro territorio para volver a luchar en la guerra.

Cae la red nazi
A principios de 1941, Coordinación Federal investigó a varios miembros de la embajada y ex tripulantes del Graf Spee. En especial se indagó a uno de los cerebros de esta organización: Alfonso Haun, detenido en Rosario. Al confesar, implicó a varios camaradas y agentes nazis de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y San Juan. El funcionario delató las operaciones de fuga de los marinos.

En nuestra provincia, Pablo Eckardt, al enterarse de la persecución, comenzó a deshacerse de todas las pruebas que lo involucraban directamente e inclusive vendió el hotel Maxim a fines de 1941; pero las evidencias fueron suficientes para interrogarlo y ser procesado por las autoridades federales.

Otros agentes alemanes de la sección mendocina también fueron puestos a disposición de la Justicia. En esto también estaba involucrado el entonces cónsul Seigel, quien por orden del Ministerio de Relaciones Exteriores fue suspendido de sus actividades y cerrado el consulado en Cuyo. Tiempo después, Pablo Eckardt y los demás miembros fueron dejados en libertad.

Los Andes, 11 – 01 – 09

La Quinta Pata

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